Artículo publicado en Rojo y Negro nº 390 junio.

Hace ciento treinta años, después de visitar el país de las maravillas, Alicia se metió en un espejo para descubrir el mundo al revés. Si Alicia renaciera en nuestros días, no necesitaría atravesar ningún espejo: le bastaría con asomarse a la ventana. Al fin del milenio, el mundo al revés está a la vista: es el mundo tal cual es, con la izquierda a la derecha, el ombligo en la espalda y la cabeza en los pies.
(Eduardo Galeano, Patas Arriba)

A diario, desde hace ya siete años, le canto a mi hija “el mundo al revés” en versión de Paco Ibáñez… había una vez, un lobito bueno, al que maltrataban todos los corderos; había también un príncipe malo una bruja hermosa y un pirata honrado. Todas estas cosas había una vez, cuando yo soñaba un mundo al revés…
El juego del mundo al revés, consigue que el sueño la atrape y, además, desde que utiliza la racionalidad, ahora el juego se traslada a la vida cotidiana, el colegio, la escuela, las tareas, las obligaciones, las responsabilidades, las amigas y amigos, los compromisos… y cual “bruja hermosa” (que lo es), le da la vuelta a la realidad y dice por ejemplo a la pregunta de… ¿qué tal has trabajado hoy en la escuela, ha ido bien?, su respuesta siempre es la misma… mal, muy requetemal, que en su realidad invertida (mundo al revés), significa que está muy satisfecha con sus profes, sus compas y sus conocimientos.
Creo que como Alicia, el meterse en el espejo para descubrir el “revés del mundo, de la realidad”, hoy mi hija y nosotras, no necesitamos hacerlo, pues una inmensa mayoría, bien de manera activa (consentimiento), bien simplemente desde la equidistancia (no mojarse, no actuar), bien desde el resentimiento y el individualismo, analizan, perciben y sienten que el “mundo al revés” del odio, la desigualdad, la inhumanidad, la desidia, las injusticias (todas), la violación constante y permanente de los más elementales derechos humanos y universales, la insolidaridad y el sálvense quien pueda, como rector de nuestros comportamientos… consideran que este es (o debe ser) el mundo “real”.
Desde el juego de invertir lo que es de verdad, de lo que sucede realmente, pongamos una premisa que constituye la “verdad invertida” en la boca del actual presidente (“Pedro el ofendido», cuando le mientan a su mujer”): …la economía española va como un cohete…, ¿qué economía española es la que va como un cohete?
Desde la realidad de las empresas (todas en general y particularmente quienes son dueños y señores (las señoras, también, pero en menor cantidad) de las grandes corporaciones que dominan todos los recursos esenciales para la vida: energía, movilidad, infraestructuras, comunicaciones, alimentación, etc., claro que va su economía como un cohete: llevan tres años de beneficios privados jamás conocidos y llevan décadas y décadas de ejercicios sin contribuir a lo común, expoliando de esta manera (hay otras aún más perversas) la economía de la mayoría social, que carece de rentas suficientes, casas, salud, educación y cuidados, para poder vivir con alguna dignidad.
La economía de la pobreza extrema o la economía de la precariedad, que muchas generaciones vivieron hasta los años 70/80 del siglo XX, al menos en mi pueblo (de la Castilla profunda y reaccionaria), tenían sus trucos para sobrevivir o aparentar que se sobrevivía… cuando el calcetín estaba sucio, pues se le daba la vuelta y a continuar “palante”, y cuando había enfermedades pues ibas al médico del pueblo y pagabas en especie”, porque D. Fulano nos ha recetado penicilina, que eso sólo es “accesible para los amos y los señoritos”… y ahora esa realidad perversa, inhumana, de sociedad desigual y del privilegio, autoritaria y cruel, se nos presenta de manera invertida (como el calcetín del revés), como el “verdadero mundo”, donde la mirada de los ninguneados y ninguneadas, de los sin futuro porque les han despojado del presente, de quienes carecen del derecho al mero reconocimiento como seres humanos con adscripción a una tierra, a un espacio, a unos recursos… se les niega y se les destruye, en nombre de la libertad, y las reglas de juego (derecho internacional, Derechos Universales) son cambiadas (no sólo no respetadas y violadas a diario) en función de “intereses geoestratégicos”.

El mundo al revés premia al revés: desprecia la honestidad, castiga el trabajo, recompensa la falta de escrúpulos y alimenta el canibalismo. Sus maestros calumnian la naturaleza: la injusticia, dicen, es la ley natural…

Mi hija y yo, puestos a seguir con “el mundo al revés”, le damos la vuelta a canciones como la del “barco de papel” y reivindicamos que los barcos de papel sí pueden navegar, una dos tres… millones de semanas, y nos negamos a “navegar” en cruceros o mercantes, que trasladan millones de toneladas de mercancías a diario, para ese “mundo invertido”, donde la vida va como un cohete hacia el abismo de la barbarie.

Desiderio Martín Corral

Gabinete de Estudios Confederal de la CGT


Fuente: Rojo y Negro