Artículo publicado en Rojo y Negro nº 391, julio-agosto 2024

Soy Javier Cáceres, tengo 39 años, soy de Vallekas, estudié FP de Telecomunicaciones e Informática, he trabajado como instalador y técnico en el sector de la telefonía móvil y en el año 2009, tras aprobar una oposición, entré a trabajar en RTVE donde las condiciones laborales eran bastante mejores que en el sector privado. Me afilié al Sindicato de Artes Gráficas de Madrid en el año 2013 y empecé a militar, principalmente, en la sección sindical.

No necesité acabar los estudios para encontrar trabajo en el sector. Eran tiempos de “bonanza”, incluso había empresas que recorrían los institutos buscando personas que, mientras seguían estudiando, iban adquiriendo experiencia y, además, ganaban un sueldo. Esto hacía que el sector fuera atractivo. No ibas a tener que estudiar para luego no encontrar curro y tener que currar de otra cosa, sino que las empresas iban a buscarte al instituto para darte curro. Aunque la realidad era bien distinta: las empresas del sector estaban facturando grandes cantidades económicas debido a la implantación e innovación de las redes de telefonía móvil y las empresas buscaban mano de obra barata para poder ampliar sus beneficios. Nada nuevo en un sistema económico que busca el máximo beneficio en el menor tiempo posible. El alumnado se sentía importante porque venían a buscarle a clase para darle curro (mientras en otros sectores tenían que seguir estudiando o estudiar otra cosa porque costaba más encontrar curro), pero no se daban cuenta de que poco tiempo antes se cobraban salarios mucho más altos y de la precarización que sufría el sector.
Desde que empecé a trabajar no paré de seguir mirando ofertas de empleo. Según ibas acumulando experiencia era fácil encontrar otra oferta que mejorase las condiciones que tenías y pasé por más de cinco empresas del sector sin ni siquiera haber acabado los estudios. Parecía que esa mierda de ideología que te vendía que era posible ir mejorando tus condiciones de manera individual (y compitiendo con las otras personas de tu misma clase) era posible. A pesar de todo, durante todo ese período, las mejoras económicas nunca llegaban a ser suficientes para poder acceder a una vivienda ya que el precio de la vivienda (tanto en compra como en alquiler y, sobre todo, en Madrid) sufría un brutal aumento muy por encima de las migajas que podías conseguir cambiando de un curro a otro. Hasta que llegó aquello que empezaron llamando recesión y luego crisis… y me quedé sin curro, igual que otras tantas. Durante ese periodo presenciamos grandes retrocesos para la clase trabajadora: un montón de personas despedidas, salvajes recortes en lo público… Mientras lo llamaban “crisis económica” la facturación de las grandes empresas y las fortunas de las personas más ricas del mundo no paraba de crecer. Quienes hemos vivido esa situación no podemos confiar en este sistema ni creernos las mentiras que nos intentan vender.
Cuando me despidieron, afortunadamente disponía de desempleo. Aproveché ese tiempo para prepararme una oposición para RTVE (que por cierto no han vuelto a salir 15 años después) y en el año 2010 ya tenía una plaza fija. Parecía que me había salvado de la crisis, pero resultó que no. Nadie se esperaba esos salvajes recortes en el sector público, ni que despidieran a la plantilla de TeleMadrid, pero desgraciadamente todo ocurrió y, a día de hoy, aún no nos hemos recuperado de los graves recortes del Gobierno de Rajoy. Mientras, los diferentes gobiernos progresistas, aunque no nos han recortado tan duramente de manera directa, han permitido el mayor recorte de salarios a toda la clase trabajadora: una incesante subida de precios en los productos básicos que no ha sido correspondida en el aumento de salarios.
En ese contexto de recortes y aunque nunca me había sentido cercano a los sindicatos (principalmente porque los hechos me han demostrado siempre que CC.OO. y UGT no han defendido a la clase trabajadora) entendí que un sindicato es una herramienta clave para la lucha de la clase trabajadora; la cuestión es usarla correctamente. En el 2013 decidí afiliarme a CGT, es cierto que en un primer momento me atraía más CNT y consideraba que no se debía participar en el sistema sindical representativo (heredado del sistema político burgués). Sin embargo, finalmente me decidí por CGT principalmente porque en mi empresa ya había una sección de CGT en la que había bastante participación y siempre ha funcionado de manera democrática y participativa, aunque es cierto que ahora hay menos participación. La organización en el centro de trabajo, a través de secciones sindicales, es importantísima. Evidentemente el sindicato no se limita a la empresa, sino a toda la clase trabajadora, pero es en las secciones donde se realizan algunos de los trabajos más de base. Mi sección sindical me ha enseñado que es posible que la clase trabajadora nos organicemos democráticamente, sin jefes ni burócratas, y que además es la única manera de conseguir avances para todas y no para unas pocas.
A día de hoy, ocupo la Secretaría de Acción Sindical de la Sección Estatal de CGT en RTVE y la Secretaría de Jurídica de la Confederación Territorial de CGT en Madrid, Castilla-La Mancha y Extremadura. Considero que, sindicalmente, la CGT es ahora mismo la única organización con posibilidades de plantear un sindicalismo combativo y de movilizar a la clase trabajadora. La CGT no somos la única organización sindical combativa, ni siquiera la única combativa que se presenta a elecciones sindicales. Sin embargo, por afiliación y representatividad, sí que tenemos posibilidades de ser una herramienta útil para la clase trabajadora. Aunque es cierto que hay algunas cosas que debemos cambiar, nuestro modelo, heredado de 1910, resulta a veces complicado de aplicar en estos tiempos en los que el capitalismo va avanzando y, además, la militancia es escasa. Creo que en la organización debemos empezar a reflexionar y adaptar algunas de nuestras formas de trabajar a otras que sean más eficaces para llevar a cabo nuestros principios de democracia directa, acción directa, autogestión… Pero eso es un debate que se debe de dar en toda la Organización.

Javier Cáceres
Sindicato de Artes Gráficas (Madrid)


Fuente: Rojo y Negro