Los dirigentes de CCOO y UGT firman con la CEOE un acuerdo lesivo para los intereses de los trabajadores.-
Tras cinco años de profunda crisis del sistema capitalista, quiebra del sistema financiero mundial, suspensión de pagos de Estados enteros, paro masivo, recortes sociales, etc. los trabajadores estamos asistiendo estupefactos a la cansina monserga de que una nueva reforma laboral es la clave para crear empleo y salir de la crisis. Gobernantes, banqueros, empresarios, académicos, tertulianos y demás arrimados al sol que más calienta, repiten como loros, una y otra vez, la necesidad de más sacrificios para salir del atolladero.
Sin
ningún rubor, se sitúa a los derechos laborales y los salarios en
el Estado español como causantes de la escandalosa tasa de paro. En
un cinismo sin límites, los mismos que han causado el desastre con
su especulación desenfrenada, reclaman rescates con dinero público
al mismo tiempo que el abaratamiento del despido y la reducción
salarial para los trabajadores.
Sin
ningún rubor, se sitúa a los derechos laborales y los salarios en
el Estado español como causantes de la escandalosa tasa de paro. En
un cinismo sin límites, los mismos que han causado el desastre con
su especulación desenfrenada, reclaman rescates con dinero público
al mismo tiempo que el abaratamiento del despido y la reducción
salarial para los trabajadores. Como una lluvia fina, un día sí y
otro también, los trabajadores nos levantamos con la prima de riesgo
en vena, la tasa de paro como amenaza, la crisis y el abismo como
chantaje, si no se aceptan los recortes sociales y de salarios. Al
mismo tiempo, la especulación, el fraude, la corrupción y las
millonarias retribuciones de directivos de empresas y bancos son
simples anécdotas sin importancia ni relevancia alguna. Una campaña
sistemática del miedo que utiliza la desesperación de millones de
familias trabajadoras para servir sus intereses, y el paro causado
por ellos como coartada para imponer las viejas recetas del mercado.
Las
falsas justificaciones del acuerdo
En
este contexto, los dirigentes de UGT y CCOO lejos de combatir todas
las presiones y falsos argumentos patronales, han hecho todo lo
contrario firmando un nuevo pacto antisocial el pasado 25 de enero,
suscribiendo todos y cada uno de los argumentos de la CEOE y la
derecha. Una nueva cesión que se suma al recorte de las pensiones
firmado el año pasado y a la pasividad escandalosa mostrada frente
al recorte de derechos en la negociación colectiva y la extensión
de los contratos temporales. Ante esta campaña tan intensa y sin
respuesta sindical no es sorprendente que muchos trabajadores se
pregunten si hay algo de verdad en todo esto, una reforma laboral
¿crea empleo?, reducir los salarios ¿reactiva la economía? La
respuesta a estas y otras preguntas es “no” y lo vamos a
argumentar examinando detenidamente el documento firmado el pasado 25
de enero bajo la denominación de II Acuerdo para el empleo y la
negociación colectiva.
En
primer lugar, es necesario recordar que dicho texto no tiene
relevancia jurídica alguna, pero sí una gran importancia
político-sindical, en el sentido de hacer una recomendación a 3
años de las líneas generales que deben marcar la negociación
colectiva en las diferentes ramas y sectores. El pacto, en su
preámbulo, contiene frases clarificadoras del pensamiento de los
firmantes, como la siguiente: “El mayor crecimiento de los precios
interiores y los salarios nominales en España en relación con los
países de la zona euro y del resto de la UE han sido un elemento
determinante en la pérdida de competitividad de la economía
española”. Realmente, sólo se puede decir que es increíble
que unos dirigentes sindicales acepten sin más esta tesis interesada
de los empresarios. El argumento de que son los salarios los
principales responsables de la subida de precios se derrumba ante el
más mínimo contraste, basta examinar los datos proporcionados por
el mismo Instituto Nacional de Estadística (INE) que para el periodo
2001-2009 refleja que los precios (IPC) crecieron en un 31,6%, esto
sin incluir la disparatada subida de la vivienda; mientras el salario
medio sólo lo hizo en un 13,9%, casi 20 puntos de diferencia que
refleja el descomunal excedente acumulado para los beneficios
empresariales. Asimismo la misma UE, a través de Eurostat, muestra
por ejemplo como el salario mínimo español es de los más bajos de
Europa, por debajo incluso de Grecia. En el Estado español, el SMI
se encuentra en 641 euros (congelado por el PP nada más entrar en el
gobierno), mientras en Grecia está en 739 euros, Francia en 1.365
euros o Irlanda en 1.499 euros. Igualmente, según la misma agencia
europea, el salario medio español (22.500 euros) también es de los
más bajos de Europa y un 20% por debajo de la media europea,
teniendo en cuenta además que el salario medio no refleja la mayor
parte de los salarios, siendo el más frecuente el de 15.500 euros.
Siguiendo
en sus equívocos, los firmantes continúan: “la economía española
necesita mejorar su cuota de mercado nacional e internacional, es
decir, mejorar las exportaciones y reducir las importaciones, para de
esta forma conseguir un uso más óptimo de la capacidad productiva
instalada e incrementar el empleo”. Seguidamente nos dan sus
recetas para conseguir esto: “… es imprescindible un acuerdo
social sobre precios y rentas (salarios y beneficios distribuidos)
(…) La economía española necesita, a corto plazo, que los precios
crezcan por debajo de la media comunitaria”. Aparentemente
perfecto, impecable, pero los susodichos firmantes nos ocultan que
los precios en el mercado mundial nos vienen dados por un valor
determinado (compuesto por múltiples factores históricos,
monopolios, capacidad tecnológica, tipos de cambio, etc.) que
explican que países como Alemania tengan un saldo comercial positivo
con un salario medio que dobla al español. Los salarios de un país
no determinan los precios en el mercado mundial; por consiguiente,
una reducción salarial, sin más, va directamente a incrementar los
beneficios empresariales.
Al
final, los firmantes del pacto antisocial reconocen solapadamente que
la inversión que se derivaría de la moderación salarial es sólo
una hipótesis, cuando dicen: “la recuperación de los márgenes
económicos debe servir al aumento de las inversiones (…)”.
Así, construyen un castillo de naipes al suponer que el aumento
de los beneficios a costa de los trabajadores va a llevar consigo un
aumento de la inversión, pasando por alto el actual contexto de
crisis del capitalismo mundial, la saturación de los mercados y la
sobreproducción generalizada, de cuyo vivo ejemplo es la economía
china que está viendo como disminuye el crecimiento de su economía
por la dificultad para colocar sus productos en los mercados
mundiales. Unos beneficios que, en el menos malo de los casos, sólo
van a ir a pagar la gigantesca deuda de las empresas españolas: 1,29
billones de euros, un 130% del PIB (la mayor del mundo), y en el peor
de los casos, a seguir engordando las cuentas bancarias de
empresarios y banqueros en Suiza y los paraísos fiscales como nos
tiene acostumbrados la parasitaria burguesía española.
Beneficios
para la patronal, riesgos y pérdidas para los trabajadores
Las
contradicciones de los firmantes se detectan en cuanto nos adentramos
en el contenido del pacto. En el mismo, todas y cada una de las
medidas y cláusulas obligacionales van dirigidas a los salarios y
las condiciones laborales, mientras para los empresarios y sobre el
control de los precios sólo existen recomendaciones y buenas
intenciones. Unas obligaciones que demuestran que la creación de
empleo no es el objetivo de los firmantes, sino el aumentar los
márgenes empresariales. En el pacto se establece lo siguiente:
a)
Prioridad de los
convenios de empresa.
Los firmantes dan por buena la contrarreforma laboral anterior y
ordenan que aspectos sustanciales como el tiempo de trabajo, las
funciones y el salario sean regulados a nivel de empresa. Asimismo,
impulsan las medidas de arbitraje para imponer en la empresa la
rebaja de condiciones laborales, desactivando la vigencia de los
convenios colectivos en caso de desacuerdo de las partes.b)
Se reserva un 10% de la jornada anual a conveniencia del
empresario para que las distribuya como le plazca en el
calendario laboral, así como una bolsa de 40 horas para poder
cambiar el calendario acordado previamente. Asimismo, se establece
que en la negociación colectiva se le dé todavía más poder al
empresario para superar ese 10% de distribución irregular del
tiempo de trabajo, impulsando las medidas de arbitraje de la
contrarreforma laboral.c)
Se establece la disolución de las categorías profesionales en
grupos profesionales y se impulsa la polivalencia funcional. La
movilidad funcional podrá extralimitarse con acuerdo
empresa-trabajador. Esto es, abrir la puerta al trabajador-orquesta
que realice funciones de diferentes grupos profesionales para
contratar menos personal.d)
La sustitución de parte de la estructura salarial fija,
introduciendo el salario variable en función de los
resultados de la Empresa. Esto es, que el trabajador asuma los
riesgos del negocio empresarial que en la práctica supone
introducir la competencia entre trabajadores para conseguir un
salario de subsistencia.e)
La parte del salario fijo sólo se incrementará un 0,5% en el
año 2012 y un 0,6% en 2013. Asimismo, la revisión salarial por
la desviación de la inflación, será la más conveniente para
incrementar el salario lo menos posible. En este sentido, se
introducen los criterios de que si los precios en España crecen más
que la media de la UE, se aplicarán los de la UE y viceversa.
Asimismo, se transmite a los salarios los riesgos derivados de una
hipotética subida del precio del petróleo superior al 10%,
descontando del IPC los combustibles y los carburantes. Medidas
especialmente graves por el destrozo salarial que puede ocasionar a
los trabajadores, sobre todo ante los riesgos de una subida
descontrolada del petróleo por la crisis en Oriente Medio o una
eventual salida del Estado español del euro (aunque improbable a
corto plazo), con la correspondiente devaluación monetaria que
haría que los salarios soportaran todo el peso de un shock de esas
características por la dependencia energética que tiene el país.f)
Se aplica la
contrarreforma laboral en las cláusulas de descuelgue salarial y
de modificación sustancial de las condiciones de trabajo. Los
firmantes se emplazan a dar vía libre al arbitraje para imponer el
descuelgue del convenio en caso de desacuerdo entre las partes.
Como
se puede comprobar, son medidas que van en la dirección de aumentar
la tasa de ganancia empresarial, incrementando la explotación de la
mano de obra y rebajando salarios. Medidas que sólo se pueden
traducir en más paro y más crisis, al deprimir la demanda por la
reducción de salarios, a los que se une la brutal subida de
impuestos a las rentas del trabajo reflejada en el IRPF por parte del
gobierno del PP. Son medidas que van en la dirección contraria a la
creación de empleo que dicen los firmantes. En realidad, ya en las
empresas, el chantaje empresarial está provocando un incremento
drástico de los ritmos de trabajo y del poder empresarial (mal
llamada flexibilidad interna), que se está manifestando en un
aumento de la explotación de la mano de obra que lleva consigo algo
elemental, producir más con menos, y eso sólo tiene la traducción
de más paro.
El
pacto antisocial abre las puertas a una reforma laboral dura e
inminente
Si
la intención de los dirigentes sindicales de UGT y CCOO era dar la
razón a los empresarios y la derecha en todo, para frenar una
reforma laboral dura, diciéndoles “no os preocupéis en
legislar que ya lo hacemos nosotros”, han conseguido todo lo
contrario. La firma del pacto antisocial ha abierto la puerta a una
reforma laboral que puede lesionar derechos históricos de los
trabajadores. Tan solo cinco días más tarde del pacto, el pasado 30
de enero, Mariano Rajoy lo dejaba claro en una no casual charla
informal cuando dijo “ la reforma laboral me va a costar una
huelga”, en un mensaje claro a los sindicatos, dejaba entrever
sus intenciones. En los siguientes días, numerosos medios económicos
están avanzando la reforma laboral que prepara el gobierno del PP,
que no es otra que un salvaje abaratamiento del despido vía
facilitar todavía más las causas del despido objetivo, por el que
el empresario puede despedir de forma procedente por tan sólo una
indemnización de 20 días por año trabajado, así como aplicar ya,
directamente, la abolición para todos los nuevos trabajadores de la
indemnización de 45 días por año trabajado.
La
nefasta política de pactos de los dirigentes de UGT y CCOO les ha
llevado a un callejón sin salida, en el que ven por un lado que la
derecha se prepara para aplicar una contrarreforma laboral histórica
contra los derechos de los trabajadores y, por otro lado, estos
mismos dirigentes se han comprometido a ejercer la represión contra
sus propios afiliados para imponer las draconianas medidas de ajuste
que recoge su pacto antisocial con la patronal.
Responder
con la movilización
Se
acercan días decisivos para la clase obrera del Estado español, la
derecha y el capital están preparando el gran saqueo, sumado a lo
que los trabajadores ya venimos padeciendo en los últimos años. No
es hora de pequeñas fricciones, ni de sectarismos, es hora de forjar
una inquebrantable unidad de toda la clase obrera como un solo hombre
y una sola mujer para hacer frente a un plan de ajuste salvaje e
injusto. Hoy más que nunca, con más de 5 millones de parados ,las
palabras de Marx y Engels en El Manifiesto Comunista, “la burguesía
no es capaz de dominar porque no es capaz de asegurar al esclavo la
existencia ni siquiera dentro del marco de esclavitud”, vuelven con
toda su vigencia.
El
movimiento 15-M ha sido una pequeña muestra de la rabia que existe
bajo la superficie, pero para hacer frente a la brutal y sistemática
ofensiva de los capitalistas contra nuestros derechos es necesario
responder de una forma mucho más organizada, con una perspectiva de
lucha por la transformación social y en el que la clase obrera
juegue un papel central. Un plan de lucha serio y a la altura de los
ataques que estamos sufriendo sería una garantía de unidad de la
clase obrera ya que respondería a una demanda que está presente en
toda la base de las organizaciones sindicales y políticas de la
izquierda, incluyendo, por supuesto, en los afiliados de CCOO y UGT.
Hay que dar el paso de la huelga general, una huelga con perspectiva
de continuidad y con la participación desde abajo, para defender en
la calle, con uñas y dientes, las conquistas sociales que tanta
represión, cárcel y muerte costaron a millones de obreros, nuestros
hermanos, en los últimos 100 años. No nos interesan las ruinas del
capital, como decía Buenaventura Durruti
“ No
tenemos miedo de las ruinas, llevamos un mundo nuevo en nuestros
corazones”.
David
Bernardo Nevado, Afiliado a CGT Málaga
Fuente: David Bernardo Nevado