Cuando se cumplen tres meses del accidente y en contra de las previsiones de muchos expertos, los reactores de Fukushima no están bajo control. Las consecuencias del accidente confirman las peores previsiones: los núcleos están fundidos, los trabajadores se han expuesto a dosis radiactivas muy altas, y la radiactividad liberada asciende al 20 % de la que escapó en Chernóbil.

Según Ecologistas en Acción, las estimaciones muestran que la actividad liberada en Fukushima asciende a 770,000 terabequerelios, aproximadamente el 20 % de la liberada en el accidente de Chernóbil, el doble de lo reconocido hasta la fecha. Esto significa que no es necesario modificar la escala internacional de sucesos nucleares INES para añadir un nivel más, en contra de lo que algunos expertos pronucleares han propuesto, puesto que ambas cantidades de radiactividad son comparables.

Según Ecologistas en Acción, las estimaciones muestran que la actividad liberada en Fukushima asciende a 770,000 terabequerelios, aproximadamente el 20 % de la liberada en el accidente de Chernóbil, el doble de lo reconocido hasta la fecha. Esto significa que no es necesario modificar la escala internacional de sucesos nucleares INES para añadir un nivel más, en contra de lo que algunos expertos pronucleares han propuesto, puesto que ambas cantidades de radiactividad son comparables.

Las dosis radiactivas que alcanza el vapor de agua llegan a 4 Sv a la hora, que son sencillamente mortales en un par de jornadas de trabajo. Esto obliga a hacer turnos de trabajo muy cortos y relevar a menudo a los operarios que luchan por refrigerar los reactores y sellar los escapes. Se ha detectado plutonio y teluro muy radiactivos a más de 1 milla (1,6 km) de distancia de la valla de la central, lo que significa que la zona será inhabitable para siempre. La nube radiactiva llegó más allá de la zona de exclusión aportando dosis por encima de lo permitido y contaminación a miles de personas. El vertido radiactivo al mar es un suceso inédito cuyas consecuencias no se conocen, pero son devastadoras para los ecosistemas marinos y para la economía pesquera.

En el momento actual se sabe que al menos el combustible del reactor número 1 se ha fundido totalmente, ha perforado la vasija y ha caído sobre la contención primaria, lo que dificultará enormemente las tareas de desmantelamiento. Lo más probable es que haya que renunciar a desmantelar los reactores y sea obligado cubrirlos con un sarcófago de hormigón, al igual que se hizo en Chernóbil.

La fusión de los núcleos se produjo 14 horas después del accidente, 10 horas antes de lo reconocido por TEPCO, la empresa propietaria. Esto es un indicio más a favor de que el reactor ya sufrió daños por el terremoto, antes del tsunami, tal como han revelado algunas fuentes. Además, este hecho muestra que la empresa tomó demasiado tarde a decisión de refrigerar el reactor con agua de mar, pues esto lo realizó 20 horas después del accidente. En este, como en otros muchos casos, los intereses económicos de la industria nuclear prevalecieron sobre los de la comunidad y sobre la protección del medio ambiente.

Para Ecologistas en Acción las revelaciones que se están produciendo estos días muestran que TEPCO y NISA, el regulador japonés, han mentido sistemáticamente para minimizar los efectos del accidente sobre la opinión pública. Y que el Organismo Internacional de la Energía Atómica (OIEA) ha servido de altavoz a estas mentiras y ha sido incapaz de realizar evaluaciones independientes de lo que estaba sucediendo en Fukushima. Lo mismo cabe decir del Consejo de Seguridad Nuclear (CSN) español que tampoco ha sido capaz de habilitar fuentes de información independientes. Algunos medios de comunicación han destacado corresponsales a Japón, mientras que el CSN no ha puesto en marcha ningún mecanismo para proveerse de sus propias fuentes de información.

Visto lo ocurrido en Fukushima, Ecologistas en Acción piensa que lo más sensato es proceder al cierre escalonado de las centrales nucleares y librarse así de estos riesgos.

Ecologistas en Accion

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