De nuevo el recrecimiento de Yesa ocupa espacio en los medios de comunicación, gracias a la aprobación de la declaración de impacto medio ambiental que supone un gran aval para los partidarios de dicha obra.

De nuevo el recrecimiento de Yesa ocupa espacio en los medios de comunicación, gracias a la aprobación de la declaración de impacto medio ambiental que supone un gran aval para los partidarios de dicha obra.

De nuevo la hidra de este proyecto saca una de sus cabezas para agitar las aguas y alterar al personal de uno y otro frente. A unos les refuerza esperanzas en ver cumplidos sus sueños y exigencias de disponer de más agua para su desarrollo. A otros les clava un poco más la puya de que es inútil oponerse a lo que parece un designio ineluctable.

Me pregunto cómo es posible que, si los defensores de aumentar la cota de Yesa están tan seguros de sus razones y se creen con tanto derecho a beneficiarse del mismo, no promuevan debates en igualdad de circunstancias con los detractores de este recrecimiento. Sería una gran oportunidad para que los primeros dejaran definitivamente fuera de combate a esos a los que Javier Lambán quiere declarar personas non gratas. También sería un debate esclarecedor para que la sociedad supiéramos qué hay de verdad en esas fallas del terreno cuya existencia, con o sin declaración de impacto ambiental favorable, ya ha reconocido hasta la misma Confederación Hidrográfica del Ebro que tanto se afana en maquillar de refuerzos y normalidad las laderas. En un clima de imparcialidad informativa podríamos saber cuánto futuro en precario se está edificando en zonas expectantes de más agua y también cuántos esfuerzos está costando la lucha contra este recrecimiento a quienes, con la incombustible Asociación Río Aragón al frente de la pugna, llevan años en una contienda heredada que seguro que preferirían que no transcendiera a nuevas generaciones.

La hidra de Yesa, auspiciada por la cerrilidad de que nada cambie –porque en realidad, nada ha cambiado salvo que la llegada del PSOE al poder haya secuestrado la movilización social- vuelve a sacar una de sus múltiples cabezas. Y todo será sostenible, todo será oficialmente factible hasta que la naturaleza se rebele. Y ahí sí que no valdrán discursos populacheros ni cuentas cuadradas a taconazos. Ahí sí que no cabrá recurrir a sinergias ni medias tintas de foros en torno al agua como se hizo para calzar el zapatito de cristal en la pezuña de la Expo 2008. Ahí sólo se podrá salir corriendo en Yesa, en Sangüesa antes de ser atrapado por una hidra que, antes de que esto suceda, habrá devorado las posibilidades de Artieda y la canal de Berdún, ya bien mermadas por el actual pantano. Por eso, si se lleva a cabo el recrecimiento, hará bien Apudepa en solicitar a las asociaciones de Amigos del Camino de Santiago que pidan a la Unesco la descatalogación de esta vía como Patrimonio de la Humanidad, pues será lo más coherente.


La sociedad merece saber más allá de lo que cuentan los grandes titulares o dicen los políticos, más atentos a su partido y al rédito electoral que a comprender la diversidad de los territorios. Por eso yo, ciudadana responsable y contribuyente en esos fondos que deberían servir para fines más solventes que olimpiadas, cruceros fluviales ante el Pilar y muestras de floricultura –por citar sólo algunos disparates-, exijo saber quiénes son los auténticos beneficiarios del recrecimiento de Yesa y cuáles son los riesgos que esto comporta. Y quiero saberlo antes de que la hidra de un nuevo Ribadelago reviente sobre nuestras conciencias, que bastante calvario tenemos en la cuenca del Ebro con los interrogantes de Itoiz y la tristeza de un delta en recesión.

Mª. Victoria Trigo Bello