Entrevista a Sergio Calvente, Sindicato de Enseñanza de Madrid, publicada en Rojo y Negro nº 378, mayo 2023

Soy Sergio, tengo 32 años y vivo en un barrio obrero de Madrid capital. Trabajo de profesor de secundaria de Física y Química en un instituto público de Vallecas. Estoy afiliado al Sindicato de Enseñanza de Madrid desde hace casi 6 años.
Antes de ser profesor de secundaria realicé un doctorado en Física Teórica en la Universidad Autónoma de Madrid (UAM). Tuve la suerte de tener un contrato de ayudante de departamento durante ese tiempo. Las condiciones de acceso a la carrera científica son en general muy complicadas para la gente joven. Los contratos predoctorales y postdoctorales son precarios, con salarios muy bajos, alta temporalidad e indefensión ante tus superiores de quienes dependes para poder presentar tu tesis, publicar y en general poder avanzar en ese mundillo. Estas condiciones, por tanto, son muy parecidas al paradigma de la precariedad al que nos vemos sometidas las personas jóvenes.
Esta falta de perspectivas de conseguir un empleo estable y la visión de que ese objetivo pasaba ineludiblemente por emigrar para hacer postdoctorados en el extranjero, son lo que me decidieron por probar en la docencia. Sin embargo, no me arrepiento de la decisión, no solo por la mayor estabilidad laboral, sino porque la educación y el trabajo con adolescentes abren una vía para intentar cambiar el sistema cisheteropatriarcal capitalista en el que vivimos, aunque soy consciente de las limitaciones y tensiones que se dan al formar parte de un sistema educativo en el que eres parte de un engranaje. Precisamente ahí entra en juego el poder transformador de compartir experiencias en el sindicato.
Durante mi etapa doctoral, en 2017, me afilié a CGT para formar una sección sindical en la UAM. Algunas de las personas que montamos la sección veníamos de militar conjuntamente en el movimiento estudiantil desde la Federación Estudiantil Libertaria (FEL). Nos pareció un paso lógico entrar en un sindicato para continuar el activismo previo, ya que pasábamos de estudiar a trabajar.
Escogimos CGT porque ideológicamente éramos más afines a su línea anarcosindicalista. También desde un punto de vista pragmático ya que, frente a otros sindicatos de esta corriente, tenía una estructura más grande y asentada en Madrid. Desde la sección sindical intentamos hacer frente a las problemáticas de los colectivos más precarizados de la universidad que, en su mayoría, coinciden con los más jóvenes, pero también incluyen trabajos feminizados como la limpieza y otros servicios externalizados dentro de la lógica neoliberal privatizadora de lo público.
En nuestra experiencia, a pesar de estas condiciones, el hecho de tener estudios universitarios hace que el personal investigador joven no se identifique fácilmente como clase obrera ni piense en luchar colectivamente por conseguir mejoras laborales. Esto tuvo una grata excepción en la Asamblea Dignidad Investigadora, aunque gran parte de los esfuerzos iban por vías muy legalistas y de representación formal y costaba pensar en medidas de presión y acción directa. Además, cuesta mucho romper el pensamiento individual o por estamentos profesionales.
Esto no quiere decir que la juventud, en general, esté desmovilizada o no tenga conciencia de clase ni de otras opresiones. Se ha visto en los últimos años ejemplos de grandes movilizaciones que vienen de la gente más joven, incluso estudiantes de secundaria, como en el movimiento feminista o la lucha contra el cambio climático desde un ecologismo más radical y combativo. Puede que el hecho de saber que van a enfrentarse a un futuro desolador con un más que probable colapso ecológico, económico y social hace que tengan más conciencia y ganas de implicarse en estas luchas.
También es cierto que la mezcla de la gran expansión de las redes sociales unida a la pandemia ha hecho que mucha gente crea que con hacer activismo en redes sociales basta. Esto ha restado fuerzas a la acción en la calle que sigue siendo ahora igualmente necesaria. Aunque es cierto que yo mismo formo parte desde su creación de un colectivo 100% virtual, Anarquismo en PDF, que nació en una red social y luego se fue extendiendo con la idea de formar la mayor biblioteca de contenido anarquista y que sea accesible a la mayor cantidad de gente posible.
Un problema que creo que ocurre, incluso en la juventud más movilizada y consciente, es que muchas veces se recela de los colectivos, organizaciones o sindicatos ya establecidos con cierta historia, y se tiende a querer empezar todo de cero sin contar con la experiencia previa de lo ya construido. En mi opinión, se debería trabajar en llegar a esta juventud ya concienciada para que vuelquen sus esfuerzos en la lucha ya iniciada, con los cambios y aportaciones que seguro son muchos y muy válidos, para poder avanzar hacia un horizonte colectivo compartido.
Desde CGT se debería trabajar activamente por tener presencia en estas luchas sociales y especialmente en espacios juveniles, ya que eso puede servir de referente para que en un futuro pasen a afiliarse y participar en el sindicato al verlo como una herramienta útil y necesaria. También se debe generar desde la lucha laboral nuevos horizontes posibles que eviten la crisis ecosocial o palien lo más posible sus efectos.
En mi nueva etapa en enseñanza secundaria, he tenido la oportunidad de ver más de cerca el funcionamiento de mi sindicato y tomar más responsabilidad como delegado y en el día a día del local. Es un sindicato en crecimiento sostenido. Aunque quienes tiran más del carro llevan ya mucho tiempo, sí que estamos algunas personas más jóvenes poco a poco tomando el relevo. Creo importante no solo que el profesorado más joven se afilie, sino que quien ya se ha afiliado participe más activamente, más allá de las cuotas. Por ello, muchas de nuestras reivindicaciones se centran en el personal interino que está más precarizado, aunque por esa misma situación tiende a movilizarse menos.
También me gustó participar en el Congreso Confederal de Zaragoza, a pesar de que percibí cierta crispación. Este es otro punto que se debería mejorar internamente, la resolución de conflictos enquistados, que dan mala imagen a las nuevas incorporaciones, además de paralizar la acción y consumir muchas fuerzas que podrían destinarse a perseguir nuestros objetivos.
Además de en el sindicato, participo en Orgullo Vallekano, un colectivo de barrio LGTBIAQ+, y en el BAH! (Bajo el Asfalto está la Huerta), una cooperativa agroecológica.
Son dos de las temáticas que me atraviesan y siento necesario dedicarle mis energías. Ambos proyectos comparten espacio en el centro social La Villana. En ambos espacios hemos pasado por conflictos o problemas recientes y las discrepancias no son necesariamente malas y ocurren siempre en todos los grupos de cualquier tipo. Lo importante es que haya un esfuerzo común por superarlos, mejorar y corregir lo que se ha hecho mal. Hay que saber analizar y aceptar las críticas e incorporarlas a nuestras prácticas.
Los desafíos a los que nos enfrentamos como sociedad son ahora enormes. El impulso y las ideas nuevas y creatividad que la gente más joven puede aportar a CGT y a otros movimientos sociales afines serán claves en conseguir sortearlos de manera que consigamos un futuro mejor, libre de opresiones de clase, género, orientación sexual, etnia, edad, capacidades, etc. Sigamos luchando juntes por un mundo más vivible.


Fuente: Rojo y Negro