Artículo publicado en Rojo y Negro nº 387 de marzo

En el este y el norte de Siria una revolución está en marcha. La particularidad de la lucha que se está desarrollando allí es que la diversidad es un valor social colectivo. Mizgin Ahmed, representante kurda para Europa, estuvo en Madrid presentando el nuevo contrato social del que se han dotado, dentro de la estrategia del Confederalismo Democrático. La expresión ética, política y administrativa de la nueva sociedad superadora del Estado nación.

Dos palabras destacan en el texto del Contrato Social de la Administración Autónoma Democrática de la Región Norte y Este de Siria: libertad y derechos.
La libertad se entiende en dos sentidos: el primero en cuanto a que somos pueblos que estamos oprimidos y estamos en lucha precisamente para conseguir la libertad; el segundo en cuanto a que queremos construir nuestro propio sistema de vida. Nuestro primer paso para la revolución fue un cambio de la mentalidad: si queremos hacer una revolución de la mentalidad necesitamos una personalidad nueva. La libertad en ese sentido es una filosofía de vida, a través del Confederalismo Democrático se construye la libertad con nuestras propias manos. Después yo puedo decir que tengo unos derechos dentro de un sistema, no desconectamos lo que es la individualidad de la sociedad, el individuo está en la sociedad y la sociedad está compuesta de individuos. Están conectados, nuestra propuesta es un sistema democrático en el que las personas pueden construir su propia vida.
En estos tiempos sorprende la definición con la que se inicia el contrato: “Nosotros, hijas e hijos del norte y este de Siria –kurdos, árabes, siríacos, turcomanos, armenios, circasianos, chechenos, musulmanes, cristianos y yazidíes…”
Todos los pueblos tienen el mismo rol en relación a sus derechos y libertades. Todos pueden continuar con sus derechos culturales, religiosos, de idioma o de todo tipo para expresar su identidad. Dentro de nuestro sistema todos los pueblos tienen cierto nivel de autonomía, pero todos forman parte de unos Consejos que son generales, es decir tienen su autonomía pero forman parte de un sistema con otros pueblos. Los idiomas oficiales del Contrato son tres: el siríaco, el árabe y el kurdo. También por ejemplo hay turcomanos y ellos tienen su escuela en su propio idioma, lo mismo los armenios o cualquier pueblo. Y dentro del Consejo de Educación todos tienen su propia representación. Por eso no es solo una convivencia entre pueblos que están coexistiendo en un mismo territorio, sino que todos ellos participan de un sistema que es común. Así es como existe la convivencia y no que unos pisen los derechos de otros. En la economía, en la salud, en la ecología… en todos los espacios sociales se mantiene este equilibrio.

Por encima de este equilibrio de pueblos, funciona también un equilibrio de género y está regulada la participación en todos los niveles en un 50% de representación. ¿Es aceptado por todas las comunidades?
Las vanguardias claras de este sistema de Confederalismo Democrático son las mujeres y los jóvenes. Son estas dos partes de la sociedad las que más dolor han sufrido y las que han sido más apartadas de la historia. Deben ser estas dos partes de la sociedad las que jueguen un rol de vanguardia. Por eso la insistencia de tener esta forma de copresidencia entre mujeres y hombres, que ya lleva unos 30 años practicándose. Una parte de la población mostró cierto rechazo, pero se insistió para extenderlo. Para llevarlo a cabo se organizaron las mujeres de todos los pueblos, hubo un trabajo de educación en estas comunidades. Y a esas mujeres organizadas se les dijo que tenían que entrar en ese sistema de copresidencia. La sociedad kurda lleva más tiempo en este sistema, los otros menos y ha costado más. Todos los avances que se han hecho en este sentido han sido con la lucha. Ahora en todas las instituciones del norte y este de Siria la participación es al 50%. Poco a poco se ha ido asentando la mentalidad de verlo como algo normal, fue una búsqueda de las mujeres de todos estos pueblos que convivimos juntos dentro del Confederalismo Democrático. Es lo que más llama la atención de nuestro movimiento, pero además de la coparticipación existen organizaciones autónomas solo de mujeres. Hay organizaciones dedicadas a la economía, la salud, la educación, la justicia, y la militar, la YPJ (Unidades Femeninas de Protección) tan conocidas. La mujer es al mismo tiempo constructora de su autonomía y defensora de la autonomía general de la comunidad.

¿Cómo llega el pueblo kurdo hasta a esa reflexión viniendo de una lógica anterior marcada por una guerrilla de corte marxista-leninista?
El siglo XX para una parte de la izquierda fue la experiencia de muchas de las ideas de Marx. En ese tiempo el objetivo era construir el Estado nación, pero el sistema marxista no trató el problema de los jóvenes, de las mujeres, de la sociedad… Y ahí hubo una crisis sin resolver. Por supuesto había participación de las mujeres, pero al nivel de sus derechos había muchas dificultades porque se insistía más en otros objetivos que en unas determinadas reivindicaciones. Nuestro líder Abdullah Apo Öcalan analizó toda esta problemática a todos los niveles y él decía que no era posible que en el siglo XXI cometiéramos los mismos errores que en el siglo pasado, porque el socialismo real colapsó y los movimientos que surgieron de esa lectura van hacia la desaparición. Si hubiéramos insistido en ese dogma marxista-leninista también íbamos a desaparecer, era necesario que apareciera un nuevo paradigma. Frente al concepto de Estado nación apostamos por el Confederalismo Democrático. Un sistema social, no de Estado, que produce un cambio de mentalidad. Y la dialéctica de este movimiento está en continuo cambio. El concepto de nuestro movimiento es estar construyendo continuamente una nueva personalidad y una nueva mentalidad. Ese impulsó comenzó de la mano de Öcalan en la década de 1990, justamente cuando colapsó el socialismo real. Veníamos de esa tendencia, pero había un contexto nuevo que nos obligaba a cambiar para dar un paso estratégico para un nuevo ciclo. El Estado nación ya no es una solución para los problemas, sobre todo para una nación oprimida no es una solución. Nosotras ahora aspiramos a una sociedad verdaderamente libre y democrática.

¿Qué conexión hubo con el zapatismo ahora que se cumplen 30 años del levantamiento y que coincidió su aparición con ese cambio de paradigma?
En un plano de resistencia hay muchos vínculos, también a nivel de cómo construir una nueva sociedad. Pero a un nivel ideológico y político tiene que aumentar la relación, hay cierta conexión pero aún es poca. Pero no solamente con el zapatismo, también con otras organizaciones alrededor del mundo tenemos que ampliar nuestra relación.

Qué análisis hace de lo que está ocurriendo en Palestina, en un momento en que además el ataque israelí sobre Gaza coincide con una fuerte ofensiva de Turquía en el norte de Siria.
Es el mismo caso el problema palestino y el kurdo. Tenemos una relación importante con el pueblo palestino desde hace mucho tiempo y lo seguimos teniendo. Hamás no representa al pueblo de Palestina, tampoco Israel representa al pueblo judío. El genocidio nunca es la solución para un pueblo, es la solución para ciertos intereses de los Estados. La solución para palestinos y judíos es la construcción de una sociedad democrática. Ninguno de los dos pueblos puede negarle la tierra al otro. Hamás representa los intereses de Irán y de Turquía en la región, Israel por su parte representa sus propios intereses y el sacrificado aquí es el pueblo. Por eso estamos en contra de esta guerra, no debería haber ocurrido. Ambos pueblos tienen el derecho de permanecer allí y deberían construir un sistema democrático como en Rojava, donde estamos kurdos, siriacos, árabes… y nadie le puede decir a otro pueblo que debe irse, porque hemos vivido allí por miles de años. Ese es el camino que hay que seguir, el que incluya la libertad y la democracia para todos los pueblos.

Jacobo Rivero


Fuente: Rojo y Negro