"Lucha contra la pobreza" nos dicen.
"Apadrina un niño" nos venden.
"Compra.. tú ganas si te toca… ellos ganan siempre", nos insultan El País y la UNICEF.
La creciente degradación de las naciones unidas y de sus organismos es tal que su único objetivo es convencer al mundo (rico y pobre) que la mejor solución para las injusticias y la desigualdad, fruto de la explotación y el dominio de los estados y de las multinacionales (generadores de la pobreza real de millones de personas en el planeta), es reconvertir la solidaridad y la igualdad en las relaciones internaciones en una feria de apuestas de lotería, en una inmensa sociedad anónima de las conciencias tranquilas.
La creciente degradación de las naciones unidas y de sus organismos es tal que su único objetivo es convencer al mundo (rico y pobre) que la mejor solución para las injusticias y la desigualdad, fruto de la explotación y el dominio de los estados y de las multinacionales (generadores de la pobreza real de millones de personas en el planeta), es reconvertir la solidaridad y la igualdad en las relaciones internaciones en una feria de apuestas de lotería, en una inmensa sociedad anónima de las conciencias tranquilas.
Ahora incluso financian a imaginativos gabinetes de marketing para conseguir mayor efecto mediático y, a imitación del casi extinto movimiento antiglobalización, convocan manifestaciones internacionales en las grandes capitales del planeta para, aseguran, presionar a los gobiernos a que se mojen en su lucha contra la pobreza. O se premia a los grandes multimillonarios por sus obras filantrópicas, a las que se pueden dedicar porque previamente han monopolizado el mercado y explotando sin miramientos al medio ambiente y a cientos de miles de trabajadores (Bill Gates pongamos por caso). O se ensalzan las alternativas del supuesto capitalismo «humanitario», como la banca de los microcréditos, la mejor manera de mostrar que el capitalismo es viable siempre que la codicia no sea su guía. El mensaje es sencillo : compra lo que se te vende y obtendrás el valor añadido de estar ayudando al llamado mundo en desarrollo, a través de las nuevas multinacionales de las conciencias tranquilas que son las múltiples ONGs de todo tipo y pelaje.
Pero la simpleza del mensaje esconde otro subliminal, como casi siempre en la ingeniería publicitaria : con presionar a los poderes públicos para que dediquen algo más de sus presupuestos (es decir, el de todos) en la «ayuda al desarrollo» (instrumento estupendo que esconde siempre intereses políticos y comerciales entre los países) es suficiente para paliar el estado de miseria en que se encuentra la otra mitad del planeta. De este modo, no hay que denunciar al estado ni al capital, no hay que luchar contra la clase política ni contra los capitalistas, no hay que impugnar los múltiples atropellos (ecológicos, sociales, económicos y humanos) de las multinacionales. Por que al fin y al cabo la globalización es un bien preciado que a la larga generará bienestar a todo el mundo y en todos los rincones. Y la pobreza es sólo una transitoria situación que puede ser paliada siempre y cuando los fondos que se destinen a ello sean gestionados por las corporaciones que saben hacerlo, como el Fondo Monetario Internacional o el Banco Mundial, o cualquier otra «bienintencionada» ONG de las finanzas transnacionales.
Luchar contra la pobreza no es luchar contra las causas que la generan, si no endulzarla y hacer de la pobreza algo honrosamente llevadero, si se consigue eliminar (o esconder) sus consecuencia más nefastas : las enfermedades por desnutrición, la muerte por hambre o por falta de higiene. Que los y las pobres muestren sus caras sonrientes, eso es lo que hay que conseguir, con eso es suficiente, aunque las sonrisas sean de papel pintado y sigan sometidas al miedo, a la represión, a la falta de libertades, a la tiranía de los poderosos del dinero y de los gobiernos, al trabajo a destajo, mal pagado, sin libertad para expresar lo que se piensa, lo que se sueña o lo que se desea. Y sobre todo, que no vengan en tropel a buscarse la vida al mundo que no les ha tocado en fortuna. Esta es la pobreza de los hipócritas. Esta es la pobreza de las naciones unidas, que ante su incapacidad estructural y crónica, quiere hacernos a todas y todos cómplices de su propia impostura.
Antonio Carretero
Fuente: Antonio Carretero / Secretario Acción Social de CGT