Jueves 10 de marzo de 2016
La página oficial de Facebook del ejército sirio celebra el «destrozamiento» de los equipos de rescate de la Defensa Civil en un bombardeo. (https://twitter.com/SyriaCivilDef/s...)
Imagínense Guernica. El 26 de abril de 1937, durante la Guerra Civil Española, la ciudad vasca fue bombardeada durante tres horas por la Luftwaffe de Hitler en apoyo al régimen fascista de Francisco Franco, dejando un saldo de más de 1.600 muertos. Picasso inmortalizó el episodio en una famosa pintura, Neruda escribió poemas sobre él, y se convirtió en una metáfora imperecedera del sufrimiento de las personas en la guerra.
Ahora imagínense una respuesta diferente a la que suscitó Guernica. Imagínense a la gente aplaudiendo los bombardeos, reprochando a las víctimas y calumniando a los testigos. Si se lo pueden imaginar, entonces conocen Alepo.
Alepo - uno de los últimos grandes bastiones rebeldes - está al borde del colapso. Con el respaldo de los Cuerpos de la Guardia Revolucionaria de Irán (CGRI), el Hezbollah libanés y milicias iraquíes equipadas por los EE.UU., el ejército del régimen sirio avanza desde el sur; desde el este, el Estado Islámico (EI) arrasa por delante; y, explotando las defensas rebeldes bajo presión, el YPG curdo se escabulle desde el norte. Todos ellos han sido asistidos, directa o indirectamente, por el agotamiento incesante de las bombas rusas. Pero a medida que el conflicto se mueve hacia un triste desenlace, su creciente número de víctimas civiles ha generado una respuesta curiosa. Muchos en occidente, incluyendo liberales destacados, han utilizado la lógica del mal menor para dar la bienvenida a este desenlace. Pero para sostener este argumento han tenido que luchar contra la tenaz resistencia de los hechos.
El saldo de atrocidades no puede ser más claro. Tengan en cuenta estos hechos:
- Según la más reciente estimación del Centro Sirio para la Investigación Política (SCPR), casi 470.000 personas han muerto en el conflicto.
- El Observatorio Sirio para los Derechos Humanos estima que el régimen y Rusia son responsables de más del 95% de las muertes civiles.
- La Comisión de las Naciones Unidas de Investigación sobre la guerra en Siria ha acusado formalmente al régimen de «crímenes contra la humanidad de exterminio; asesinato; violación u otras formas de violencia sexual; tortura; prisión; desaparición forzada y otros actos inhumanos».
- El principal aliado del régimen, Rusia, ha sido acusado por Amnistía Internacional de «graves» delitos de guerra, incluyendo ataques deliberados contra civiles y trabajadores humanitarios.
- La Comisión de Investigación de la ONU ha acusado además al régimen de utilizar el hambre como arma de guerra y de «destrucción deliberada de la infraestructura del sistema sanitario». Médicos Sin Fronteras (MSF) ha informado de 94 ataques en 63 de sus instalaciones médicas y, a finales del año pasado, Médicos por los Derechos Humanos, calculó que el régimen y sus aliados fueron responsables de 287 de los 346 ataques a instalaciones médicas y 667 de las 705 muertes de personal médico.
- Un desertor militar sirio ha producido evidencia fotográfica de al menos 6.786 detenidos asesinados bajo la tortura del régimen.
- El régimen ha utilizado la violación sistemática, como política.
- Una encuesta de refugiados dirigida por el Centro de Ciencias Sociales de Berlín muestra que la violencia del régimen es la causa principal de su huida.
http://www.antimilitaristas.org/spip.php?article5635
La ONU ha dejado de contar a los muertos en Siria. Pero incluso antes del ataque químico de agosto del 2013 por parte del régimen, en el que murieron más de 1.400 civiles, Paulo Sérgio Pinheiro, investigador especial para el Consejo de Derechos Humanos de la ONU, había hallado al régimen responsable de ocho de las nueve masacres perpetradas hasta entonces; un año más tarde, incluso después del ascenso del EI, la ecuación se mantuvo sin cambios. A pesar de su extrema violencia, señaló Pinheiro, el régimen «sigue siendo responsable de la mayoría de las bajas civiles, matando y mutilando a decenas de civiles todos los días». Desde su entrada en la guerra, Rusia ha superado la tasa de matanza del régimen; también ha ayudado al EI a expandir su territorio dirigiéndose contra los rebeldes que luchan contra él.
Pero aunque el balance de atrocidades es claro, sus implicaciones morales no han sido percibidas de forma tan aguda. Esto en parte tiene que ver con la forma confusa en que la historia ha sido contada. El domingo, cuando una de las figuras políticamente más activas y humanas de Hollywood intervino para condenar los medios de comunicación por «engañar al público sobre Siria», uno sólo podía acoger tal intervención.
Solo que Mark Ruffalo, la estrella nominada al Oscar de Spotlight, no estaba acusando a los medios de comunicación por traicionar al pueblo de Siria; los condenaba por no ser lo suficientemente comprensivo con el régimen sirio y Rusia. Le recomendaba a sus 2,23 millones de seguidores de Twitter un artículo del columnista del Boston Globe, Stephen Kinzer, en el que este alega que la «prensa estadounidense está informando lo contrario de lo que realmente está sucediendo»; que esta describiría injustamente todo lo que Rusia e Irán hacen como «negativo y desestabilizador»; y omitiría que en el asalto en Alepo por parte del régimen de Assad y de Rusia sus habitantes estarían «por fin viendo destellos de esperanza». Los fundamentos de Kinzer para estas afirmaciones? Un comentario «en las redes sociales» y la opinión de un «analista con sede en Beirut» (en realidad, un activista pro-Hezbolá que es un contribuyente a la cadena de noticias rusa RT y el sitio de noticias personal del líder supremo de Irán).
Para compensar su déficit de información precisa, Kinzer rocía generosamente su artículo con monos de paja. Afirma que los periodistas están engañando a la opinión pública mediante la descripción de Jabhat al-Nusra como «moderados», no como «la franquicia local de Al Qaeda». De hecho, nadie se refiere a Nusra como «moderados», y una búsqueda Nexis de los principales periódicos revela que no existe prácticamente ningún artículo que no se refiera a al-Nusra sin mencionar su afiliación a al-Qaeda.
Este artículo es una continuación de otro, publicado tres días después de que Rusia iniciara una serie de ataques a hospitales de MSF, el cual fue osadamente titulado: «Sobre Siria: Gracias, Rusia!» En él, Kinzer prescribe que «la política de Rusia debe ser la nuestra: evitar la caída del gobierno de Bashar al-Assad, forjar un nuevo régimen que incluya a Assad o a sus partidarios, y luego trabajar en pos de un alto el fuego. No obstante, adherir a la demanda de la oposición para un alto el fuego, insistió, sería»asegurar la continuidad de la guerra». En una entrevista televisiva posterior, Kinzer alabó la sabiduría política exterior de Donald Trump. (Sentimientos similares también han sido expresados por su homólogo irlandés, Patrick Cockburn de The Independent).
Ruffalo no ha sido el único que ha promovido este disparate. Aparte del inframundo agorafóbico de los conspiracionistas de Internet, también fue calurosamente recibido por autores de best-sellers, productores de Daily Show, académicos liberales, ganadores del Premio Pulitzer y think-tankers.
¿Por qué caen unos liberales bienintencionados como Ruffalo en tal escoria? anteojeras ideológicas? O es que la disidencia ahora no se trata nada más que de la estética? Pareciera ser que en todo momento llevar la contraria es más importante que el compromiso sustantivo respecto a un problema.
¿Por qué molestarse con los detalles cuando estos se pueden derivar de principios generales? Y si la realidad de un problema está en contradicción con nuestras nociones preconcebidas, entonces, la realidad misma debe ser puesta en duda. Matar al mensajero es siempre una opción fiable. Pero disfrazada como una crítica a «los medios de comunicación», «el establishment» o «Washington», incluso una defensa del fascismo a pleno pulmón adquiere el brillo de valiente búsqueda de la verdad.
Hay pocas cosas más comunes que el desprecio edípico del propio gobierno. En esta visión del mundo solipsista, uno no tiene necesidad de comprender la dinámica de una crisis extranjera; esta se puede deducir de forma remota. Si a ti no le gusta tu propio gobierno, entonces, por el hecho de aparecer en su lista negra, un Putin o un Assad se convierte en un aliado.
A la inversa, si los pueblos en otros lugares se levantan en contra de sus estados muchísimo más represivos, su causa está contaminada a causa de una palabra simpática que podrían haber recibido por parte de tu gobierno. Y todas las imágenes de agonía no provocan una lágrima de tristeza, mientras estas sean retransmitidas por unos odiados «medios de comunicación». De hecho, a las víctimas se les reprocha el estar erosionando certezas ideológicas entrometiéndose en nuestra conciencia a través de su espectacular sufrimiento (Kinzer, como era de esperar, se resiente por la «obsesión con el sufrimiento de cada día» de los medios.)
Atrapados en el vórtice de estas fantasías paranoides, estos anti-humanistas del bien han dejado de notar que lo que ellos consideran una disensión valiente es en realidad la política oficial de Estados Unidos. Un indicio del pensamiento de la administración sobre el tema es ofrecido por dos de los ex asesores de Obama sobre Siria – Philip Gordon y Steven Simon. Ambos han escrito artículos de opinión que muestran su preferencia por Assad. El registro de la administración lo confirma. Desde el principio, la administración retuvo un apoyo significativo de la oposición siria, pero ahora se ha adherido explícitamente al plan de Rusia para preservar a Assad. Y Assad está ganando.
El valor solía significar la capacidad de defender algo sin importar las consecuencias. Ahora significa renunciar al principio y dejar que otros sufran las consecuencias de nuestras decisiones «difíciles».
Alepo es nuestra Guernica—y son demasiados los que aplauden a la Luftwaffe.
Idrees Ahmad
Texto Original: https://medium.com/@im_PULSE/aleppo…
Traducción: Rafaela Apel