Artículo publicado en Rojo y Negro nº 389 mayo.

80 kilómetros desde Pamplona, 375 desde Barcelona, 434 desde Madrid, 423 desde Valladolid… estas son algunas de las distancias que separan a Ruesta de unas pocas ciudades del Estado español. Las hay más lejanas, evidentemente, como las Islas o cualquier localidad de Andalucía o Galicia, pero ninguna de las distancias supone un abismo inviajable que impida acudir a este pueblo cuya gestión, no lo olvidemos, lleva CGT desde hace más de treinta años.

Algunas de las personas afiliadas a CGT se preguntarán de qué hablo cuando menciono a Ruesta y es que ese es el principal problema que tenemos, que una gran parte de nuestra afiliación no sabe ni lo que es Ruesta y mucho menos sabe lo que hay allí, lo que tenemos; también hay otra parte que conoce su nombre, pero que parece que prefiere que Ruesta siga siendo “ese pueblo de CGT del que me han hablado”, pero que está tan lejos… y, también, están aquellas personas que han estado en Ruesta y que, por el motivo que sea, no les ha gustado aquello y deciden no volver; por último, están aquellas personas que desde que pisaron Ruesta la primera vez se enamoraron de lo que aquello significa y, sobre todo, de lo que puede significar si la CGT quisiera.
Todos los motivos que he expuesto son respetables para ir o no ir a Ruesta, pero lo que nos ha de quedar claro a toda la afiliación de CGT es que Ruesta es nuestro, de toda la CGT, no solo de aquella CGT más cercana (como puede ser la CGT de Aragón o de Navarra), que es de toda la CGT al completo, aquella que abarca desde la aldea más pequeña de Galiza hasta el pueblo más costero de Málaga. Y que, como nuestra que es, tenemos la obligación de cuidar de ella y la responsabilidad de decidir sobre su futuro.
Y digo esto porque, de nuevo, nos hemos encontrado con un Pleno Extraordinario de la CGT sobre Ruesta con escasa participación por parte de las Territoriales, unas confederaciones que no han sido capaces, o no han tenido el suficiente interés, de movilizar a su afiliación para acudir a un comicio que se celebra cada diez años, es decir, algo muy puntual, pero no por ello menos importante. Creo que deberíamos hacérnoslo mirar ya que para otros asuntos removemos cielo y tierra rebuscando la manera de participar y de que participen… así que solo pido que este mismo ímpetu de participación se repita dentro de diez años y que el próximo Pleno de Ruesta tenga la participación que el proyecto se merece, la de todos y todas las afiliadas a CGT.
Pese a esa escasa participación, el Pleno de Ruesta lo considero un éxito, sí, lo digo bien alto y claro, UN ÉXITO. Es muy difícil, en los tiempos que corren en la casa, encontrar lugares de consenso en los que se vea que todas las personas que acuden crean en un proyecto y quieran lo mejor para él y, he de decir que, en este Pleno de Ruesta de 2024 es lo que se vivió tras un debate constructivo sobre las ponencias presentadas: un consenso en las ideas y en las propuestas. Podéis leer los acuerdos alcanzados escaneando el QR adjunto.
Para finalizar el Congreso, el compañero Rafael Cid dio una charla sobre la discriminación de las víctimas de la dictadura en las leyes de memoria histórica que sirvió para arrancar el debate y la campaña que desde CGT desarrollaremos sobre este asunto.
Hace unos meses, en una de las visitas a Ruesta, echando una cerveza con una de las personas que gestiona la hostelería, debatíamos entre risas sobre posibles formas para atraer a la gente a Ruesta y él me espetó el lema “Ven a Ruesta, qué te cuesta”… pues creo que, desde luego, a algunas personas no les cuesta, pero para otras, el problema es ese, que sí que les cuesta y eso hay que cambiarlo.

Miguel Fadrique Sanz
Secretario General de CGT


Fuente: Rojo y Negro