Artículo publicado en Rojo y Negro nº 389 mayo.

El lenguaje también es un campo de batalla para el sistema dominante. Sin que apenas nos demos cuenta, sus ideólogos y comunicadores van cambiando el significado de muchas de las expresiones y palabras que históricamente habían tenido un mensaje muy claro para la clase trabajadora. Así hemos visto cómo la casta empresarial se convierte ahora en una cofradía de joviales inversores, cuya principal misión parece ser la de crear empleo y generar riqueza colectiva. La guerra muta en conflicto, los bombardeos en operaciones de limpieza, los muertos en daños colaterales… y mil argucias más para no llamar a las cosas por su nombre y mantener adormecida a la opinión publicada.
La derecha más cerril del PP, cuyas posiciones ultras se ven ahora reforzadas por la alianza con Vox en algunas comunidades y grandes ayuntamientos, no emplea tantas sutilezas como la izquierda progresista para desposeernos de nuestra memoria histórica. Han desencadenado una ofensiva para revertir incluso medidas adoptadas en aplicación de la insuficiente Ley de Memoria Democrática. Por esta situación regresiva que atravesamos, es más importante que nunca seguir reivindicando la memoria de víctimas de la represión, como la del compañero Valentín González Ramírez (València, 1 de julio de 1958 – 25 de junio de 1979), afiliado de nuestra organización, al igual que su padre, que fue asesinado por la policía, en 1979, durante la huelga del Mercado de Abastos de València, donde ambos trabajaban en la colla.
El asesinato de Valentín fue contestado por la clase trabajadora con una huelga general, convocada por todas las organizaciones sindicales, con un seguimiento total en València y las comarcas cercanas. El paro coincidió con el entierro y tuvo lugar el 27 de junio. Los pocos taxis que trabajaron llevaban una cinta negra en la antena de la radio, los barcos anclados en el puerto hicieron sonar sus sirenas, muchas tiendas y bares bajaron la persiana y la grandes empresas pararon todo el día. El féretro y la familia de Valentín fueron acompañados por más de 400.000 personas, desde el Hospital Clínico al cementerio General, constituyendo una de la manifestaciones más numerosas registradas en València en muchos años. En varias ciudades hubo manifestaciones de repulsa por este crimen de Estado que, como suele ser normal, quedó sin la depuración de los responsables máximos.
El próximo 25 de junio, se cumplen 45 años de aquella muerte y tras una larga y sostenida labor, iniciada por el Ateneo Libertario Al Margen y continuada por la CGT, la CNT y la Plataforma por la Memoria del País Valenciano, el compañero Valentín ya cuenta con una placa recordatoria, el pasaje interior del antiguo mercado lleva su nombre y una escultura recuerda el lugar donde cayó con el corazón reventado, por una pelota de goma, además de existir el vídeo «Valentín, la otra Transición» producido por la CGT-PV; a pesar de haber logrado todo esto, consideramos que sigue siendo necesario rendir homenaje a quienes perdieron la vida en nuestras luchas y dejar a las generaciones que nos sucederán, testimonio y recuerdo de su entrega, de su trágico final, manteniéndolo en el recuerdo colectivo de la clase obrera y sus luchas contra la explotación.

Antonio Pérez Collado

 


Fuente: Rojo y Negro