Artículo publicado en Rojo y Negro nº 392, septiembre 2024

Como a alguien a quien le persigue el espíritu de las navidades pasadas, a mí me ha visitado el espíritu de los artículos pasados. Así que vengo a retomar un tema que, en el fondo, creo que deberíamos tener siempre presente. Somos unes aburrides amargades que solo sabemos hablar enfadades de la vida.

En serio gente, lemas enfadados, lenguajes recargados y nada, nunca, jamás, nos parece bien. Emocionalmente ingestionable siempre ser la voz de todo está mal –lo digo porque ese es mi papel en este sindi y me estáis quitando el trabajo, digamos no a la intromisión laboral–. Sin ganas de repetirme y crear aburrimiento a mis maravilloses lectoris, debo recordar que hacemos textos infumables de lenguajes recargados que ni nosotres nos leemos. Discursos barrocos como si fuésemos hijes de catedráticos de la RAE. Mal, gente, muy mal. Además, no nos olvidemos de lo desgastante que es no visualizar una salida constantemente, haciéndonos sentir que estamos atrapades en un mundo horrendo e inamovible.
¡Aquí estamos para soñar! Sí, gente, el sindicato es escuela de nuevas vivencias y de cruces misteriosos entre oficios, conspiraciones entre barrios, viviendas, colectivos y trabajo. En mis delirios nocturnos sueño con que desde el sindi nos convertimos en espías del Sistema y, mientras el jefe no mira, creamos nuevas alianzas entre compas. Un espacio donde querernos, querernos mucho para cuidarnos con ternura, y así poder transformar nuestros locales en lugares donde crear nuevos imaginarios y no solo estar enfadades.
He vuelto del verano totalmente montada en el plano de la fantasía. Tanta playa, montaña y peces dejan a una en un estado de meditación y alucinación comparables a un subidón de LSD, os lo recomiendo (las vacaciones eh… mal pensadis, las drogas ya son cosa vuestra y no me meto). Sabéis qué pasa, que una vuelve del veranito con muy pocas ganas de caer en la espiral de las reuniones/asambleas por conflictos/huelgas que son el mismo mal rollo de siempre. ¿Cómo puede ser que no haya nada más que hacer en el sindi o en cualquier otro colectivo? En estos últimos 50 años los puestos de trabajo han cambiado, el estilo de vida de la gente también, pero militar sigue siendo igual. No es que yo sea de aprender de los errores, sigo manchándome de café todas las mañanas, pero somos tantas personitas juntas que alguna debe haber visualizado otro camino. La vuelta al cole hace evidente la velocidad del desgaste que tienen nuestras militancias.
¿A que vosotres también os sentís como cayendo por la madriguera de Alicia en el país de las maravillas, teniendo visiones de juicios, reuniones y manis? Como algune esté pensando “bueno… es que estamos en un momento histórico bajo de militancia”, hacedme un favor, y daos con un sartén en la cara. Es la frase estrella de toda persona obsesionada con seguir haciendo las cosas igual, confiando que en unos años aparecerá gente de debajo de las piedras con ganas de hablar de Bakunin. Si alguien os dice esta frase, cogéis y os vais a comer un bizcocho vegano a algún lado o una horchata, que hace calor y os merecéis más en la vida. La revolución debería ser divertida o algo así se supone. Si no podemos cambiar la vorágine de asamblearitis crónica con síndromes de huelga entonces pensemos en cómo hacerla divertida. Sabéis que amo daros miniconsejos para la vida, ¡si es que yo quiero escribir el horóscopo del sindi y no me dejan! Cualquier situación de acumulación de gente en una sala o espacio para hablar permite el juego de traer comida. Sí, pica pica del bueno: un bizcochito, unas galletas, unos zumos o patatas. Si es en horas intempestivas planead una cenita conjunta o un desayuno colectivo. Comer siempre nos traerá felicidad, sobre todo si le podemos poner un poco de amor con algún plato casero. Rompamos con la idea de las concentraciones donde, en casi todas pasa, nos dedicamos a hacer putivueltas para ver a les amigues y después gritas 4 eslóganes enfadados. Planeemos talleres o actividades, es casi lo mismo, estar de pie en una plaza mientras la policía te mira mal, pero podéis hacer juegos, pintar y debatir sobre la situación. Además, los talleres espontáneos pueden ser para más de un público, las criaturas pueden pintarrajear y tú le puedes dar duro a la purpurina, victoria asegurada.
Repensemos los cánticos de manis. Sé que este es un reto difícil, pero yo creo en vosotres. Dejemos atrás las frases enfadadas en pos de utilizar el ritmo de las canciones de moda para hacer unas frases graciosas. Dejemos de gritar solo sobre malestares para también añadir frases sobre qué queremos. Empezad a difundir el futuro que visualizamos y si tampoco sabemos eso, entonces, es tu ejercicio ideal. Deberíamos poder dedicarle igual o más tiempo a crear la utopía que a destruir tu puesto de trabajo.
Y como último detalle, si a vuestro local de confianza de CGT solo vais para hacer reuniones, busca una peli, colectivo o grupo musical para organizar algo nuevo que os parezca divertido. No podemos solo ir al sindi para planear huelgas y tomarnos una birra (o dos), como si queréis quedar en el sindi para un minicampeonato de mus, cartas magic o dominó, algo que nos arrejunte entorno a la felicidad conjunta. Veámonos también para celebrar la vida. Sí, suena súper hippy, me ha dado demasiado el sol en la cabeza, pero un poco de power-flower no nos hará daño.
Démonos la posibilidad de quedar para disfrutar, que quizá así a la próxima acción, mani o huelga le podamos dar un toque de esperanza.

Ester M.
Joven, enfadada y mordaz
mapache@rojoynegro.info

 


Fuente: Rojo y Negro