El 8 de diciembre de 1933 estalló una nueva insurrección libertaria, tras la del Alt Llobregat en 1932 y la de enero de 1933, durante la II República. El triunfo de la CEDA en las elecciones de diciembre de 1933 desencadenó el mayor y más organizado intento libertario de instaurar el comunismo libertario.

El fracaso de la insurrección faísta de enero del 33 trajo graves consecuencias para el gobierno republicano-socialista; la matanza de Casas Viejas conllevó un desgaste del gobierno. La crisis política se veía acompañada de una grave crisis económica y del auge del fascismo consolidado en Alemania e Italia. Alejandro Lerroux no consiguió los apoyos para formar un nuevo gobierno y de resultas se convocaron elecciones cuya primera vuelta sería el 19 de noviembre. La CNT sufría una brutal represión mientras la CEDA y su candidato Gil Robles ganaban apoyos derechizando no sólo a parte de la sociedad sino también al ejército.
La posibilidad de un triunfo del fascismo llevó a la CNT a convocar un Pleno de Regionales; eran conscientes de que con su abstención facilitarían la llegada de la CEDA al gobierno pero también sabían que el desgaste del gobierno republicano-socialista les impediría ganar de nuevo aún con su apoyo. Aunque el momento no era el más adecuado, por el desgaste que estaba sufriendo la CNT tras la fallida insurrección de enero, se aprobó llevar a cabo una campaña de abstención activa y preparar la insurrección en caso de triunfo de la derecha bajo el lema: “Frente a las urnas, Revolución Social”. El probable triunfo de la CEDA llevó a la CNT a creer que tanto la UGT como el PSOE se unirían a un levantamiento antifascista; se nombró a Ángel Pestaña para recabar apoyos pero el PSOE, por boca de su líder Largo Caballero, se negó de forma explícita a colaborar.
De cara a la primera vuelta, la CNT inició su campaña de abstención con mítines, pegada de carteles…, los grupos de acción de la CNT y de la FAI iniciaron una campaña de boicot que incluía la violencia; en Gijón resultó herido de bala un asistente a un mitin socialista, en Jerez un militante anarquista intentó matar a un candidato socialista e hirió gravemente a otro, también en Jerez un pistolero de la FAI mató a dos asistentes a un mitin de derechas, hecho que se repitió en Valencia, donde mataron a dos candidatos de la Derecha Regional Valenciana (DRV) e hirieron de gravedad a otros tres. En Almudévar, pueblo de Francisco Ascaso, los oradores de un mitin republicano-socialista tuvieron que huir a la carrera y el propio Azaña tuvo que suspender un mitin en Huesca, y en Játiva fue recibido al grito de “muera el asesino de Casas Viejas”. Largo Caballero fue increpado en Albacete. En Bilbao se tuvo que suspender un mitin de Azaña, en Donosti se enfrentaron nacionalistas y carlistas y en Pasajes socialistas contra comunistas. En Letur se intentó linchar a los candidatos conservadores y se prendieron fuego varias casas. Pero la CNT no sólo uso el boicot y la violencia; durante todo el mes de noviembre las huelgas alcanzaron todo el territorio peninsular.
En el último mitin de la campaña de la FAI en Barcelona, Francisco Ascaso incentivó a las masas con el compromiso a exigir:
“Igual que en otro tiempo España llevó por todo el mundo la cruz, desde hoy debe llevar la anarquía salvando al mundo, empezando por salvarse ella. Esa es nuestra misión y hemos de cumplirla aún a costa de la vida. Después de todo, la vida no es tan bella. Si hemos de caer, caeremos”.
En otro mitin anterior, Durruti marcó la justificación a seguir:
“Si el día 20 de noviembre hemos conseguido una abstención electoral de más de un cincuenta por ciento, le diremos al gobierno: ¡Basta ya! ¡No nos representáis! Y si controlamos un millón de trabajadores…, la revolución estará hecha con solo querer”.
El día de las elecciones el boicot fue aún más activo. Grupos de la FAI asaltaron varios colegios electorales en decenas de pueblos de Valencia destrozando cerca de 40 urnas y matando a un interventor de DRV que les intentó plantar cara en Torrent. En Cádiz, Gijón, Siruela, Ronda… se intentó impedir por la fuerza la constitución de los colegios electorales. En Barcelona una bomba dejó sin luz al Paralelo y grupos armados tirotearon el cuartel de Atarazanas y a los cuerpos de seguridad.
A pesar de los actos de boicot las elecciones siguieron adelante. La abstención parecía respaldar las palabras de Durruti; aunque en general se dieron datos de en torno al 33%, en los feudos anarquistas subió considerablemente: 50% en Huesca y gran parte de Teruel, 40% en Zaragoza y Barcelona, el 50% en Ibiza, Málaga y Sevilla, 60% en Cádiz… A pesar del boicot las derechas ganaron la primera vuelta de las elecciones.
En el paréntesis previo a la 2.ª vuelta los anarquistas aumentaron la intensidad de sus actuaciones; se asaltaron armerías, en Barcelona hubo una campaña de bombas que acabó con la vida de un alférez del ejército, en Cuenca la FAI mató a dos militantes de la Juventud de Acción Popular, el día 2 de diciembre en Palomas hubo una sublevación anarquista rápidamente sofocada. Y el 26 de noviembre se creó el Comité Revolucionario formado por Durruti, Cipriano Mera, Isaac Puente, Rafael García Chacón, Rafael Casado Ojeda, Augusto Moisés y Miguel José Alcrudo, Antonio Ejarque, Felipe Orquín, Ramón Andrés, Joaquín Ascaso, Pedro Falomir, José Logroño, Valentina Sáez y Manuel Salas… que se trasladó a Zaragoza.
La insurrección se planeó dividiendo al país en tres grandes zonas: la “roja” que comprendía las regiones de Aragón, Navarra y La Rioja donde se había de iniciar la revolución y donde los anarquistas tenían que actuar con total determinación. En las zonas “azules” donde predominaba la implantación anarquista, como en Cataluña, se convocarían huelgas generales que se convertirían en insurreccionales. Y en las zonas “verdes” de predominio socialista, centro y norte del país, se convocarían paros generales tendentes a obtener el apoyo de los y las trabajadoras de izquierdas. En regiones como Andalucía y Valencia coexistían zonas rojas y azules. Este reparto por zonas demostraba la flaqueza del plan anarquista; había amplias zonas del país donde su implantación era escasa pero confiaban ciegamente en que tanto los obreros de UGT como los simpatizantes del PSOE no les dejarían solos ante el fascismo a pesar de la negativa de sus líderes.
El que la insurrección estaba mejor organizada que la de enero lo demuestra tres hechos: el primero que se organizaron y crearon “hospitales de campaña” en las zonas de conflicto como el dirigido por Isaac Puente en el barrio zaragozano de San Pablo, bajo dominio anarquista durante varios días. El segundo fue la participación de las mujeres organizadas en grupos de avituallamiento, tanto de municiones como de alimento, y por último la elaboración de un manual revolucionario en el que se daban indicaciones a los grupos de cómo actuar. Dentro de este manual se recomendaba, como primer paso, cortar las comunicaciones para tratar de aislar a las autoridades de la localidad correspondiente, ejemplos de sabotajes, cómo preparar dinamita, consejos prácticos para montar barricadas, señalar edificios públicos y religiosos como objetivos… todo ello en una estrategia de guerra de guerrillas.
Mientras, los anarquistas se preparaban para echarse a las calles el gobierno hacía lo propio para impedirlo: se desplegaron patrullas en las zonas de mayor implantación anarquista, se incrementaron los registros, se retiraron armas de las armerías, se detuvo a decenas de anarquistas; entre ellos al propio Durruti, Paco Ponzán o Joaquín Ascaso, se cerraron sedes de la CNT, se clausuró el periódico Solidaridad Obrera… Pero no se logró impedir la insurrección. Aunque se adelantó del 9 programado al 8 de diciembre, por imprevistos en Barbastro y Zaragoza, la CNT y la FAI se echaron a la calle a lo largo de todo el país; lo que no sabían era que las autoridades se habían hecho con los planes anarquistas en una detención masiva en Zaragoza ese mismo día 8. La insurrección estalló en la localidad oscense de Barbastro; a las 16:30 de ese día 8 estalló en Zaragoza. El día 9 se extendió por el resto del Estado. El gobierno respondió declarando el estado de alarma y acuartelando la tercera parte de las guarniciones militares del país. El llamamiento a sumarse a la insurrección y a instaurar el comunismo libertario tuvo eco en 32 provincias. Zaragoza, Barcelona, Valencia, Logroño, La Coruña, San Sebastián, Gijón, Granada, el Bajo Aragón, Huesca, Córdoba, Badajoz… y en decenas de pueblos se intentaron extender las huelgas revolucionarias, se proclamó el comunismo libertario y los enfrentamientos con las autoridades causaron decenas de muertos y heridos. En las ciudades se practicó la guerra de guerrillas con pequeños grupos de hombres y mujeres armadas que hostigaban a las autoridades desde los tejados. Ciudades paralizadas por las huelgas, ataques a edificios públicos, quema de iglesias y conventos, intento de asaltos a cuarteles y cárceles, corte de comunicaciones, explosiones generalizadas… El intento de cortar el transporte ferroviario para evitar el movimiento de tropas tuvo consecuencias trágicas: una bomba en las vías ferroviarias a la altura de Zuera causó 20 heridos, en Puzol fueron 25 los fallecidos por el descarrilamiento de un tren. En los pueblos grupos de anarquistas intentaban hacerse con la localidad reduciendo a la Guardia Civil para posteriormente asaltar el Ayuntamiento, quemar los títulos de propiedad y proclamar el comunismo libertario.
Aunque la insurrección se extendió por casi todas las provincias del país el día 9 las autoridades ya tenían controlada la situación aunque no se sofocó del todo hasta el 14 de diciembre. En Zaragoza, donde se escondía el Comité Insurreccional, los peores días para el gobierno fueron el 10 y 11 de diciembre, días en que los libertarios controlaron varios barrios de la ciudad. El día 14 la CNT llamó a la vuelta al trabajo y al cese de la huelga y el 16 de diciembre fue detenido el Comité Insurreccional, dándose por sofocada la insurrección y comenzando una campaña de represión y detenciones que condujo a cientos de anarquistas a las cárceles.
Fermín Escribano en su libro La España Rojinegra. La insurrección anarquista de diciembre de 1933 enumera, región por región, el eco del levantamiento anarquista.

Regional de Aragón, La Rioja,
Navarra
Aragón
Fue el epicentro y Zaragoza puso en jaque a las autoridades durante una semana; estas tuvieron que desplegar tanques y piezas de artillería antiaérea en sus calles y varios aviones militares sobrevolaron continuamente la ciudad. Para conseguir recuperar el control de la ciudad hubo que recurrir a refuerzos militares y de guardias civiles, de asalto y de seguridad de ciudades cercanas. En Calatayud y Daroca los enfrentamientos fueron graves con quema de iglesias, sabotajes en líneas férreas…
Huesca, la provincia donde más localidades se sumaron a la insurrección: 39. En la capital oscense y en Almudévar la insurrección duró varios días y en otras localidades como Gurrea de Gállego, Alcalá, Tormos, la Comarca del Cinca… se proclamó el comunismo libertario.
En Teruel: Alcorisa, Valderrobres, Mas de las Matas, Beceite…, gran parte de la provincia se sumó a la insurrección y proclamó el comunismo libertario.

La Rioja
Fue otro de los grandes focos insurreccionales. El mayor respaldo a la insurrección se logró en Logroño, Calahorra, en localidades como Briones, Fuenmayor y San Asensio, tras hacerse con el control de la localidad, los anarquistas proclamaron el comunismo libertario.

Navarra
Donde menos repercusión tuvo la intentona revolucionaria, aun así hubo enfrentamientos, bombas y sabotajes en varias localidades, entre ellas Pamplona, Tudela…, los hechos más graves se dieron en Villafranca.

Regional Andalucía-Extremadura-Melilla
Los acontecimientos de la insurrección de enero del 33 dejaron muy lastrada a esta territorial, aun así el esfuerzo revolucionario fue importante. En Sevilla hubo explosiones y quema de iglesias, en Cádiz y Jerez hubo huelgas y enfrentamientos con las autoridades, en Granada la situación fue explosiva en el barrio rojo del Albaicín, también en Málaga hubo incidentes con explosiones y enfrentamientos. El levantamiento tuvo eco en decenas de localidades, lo más grave en Bujalance donde los insurrectos se hicieron por un día con el control total de la localidad. En la provincia de Badajoz la insurrección fue especialmente sangrienta, los acontecimientos más trágicos se dieron en Villanueva de la Serena donde se produjo una carnicería similar a la de Casas Viejas con un grupo de insurrectos atrincherados. En Melilla un pequeño grupo de anarquistas intentó asaltar un cuartel.

Regional Asturias-León-Palencia
Fue en Gijón donde la insurrección tiene mayor eco: huelgas, bombas y enfrentamientos que se alargaron hasta el día 14. También en León se alcanzó una gran intensidad revolucionaria. En Ponferrada las autoridades armaron a milicias ciudadanas para que se enfrentasen a los insurrectos. En El Bierzo unos 500 militantes se hicieron con Fabero para luego extender el comunismo libertario a otras localidades colindantes: Sésamo, Vega de Espinadera, Ocero, Arganza, Cacabelos… la llegada de refuerzos militares les hizo retroceder.

Canarias
Aislados incidentes que provocaron casi medio centenar de detenciones.

Regional Cataluña-Baleares
En las islas, huelgas e incidentes aislados, pero en Cataluña, a pesar de la represión que sufría la CNT tanto por la insurrección de enero como por la persecución de la Generalitat de Companys, los incidentes fueron graves, especialmente en el Baix Llobregat, en L´Hospitalet, en Barcelona.

Regional Centro
La bandera rojinegra ondeó en los balcones municipales de varias localidades. Hubo bombas y sabotajes en Castrillo de la Vega, en Miranda de Ebro, en Navalmoral de la Mata, epicentro de la insurrección cacereña, al igual que en Peraleda de la Mata. Así como en Plasencia, en Almagro, Ciudad Real, en Mira, Soria, Zamora, Valladolid… En Madrid la CNT y el PCE no lograron que los socialistas se sumasen a sus movilizaciones, aun así los incidentes, sabotajes, ataques a iglesias y heridos duraron hasta el 13 cuando las autoridades lograron controlar la situación completamente.

Regional Galicia
Fueron varias las localidades que secundaron la insurrección pero el foco se situó en las provincias de A Coruña y Pontevedra. En A Coruña estalló una huelga insurreccional que duró 10 días, en localidades como A Silva, Almeiras, Altamira, Elviña, Oleiros… se crearon milicias populares, en estas dos últimas localidades se dieron los hechos más graves. En Santiago de Compostela estallaron varias bombas en plena huelga, en Ferrol el paro fue importante.

Regional Levante-Murcia
Los incidentes más graves se dieron aquí: el descarrilamiento de un tren con 25 muertos y la muerte de 8 anarquistas por una explosión en Alfafar. En varias localidades de Alicante y Albalate hubo incidentes, dos muertos en los incidentes de Elche, en la provincia de Castelló hubo sabotajes de comunicaciones férreas e incidentes en una decena de localidades, en Murcia hubo incendios, sabotajes, se abrieron las puertas del Segura para provocar alarma, en Calasparra el movimiento fue intenso.

Regional Norte
El epicentro fue Labastida, donde se asaltó el ayuntamiento y la Telefónica, donde ardieron los archivos y donde quemaron el cuartel. En Donosti hubo explosiones y sabotajes pero no se logró el apoyo ni de UGT, ni de PNV, Solidarios Vascos… En Basauri estallaron bombas en el puente del ferrocarril, también explosiones en Sestao y Basurto. En Santander, bastión ugetista, pequeños incidentes con piquetes en la huelga boicoteada por UGT, bombas e intento de quema de conventos.
Las consecuencias en vidas humanas de la insurrección no fueron lo que cabría esperar ante la expansión territorial que tuvo: entre 152 y 161 muertos, la mayor parte cenetistas y civiles, y más de 300 heridos. Una consecuencia aún más trágica fue que de los casi 6.000 hombres y mujeres que llenaron las cárceles en diciembre del 33 un porcentaje importante serían asesinados tras el golpe fascista de julio del 36.
El epílogo de esta insurrección lo pusieron una treintena de anarquistas zaragozanos que el 24 de enero de 1934, pistola en mano, asaltaron el juzgado especial, robando el sumario de la causa.
El final de la insurrección anarquista marcó el inicio del Bienio Negro.

Kike García Francés

BIBLIOGRAFÍA
Diario de una ciudad libertaria. Kike García Francés.
La bala y la palabra. Francisco Ascaso 1901-36. Kike García Francés. Luis Palacio.
La España rojinegra. La insurrección anarquista de diciembre de 1933. Fermín Escribano.
La CNT contra la República: La insurrección revolucionaria de diciembre de 1933. Roberto Villa García).


Fuente: Memoria Libertaria de la CGT

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