En España tenemos un tiempo anual de trabajo bastante generoso. Los Convenios Colectivos marcan una media superior a las 1.600 horas anuales de trabajo (1.680 horas en el Convenio Colectivo de las Cajas de Ahorros), cifra similar a la de Europa (UE-15). Sin embargo, según datos de 2007 de la OCDE, un español trabaja 1.655 horas, por encima de la media de la UE-15 (1.616) y a gran distancia de países como Alemania (1.433), Países Bajos (1.391) o Francia (1.568).
Tenemos unas jornadas laborales interminables, de sol a sol. Unos horarios disparatados, para la comida y la «siesta».
Y las patronales seguro que quieren arreglar estos desajustes y normalizar la situación -formaría parte de la «convergencia europea»-. Pues no, nos salen con la maniobra de distracción de los «puentes/acueductos». Nos facilitan unos datos multimillonarios de pérdidas (dicen que calculados a partir de los obtenidos en días de huelga), y con una propuesta de pasar la mayoría de festivos al lunes (con permiso de la Iglesia).
Tenemos unas jornadas laborales interminables, de sol a sol. Unos horarios disparatados, para la comida y la «siesta».
Y las patronales seguro que quieren arreglar estos desajustes y normalizar la situación -formaría parte de la «convergencia europea»-. Pues no, nos salen con la maniobra de distracción de los «puentes/acueductos». Nos facilitan unos datos multimillonarios de pérdidas (dicen que calculados a partir de los obtenidos en días de huelga), y con una propuesta de pasar la mayoría de festivos al lunes (con permiso de la Iglesia).
Nada nos dicen de racionalizar las jornadas laborales y los horarios. Bueno, sí: hay que trabajar más horas y más días, por menos salario, que los trabajadores tenemos que levantar la economía y el país (y mantener el robo de «los mercados»).
Nada nos dicen de que el tiempo de trabajo de los Convenios Colectivos es imperativo, con las 14 fiestas anuales o sin ellas. Festivos que están en la línea de los otros países europeos, que tampoco es que en España nos los regalen.
Siempre nos comparan con (el resto de) Europa en lo negativo; nunca se quiere «importar» lo positivo. Salvo los horarios especiales y a turnos, en el resto de Europa lo normal es apagar las luces de la oficina entre las 5 y 6 de la tarde. Aquí lo habitual es salir de casa antes que el sol, y llegar de noche (con los niños, quien los tenga, normalmente ya durmiendo).
Son «costumbres» originarias de la época de la posguerra (años cuarenta del pasado siglo). Se corresponden con un tiempo en el que era habitual el «pluriempleo»; salarios míseros y grandes necesidades que provocaban el tener dos o tres empleos -a lo mejor este es uno de los motivos de no corrección, el volver a las condiciones laborales y sociales de entonces-. El origen después se ha ido disfrazando con diferentes máscaras, algunas de las cuales alcanzan la comicidad: como que el clima soleado acompaña los horarios y jornadas extensos (¿para qué disfrutar del clima cálido con el merecido tiempo libre, pudiendo estar en el «tajo»?).
Se premia el «presentismo», y se valora al trabajador por elementos y actitudes que exceden del ámbito puramente laboral y profesional; echando en cara la «osadía» del que cumple (en el sentido extenso del término) con su jornada y horario.
¿Quién no conoce horas extraordinarias fraudulentas? No retribuidas o pagadas en dinero «b» (negro). Millones de horas no cotizadas a la Seguridad Social, no ingresadas en la Hacienda Pública; y que significan miles de puestos de trabajo.
También hacen su papel (y Bankia/BFA no es una excepción) los aprendices torpes de dirección y de directivo. Que pueden hacer lo que quieran con su tiempo libre y ámbito personal, pero que no tienen ningún derecho a dictar la renuncia a la conciliación de la vida personal y familiar y la profesional de sus subordinados.
Algunos de estos jefecillos y directivillos, candidatos a medrar, se permiten el lujo de dar lecciones de «solidaridad». Reyezuelos grandes productores de «excels», de «powerpoints» y «outlooks», artistas del «gráfico» y el «ratio» que tienen la caradura de ordenar enviar un parte de venta a las siete de la tarde. Que tienen la jeta de pedir explicaciones por cumplir con la jornada de trabajo, y utilizar el tiempo libre en lo que le dé la gana a cada uno (y no en enviar un correo electrónico desde la oficina, simultaneado con otros asuntos no profesionales).
Suelen coincidir con los que exigen que los productos se vendan «sea como sea», aunque no encajen en el perfil del cliente, no se cuente toda la verdad, o se bordee la legalidad -por decirlo suavemente-, (no hace falta irnos muy lejos en el tiempo, todos recordamos la venta de acciones de Bankia).
También puede haber quien se pregunte por los subordinados que obedecen esas órdenes, por otra parte ilegales y fraudulentas (Seguridad Social y Hacienda), y prueba de amortización (despidos) innecesaria de puestos de trabajo. Eso sí que es «insolidario».
Estos mismos personajes son los que felicitan las fiestas, brindan por el nuevo año, y levantan la copa de cava por el ascenso esperado y ¿merecido? Muchos de los cuales alaban la conciliación, la igualdad, y el «maravilloso capital humano».
Juan Carlos Rubio, Secretario General SABEI-CGT Bankia – Illes Balears
www.sabeibankia.org
Fuente: Juan Carlos Rubio