Ayer, 7 de febrero, convocada por la Plataforma Solidaria con Palestina, a la que pertenece CGT, tuvo lugar en la Plaza de Fuente Dorada de Valladolid una concentración exigiendo la libertad de los menores palestinos presos.
Ya han pasado cincuenta días desde la detención y encarcelamiento de la adolescente palestina de la aldea Nabi Saleh, en Cisjordania ocupada.
Ya han pasado cincuenta días desde la detención y encarcelamiento de la adolescente palestina de la aldea Nabi Saleh, en Cisjordania ocupada.
Aunque la atención mediática se ha centrado en este caso, Ahed Tamimi es la punta del iceberg de una realidad cotidiana escandalosa e intolerable, que la juventud palestina, sus familias y sus comunidades soportan desde hace al menos medio siglo. La detención de menores es una práctica permanente en Palestina. Responde a una política deliberada del poder colonial ocupante: no solo aplastar la resistencia, sino más aún: aniquilar a las jóvenes generaciones palestinas. En un proyecto colonizador de asentamiento como el sionismo, la niñez y la juventud palestinas son una amenaza que debe ser eliminada. Ese objetivo se implementa de dos formas: el asesinato y la cárcel.
Desde el año 2000, Israel encarceló a más de 8000 menores de edad. Solo en 2017, Israel detuvo a 6742 palestinas y palestinos, incluyendo 1467 menores de edad (800 solo entre enero y agosto). En los últimos tres años, la cantidad de niñas y niños palestinos arrestados por Israel se duplicó.
En este momento hay más de 350 menores en las cárceles militares israelíes, y según datos de Defence of Children International-Palestine, cada año alrededor de 700 niños y niñas pasan por los tribunales militares. La mayoría son acusados de tirar piedras, y tres de cada cuatro sufren violencia física durante el arresto, el traslado o el interrogatorio. Aunque la legislación israelí e internacional indica que la cárcel debe ser el último recurso para los menores, a los palestinos se les niega la libertad bajo fianza, manteniéndoles en prisión durante todo el juicio.
Ahed es apenas una de los cientos de niños y niñas palestinas que cada año comparecen ante los tribunales militares de la ocupación. En 2013 UNICEF publicó un informe categórico, en el cual afirmó que la tortura y el maltrato a los niños y niñas palestinas en el sistema militar israelí son generalizados, sistemáticos e institucionalizdos, a lo largo de todo el proceso desde el arresto hasta la liberación. Desde entonces, la situación, lejos de mejorar, ha empeorado.
Sobran razones para movilizarse y exigir que la comunidad internacional ponga fin al brutal tratamiento de la niñez palestina a manos del régimen israelí.
Alejandro Romera
Fuente: Alejandro Romera