CGT Catalunya decidió convocar huelga general parcial para el día 7 de febrero contra las consecuencias nefastas de las guerras, el belicismo de los gobiernos occidentales y el genocidio del pueblo palestino. Ayer hubo paros en centenares de empresas, tajos e instituciones. La voz de una multitud de personas clamó por un alto el fuego inmediato que detenga una masacre inhumana e injustificable desde todo punto de vista. Ayer 7 de febrero se produjo un acontecimiento de enorme relevancia desde el punto de vista de la solidaridad internacionalista y el apoyo a la resistencia de los pueblos: CGT Catalunya y la Intersindical Alternativa de Catalunya convocaron a miles de personas contra el genocidio israelí cuando se cumplen cuatro meses del inicio de la ofensiva sobre Gaza. Además, 171 organizaciones y entidades, muchas coordinadas por la Coalición Prou Complicitat amb Israel, se sumaron a la convocatoria y organizaron actos de apoyo, piquetes en centros de trabajo, cortes de tráfico y denuncias antes diferentes organismos. Incluso sectores de UGT y CCOO en Catalunya se sumaron a las protestas. Barcelona vibró con las muestras de cariño al pueblo palestino y la indignación por lo que está ocurriendo ante la mirada impasible de la comunidad internacional, con la excepción de Sudáfrica y poco más.

Aunque la idea surgió de nuestro sindicato, el protagonismo de la jornada solidaria estuvo en una ciudadanía que no quiere mirar para otro lado cuando se está aplicando una limpieza étnica. Cuando mediante la ocupación, apartheid, patriarcado y colonialismo están asesinando a miles de inocentes ante los ojos del mundo. Lo vemos cada día con impotencia en nuestras pantallas, el dolor y la injusticia es insoportable. Pero ayer Catalunya demostró que todavía hay dignidad en el género humano, que otro mundo es posible, que la solidaridad es la ternura de los pueblos, que el imperialismo debe desaparecer como práctica de sometimiento de los pueblos. El Secretariado Permanente de la CGT queremos felicitar a todas las personas implicadas en la organización de una jornada que es un ejemplo para el sindicalismo de todo el mundo. Una acción que se suma a las que están realizando también sindicatos en Reino Unido, Canadá, Estados Unidos… de bloqueos contra las empresas que suministran armas o comercian con Israel. Creemos que solo con la intensificación de acciones como la ocurrida ayer en Catalunya, con el boicot, la desinversión y las sanciones – económicas, culturales, deportivas e institucionales- el Estado de Israel detendrá su política de exterminio y aniquilación del pueblo palestino. Esperemos que el Gobierno español tome nota y rompa cualquier todo tipo de relación con el régimen racista de extrema derecha del criminal Benjamin Netanyahu. No basta con hacer declaraciones bienintencionadas, es el momento de actuar.

También ayer 7 de febrero hubo huelgas y movilizaciones en todo el Estado español de agricultores. El motivo de la protesta es la denuncia de la Política Agraria Común (PAC). Un problema motivado que en parte se fundamenta porque hay una competencia desleal por parte de otros mercados que no están sujetos a las normas medioambientales y laborales de la Unión Europea y ofrecen precios más bajos. En este punto no hay un acuerdo comercial comunitario para competir en igualdad de condiciones porque los países no productores se resisten, ya que encarecería la oferta. Además, hay un conflicto por los bajos precios de origen y las relaciones contractuales de productores, fabricantes y distribuidores. Un sistema que se sostiene con acuerdos económicos basados en la explotación de miles de trabajadoras y trabajadores del campo. Ante esta situación, hay un interés político por manipular el conflicto encabezado por la extrema derecha española y algunos poderes mediáticos de corte golpista que se calzan la banderita nacional al hombro. Una élites que buscan la desestabilización política para su propio beneficio y no para el de las trabajadoras y trabajadores agrarios. Sorprende ver en tractores y tertulias de televisión a terratenientes y propietarios de grandes extensiones que son regadas con el sudor de jornaleras y jornaleros. Pero negar el conflicto o señalar la situación como ajena a los intereses de una parte de la clase obrera –como han manifestado de manera imprudente algunos líderes sindicales de UGT y CCOO- es una temeridad que muestra hasta qué punto algunas cúpulas sindicales están alejadas del terreno. En la tractorada no van solo señoritos, también hay agricultores asfixiados por la precariedad y las malas condiciones del sector agrícola.

Como organización sindical de clase, autónoma y combativa la CGT no mira para otro lado: el campo y sus preocupaciones son también las nuestras. La solución a lo que está ocurriendo en el Estado español y buena parte de Europa es global.

Tiene que ver con la soberanía alimentaria, con un modelo sostenible de agricultura ecológica basada en el consumo de proximidad y temporada, con una regulación de los precios y con una responsabilidad medioambiental que vaya de arriba a abajo. También con los acuerdos económicos trasnacionales y las exportaciones de terceros países. En definitiva, con una reforma agraria enfocada –como señalaban ayer las Jornaleras de Huelva en Lucha en Twitter- a las necesidades y derechos de las trabajadoras y trabajadores del campo, a las cooperativas agrarias, a los modelos de producción equilibrados y a los derechos laborales justos. Basado en un compromiso honesto y limpio hacia el consumo. En esa nueva perspectiva de política agrícola están también algunas de las personas que han salido a protestar con sus tractores. Insistimos: los grandes perjudicados por la situación actual no son las multinacionales, ni los terratenientes explotadores de bandera y fuegos artificiales, ni el lobby agrotóxico que arrastra millones de euros en subvenciones y pesticidas. Son las y los trabajadores del campo, la gente que ama a la tierra y que mira al horizonte desde una perspectiva solidaria y coherente con la vida en el medio rural las que tienen todo nuestro apoyo. La clase obrera y el campesinado no están para defender a privilegiados y explotadores.

Lo que ocurre en el mundo rural del Estado español está conectado con lo que ocurre en Palestina o Ucrania. Hoy en día ningún rincón del mundo es ajeno a lo que ocurre con el resto, para bien o para mal la globalización ha conectado nuestros derechos y circunstancias. El negocio de la guerra beneficia a unos pocos y perjudica al bolsillo de las familias de forma directa. Por eso precisamente en la legalización de la huelga del 7 de febrero el Comité Confederal de la CGT Catalunya exponía entre otros motivos de la convocatoria la exigencia de “promover medidas y políticas enfocadas a combatir la pérdida de poder adquisitivo de las personas trabajadoras de Cataluña, que debido a las guerras y la crisis inflacionaria mundial están sufriendo. Las afectaciones directas a los precios derivados de logística de mercancías, energía y alimentos está causando un empobrecimiento generalizado de la clase trabajadora”. La subida de precios, la inflación galopante, el coste de la energía, el negocio de las armas, el cierre de fronteras, las muertes por migrar, el maltrato a las trabajadoras de Huelva, el genocidio de Gaza… son el horizonte que han creado las élites y el capitalismo para someter a las mayorías sociales. Sea en Palestina, Catalunya, Huelva o cualquier rincón del mundo nos tendrán frente a ellos.

¡Viva la lucha de la clase obrera!

Boicot, desinversiones y sanciones a Israel

¡Viva la solidaridad internacionalista!

¡Abajo el capitalismo y la guerra!


Fuente: Secretariat Permanent de CGT-Catalunya