Artículo publicado en Rojo y Negro nº 393, octubre 2024

El pasado 27 de septiembre se celebró en el Estado español una huelga general histórica. Más de 200 organizaciones en más de un centenar y medio de localidades salimos a la calle para exigir el fin de la relaciones con el Estado criminal de Israel y reivindicar la solidaridad con el pueblo palestino.

Fue en una plenaria extraordinaria celebra el 24 de abril de este año cuando CGT propuso convocar una huelga general donde la clase obrera pudiera poner de manifiesto el rechazo al genocidio israelí y la solidaridad con el pueblo palestino. El reto era mayúsculo porque, como era previsible, las grandes centrales sindicales se pusieron de perfil y no quisieron darse por enteradas. Fue entonces cuando se comenzaron a tejer alianzas y valorar posibilidades con colectivos sociales y sindicatos combativos. En ese trabajo de acumular activos se fue construyendo un diálogo que inmediatamente tuvo la respuesta decidida de la Confederación Sindical Solidaridad Obrera: estaban de acuerdo, había que hacerlo. Poco después se sumaron otros sindicatos y colectivos; además, el movimiento estudiantil, que había protagonizado antes del verano multitud de acampadas universitarias en solidaridad con Palestina, se unió a la iniciativa. La propuesta fue permeando en las organizaciones sociales que han denunciado el genocidio que está realizando el Estado sionista de Israel desde los atentados del pasado 7 de octubre de 2023, la fecha se acercaba y el ritmo de adhesiones aumentaba hasta alcanzar la cifra de 218 colectivos. Un esfuerzo que por otro lado no tenía apenas visibilidad en los medios de comunicación; un semana antes en la rueda de prensa convocada en el Ateneo de Madrid con la presencia de los secretarios generales de las dos organizaciones, una compañera palestina de BDS y una activista solidaria de Berlín, solo acudió un medio.
Ese silencio mediático se rompió el 27 de septiembre desde primera hora de la mañana. En Barcelona hubo cortes en avenidas, en Galicia hubo incidencias en la línea férrea y se suspendieron trayectos, en las puertas de Navantia Ferrol se denunciaba “el fascismo israelí” con el apoyo de todo el Comité de Empresa, en Valencia no se informó de los paros y en el metro hubo retrasos, en Granada una concentración frente a la fábrica de armas Fargue denunciaba la complicidad miserable de nuestro Gobierno. Se sucedían huelgas en institutos y facultades, hubo también concentración en Airbus de Getafe o piquetes frente a los supermercados Carrefour de todo el Estado porque la cadena de alimentación francesa colabora con la ocupación y el apartheid. Estos son solo unos pocos ejemplos de entre muchos, en ciudades de todos los tamaños y en algunos pueblos la bandera de la dignidad ondeó hasta juntar a alrededor de 20.000 personas que se movilizaron esa mañana. Lo más importante se contagió pronto: durante el 27 de septiembre la solidaridad con Palestina era visible en numerosos puntos de la península al mismo tiempo, estaba presente en numerosos centros de trabajo y especialmente en las calles. Entonces sí se hicieron eco las radios, las televisiones y la prensa. Nuestro grito de rabia traspasó fronteras y llegó hasta otros lugares del mundo, también hasta Gaza donde supieron que el mundo está con ellos y ellas, que no les vamos a dejar abandonados en estos momentos en los que la comunidad internaciones de manera hipócrita les ha dejado una vez más en la estacada.
Para Carmen Arnaiz, secretaria de Acción Social de CGT: “El 27 de septiembre conseguimos unirnos muchísimas organizaciones de la sociedad civil que hemos sabido juntarnos para hacer lo que había que hacer”. Fueron más de 150 convocatorias en todo el Estado. Para Arnaiz las convocatorias fueron “un éxito absoluto” que además era la respuesta a un llamado a la solidaridad que venía desde Palestina. “Muchísima gente participó con la idea de parar este horror, en una respuesta a un llamamiento de lxs propias trabajadorxs palestinas. Y en ese sentido, hicimos lo máximo que puede hacer un sindicato: convocar una huelga general”. Para la secretaria de Acción Social, un punto fundamental de la convocatoria fue exigir “que el dinero de nuestros impuestos no vaya a gastos militares, sino que sea destinado para las necesidades de toda la población, para la educación y la sanidad pública, para las pensiones, para atender a las personas migrantes… No para enriquecer a los fabricantes de armas capitalistas que negocian con las vidas de las personas”. Y finaliza Carmen Arnaiz en una valoración rápida para Rojo y Negro: “Hay que agradecer a todo el mundo que hizo la huelga, porque se puso en el lado correcto de la historia, en la defensa de los derechos humanos”. Miguel Fadrique, secretario general de CGT, apuntaba en una dirección similar el mismo día de la huelga cuando en todo el Estado se estaban celebrando manifestaciones que reunieron a entre 150.000 y 200.000 personas: “El objetivo lo hemos conseguido, tantas movilizaciones por la mañana y por la tarde lo demuestran. Lo de hoy iba más allá de lo laboral, era un compromiso social. Hemos demostrado que podemos dar voz a mucha gente que está en contra de lo que está ocurriendo, que no quiere ser cómplice. Esperamos que los partidos del Gobierno tomen nota porque esto es un revulsivo para muchas más movilizaciones”.
Quizás el lugar donde la convocatoria tuvo más seguimiento y amplitud fue en Catalunya, el diario La Vanguardia titulaba al día siguiente «Caos en el centro de Barcelona por una manifestación pro Palestina” y señalaba en el texto: ‘La protesta ha causado un enorme colapso circulatorio en el centro de la ciudad’. Para Maribel Ramírez, secretaria de Acción Social de CGT confederal y miembro de CGT Catalunya: “La valoración es muy positiva, ha habido un trabajo muy de base, ha quedado muy bien reflejada la dinámica en equipo de todas las organizaciones sociales con los entes sindicales. En Catalunya las movilizaciones del 27S han sido masivas, con una respuesta muy satisfactoria de la población que rechaza de manera activa el genocidio. CGT ha demostrado que estamos y seguiremos estando”.
Las personas consultadas coinciden en que lo ocurrido en 27 de septiembre es un hito. En el Estado español desde el año 2012 no había una huelga general, entonces sí fue con los sindicatos mayoritarios, en 2018 fue la impresionante huelga general feminista y ahora en 2024 el paro laboral en apoyo al pueblo palestino. Un primer paso, dicen varios de los promotores a falta de un análisis más sereno, que indica la necesidad de confluencia de las organizaciones de clase en estos tiempos de criminalización de las protestas, con partidos políticos de extrema derecha expandiendo su aliento de muerte y destrucción y con partidos “progresistas” como los de nuestro país timoratos e hipócritas a la hora de romper decididamente lazos con el gobierno criminal de Israel. En palabras de David Blanco, secretario de Relaciones Internacionales de CGT, es fundamental en estos momentos “apoyar las movilizaciones que nos piden los sindicatos palestinos”. En ese sentido, se cumplió un objetivo y apunta que además “no se descartan” acciones globales en Europa convocadas por la Red Sindical Internacional de Solidaridad y Lucha. Para Blanco: “La huelga ha sido un éxito para la escasa información previa a la convocatoria que han dado los medios”. Y añade: “Lo que se ha puesto de manifiesto es que hoy en día el sindicalismo combativo si no va de la mano de los movimientos sociales tiene poco recorrido. El 27 de septiembre lo que ha dejado claro es que la suma hace la fuerza. Y ese impulso que está generando la solidaridad con Palestina es el que debe guiarnos para muchas otras luchas que hay en este momento”.

Jacobo Rivero


Fuente: Rojo y Negro