Las Naciones Unidas declararon el estado de hambruna en zonas golpeadas por la sequía en el sur de Somalia, en medio de una de las peores crisis humanitarias de los últimos 50 años. Casi la mitad de la población de Somalia, es decir, 3.700.000 personas, estarían en estado de "crisis", la gran mayoría de ellas en el sur. El coordinador de asuntos humanitarios de la ONU, Mark Bowden, afirmó que es probable que la crisis se agrave.
Bowden dijo:
“Puedo confirmar que esta evaluación resalta la impactante gravedad de la crisis que enfrentan millones de personas en Somalia en este momento. Más específicamente, el análisis que se ha realizado confirma que existe un estado de hambruna en partes de las regiones de Bakool y Lower Shaballe del sur de Somalia. El resto de esa zona del sur está en condiciones cercanas a la hambruna, y es probable que las condiciones sigan empeorando en el próximo mes».
En http://www.democracynow.org/es/2011/7/20/titulares#1
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Bowden dijo:
“Puedo confirmar que esta evaluación resalta la impactante gravedad de la crisis que enfrentan millones de personas en Somalia en este momento. Más específicamente, el análisis que se ha realizado confirma que existe un estado de hambruna en partes de las regiones de Bakool y Lower Shaballe del sur de Somalia. El resto de esa zona del sur está en condiciones cercanas a la hambruna, y es probable que las condiciones sigan empeorando en el próximo mes».
En http://www.democracynow.org/es/2011/7/20/titulares#1
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Somalía, la hambruna que precede al combate
Por Maximiliano Sbarbi Osuna (publicado en el diario BAE el 16/03/2010)
El control de gran parte de
Somalía por parte de la milicia islámica Al Shabab y la corrupción,
descubierta recientemente, en el Programa de Mundial Alimentos (PAM) de
la ONU, está provocando una crisis que dejaría sin comida, agua y
medicamentos a tres millones de personas.
Un informe elaborado por la propia ONU, que se filtró a la prensa y
que publicó parcialmente el diario The New York Times, revela gravísimas
manipulaciones en la ayuda mundial al castigado pueblo de Somalía, que
hace 19 años que se encuentra atrapado en una guerra civil.
De acuerdo con el informe, los tres contratistas que trabajan con la
ONU en Somalía utilizan los alimentos en beneficio propio, ya que venden
parte de la ayuda a grupos armados. La mitad de los insumos que la ONU
aporta se desvían a las guerrillas pro estadounidenses y también al
gobierno de transición sostenido por Washington, la Unión Africana (UA) y
la ONU.
Por su parte, las milicias islámicas, que controlan la capital
Mogadiscio, el centro y el sur del país, obtienen beneficios al cobrar
un impuesto a los vehículos de la ONU que transportan los alimentos a
las poblaciones más alejadas de la costa.
Pero, los sectores que más se favorecen son los clanes que luchan
junto con el ejército somalí contra los religiosos de Al Shabab.
Las ganancias que obtienen las guerrillas pro norteamericanas con el
robo de los suministros del PAM son utilizadas para comprar armas.
Además, los grupos armados crean un clientelismo con parte de la
población, por el que captan más militantes a cambio de dinero y comida.
En tanto, el informe también denuncia que el gobierno de transición
somalí vende visados diplomáticos a los únicos somalíes que tienen los
recursos necesarios para comprarlos: varios de los piratas que actúan en
las costas del Océano Índico desde 2007 y que han podido ingresar a
Europa con pasaportes oficiales del gobierno somalí.
Según el documento, el nivel de corrupción es tal, que hasta varios
empleados de la ONU en Somalía están involucrados en la malversación de
los recursos del PAM.
Abdulá Ali Luway, un empresario contratado por el PAM y UNICEF,
habría sido un doble agente que colaboraba con Al Shabab al gestionar el
pago de rescates de los occidentales secuestrados, de acuerdo con el
informe.
A comienzos de marzo Al Shabab, que domina la mayor parte del país
prohibió la distribución de alimentos de la ONU en Somalía. Esta acción
evidencia que el PAM se estaba utilizando para fortalecer a las
guerrillas anti islámicas.
Al Shabab, aliada de Al Qaeda, había llegado al poder en 2006, luego
de 15 años de ausencia total de gobierno en Somalía. Inmediatamente, el
ejército de Etiopía invadió el país en concordancia con bombardeos
estratégicos norteamericanos, lo que provocó la huída de los religiosos.
En junio del año pasado, Al Shabab logró nuevamente hacerse con el
control de gran parte del país, al igual que la capital y la ciudad de
Baidoa, en donde reside el gobierno provisional sostenido por los EE.UU.
Clima de guerra
Ante el incremento de la ofensiva de Al Shabab, Washington anunció
días atrás que podría suspender su aporte al PAM, lo que pondría en
riesgo a los tres millones de civiles que necesitan desesperadamente la
ayuda externa.
Al Shabab había bloqueado en enero la distribución de los alimentos,
lo que provocó que la ONU se replanteara un cambio de estrategia, ante
la fortaleza de los religiosos. Ahora, Washington y la UA podrían buscar
el apoyo de la población somalí, pero no mediante la manipulación de
los alimentos, sino bloqueando las ayudas en este momento que Al Shabab
domina el país.
De esta manera, la extorsión consiste en que si los civiles apoyan la
inminente ofensiva bélica que se vine anunciando en los medios desde
comienzos de marzo, se podría liberar a Somalía de un duro régimen
islámico y de la hambruna, ya que inmediatamente se daría la orden de
continuar con la ayuda.
Desde junio pasado, cuando la capital provisional cayó en manos de
los religiosos, los EE.UU. y Francia entrenaron a miles de somalíes en
campos situados en Etiopía, Yibuti y Kenia. El ataque que comenzaría en
estos días estaría compuesto por unos cinco mil soldados somalíes, que
se suman a las tropas de la UA (otros 5 mil) y es posible que se vuelvan
a sumar fuerzas etíopes.
Por su parte, Al Shabab contaría con unos 5 mil soldados. En tanto,
el gobierno de los EE.UU. anunció que va a proporcionar logística, armas
y en caso de que fuese necesario, aportaría fuerzas especiales en
tierra.
No es casual que Washington anunciara ahora que podría suspender su
participación en el PAM, ni tampoco que el informe sobre la corrupción
dentro de la ONU se publique precisamente en estos días. Con este
anuncio se crearía un consenso internacional para interrumpir la ayuda
alimentaria hasta después del ataque. Evidentemente, la ofensiva bélica
sobre Mogadiscio se está preparando no sólo en el terreno militar, sino
también a nivel diplomático y mediático.