Una sociedad como la de nuestros días, que no conoce otra ley que la de la competitividad y la caza del éxito a toda costa, está condenada a engendrar un tipo de convivencia basada en la guerra inmisericorde de todos contra todos anunciada por Hobbes, el primer teórico de la sociedad burguesa. El prójimo no es el compañero, el amigo o el hermano, sino el rival o el enemigo que hay que combatir porque el imperativo de sobrevivir al brutal struggle for life asi lo exige. No otra quería decir Sartre al afirmar que el "infierno son los otros". La moral competitiva ensalzada por el discurso dominante como la virtud máxima conduce en línea recta a la voluntad de poder tanto en sentido personal como colectivo, y donde predomina esta actitud, surge una vida en común determinada inevitablemente por la discordia, la hostilidad y la agresividad que vemos hoy por todas partes. Platón sabía por qué llamo a la plutocracia el peor de todos los sistemas de gobierno.
Heleno Saña