Artículo publicado en Rojo y Negro nº 391, julio-agosto 2024

Esperanto en España (y tercera parte)

Continuando con el bando republicano de la Guerra Civil, diremos que la publicación en esperanto más conocida se editó en Valencia (capital de la república): “Popola Fronto” (Frente Popular). Fue editado por el Grupo Laborista Esperantista (Grupo obrero esperantista) de Valencia y su redactor jefe era un esperantista muy conocido, Luis Hernández Lahuerta, que había organizado en dicha ciudad el congreso de 1934 de la ya mencionada SAT.
También en Valencia se empleó la radio como medio de propaganda. Dos emisoras emitieron en esperanto, una bajo la responsabilidad del Partido Socialista y otra del Partido Comunista.
Además, en el frente, se organizaron gran cantidad de cursos de esperanto donde aprendieron algunos de los miembros más destacados de la generación posterior de esperantistas. Estos cursos fueron especialmente populares en aquellos casos en que esperantistas extranjeros formaban parte de las unidades militares.
Por otra parte, también se organizó el envío de material a España por parte de los colectivos esperantistas internacionales. Así, la Unión de Esperantistas Soviéticos organizó una campaña de envío de cartas de apoyo, material de propaganda, literatura, etc. a los combatientes esperantistas. También enviaron material y realizaron colectas los grupos esperantistas de carácter obrero, ligados a SAT.
No obstante, los enfrentamientos dentro del campo republicano tuvieron también su reflejo entre los esperantistas, y la lucha ideológica entre fracciones se trasladó a las publicaciones en esperanto. Los principales enfrentamientos tuvieron lugar a mediados de 1937 con motivo de los sucesos de Barcelona. “Sennaciulo” (órgano de SAT) publicó un artículo muy crítico con el gobierno republicano y la influencia comunista. “Popola Fronto” respondió acusando a los anarquistas y poumistas que habían participado en los sucesos de agentes de Franco, de acuerdo con la versión oficial más extremista. A comienzos de 1938, la revista cultural de SAT, “Sennacieca Revuo” publicó la traducción de un artículo de la revista francesa “L’Espagne nouvelle” que finalizaba con el eslogan “Para vencer a Franco hay que vencer primero a Stalin”. “Popola Fronto” protestó enérgicamente expresando la sospecha de que el autor estaba pagado por Franco, pero sin citar el eslogan.
Al finalizar la guerra civil, organizaciones esperantistas acogieron gran cantidad de refugiados en sus círculos solidarios.

El Esperanto en el bando nacional
En general el esperanto no estaba considerado favorablemente entre los círculos sublevados. Tenía la imagen de lengua de izquierdistas y ni siquiera los numerosos esperantistas presentes en el ejército o la iglesia lograron disipar las sospechas. Sin duda influía también la prohibición que pesaba sobre toda actividad esperantista organizada en Alemania, cuyo régimen consideraba al esperanto como lengua de judíos. El cierre de todas las sociedades esperantistas en Portugal en septiembre de 1936 fue el comienzo de un periodo en el que las autoridades identificaban cualquier actividad relacionada con el esperanto con objetivos revolucionarios izquierdistas.
En consecuencia, los grupos esperantistas fueron cerrados en la mayoría de las ciudades donde triunfó la rebelión o según se iban conquistando por las tropas de Franco. La principal excepción la constituyó Zaragoza, donde el presidente del grupo esperantista era el coronel Ramón de Salas Bonal. De Salas se adhirió a la rebelión y fue incluso gobernador militar, pero se opuso enérgicamente a cualquier medida en contra del grupo esperantista.
A comienzos de 1937 se publicaron informaciones de que “en diversas ciudades se fusilaba a todos los esperantistas que se encontraban, acusándoles de simpatía hacia los bolcheviques”. Especial atención recibió la información de la ejecución por las tropas franquistas de todo el grupo esperantista de Córdoba. La información corrió por todo el mundo esperantista y algunos medios conservadores como “Espero Katolika” (Esperanza Católica) hicieron llegar su inquietud al Cuartel General nacional que negó categóricamente la información afirmando que si algún esperantista había sido ejecutado lo habría sido por otras causas y no por su relación con el esperanto. Las investigaciones actuales sobre el particular indican que en efecto se produjo la muerte de un importante número de esperantistas cordobeses aunque, probablemente, no solo por su condición de tales, sino por su relación con círculos masones y socialistas.

Jesús González


Fuente: Rojo y Negro