El nulo respeto por la democracia y los derechos humanos de alguno de los hombres cercanos al nuevo Pontífice, Benedicto XVI, se volvió a poner de manifiesto el pasado 11 de septiembre en Chile. El martes, el cardenal Jorge Medina, que fuera el encargado de anunciar al mundo el nombramiento de Joseph Ratzinger como nuevo Papa, estuvo presente y bendijo una ceremonia celebrada por la familia del dictador Pinochet para conmemorar el 34º aniversario del golpe de Estado en Chile. No en vano, Medina es recordado por su férrea defensa de la dictadura, lo que le llevó en alguna ocasión a definir a Pinochet como “un hombre de bien”.
El cardenal Jorge Medina, ex Arzobispo de la chilena Valparaíso –curiosamente, ciudad de nacimiento de Salvador Allende- encarna perfectamente la contradicción en la que cae la Iglesia católica cuando falta a la defensa de los derechos humanos. El teólogo Juan José Tamayo destaca su “nulo respeto por la democracia”, perfectamente ejemplificado por una frase que el cardenal pronunciara en el pasado : “La democracia no significa automáticamente que Dios quiera que sea puesta en práctica”.
“Admirador de Pinochet”
Este –para Tamayo- “admirador de Pinochet” –que ha reconocido su ayuda prestada al dictador mientras éste estaba siendo juzgado en Londres- fue, además, durante muchos años, prefecto de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, de la que ahora es cardenal emérito. Ésta es quizá una de las congregaciones que el nuevo Pontífice se ha propuesto volver a impulsar, en un intento de recuperar las viejas tradiciones de la Iglesia católica.
Respaldo al régimen
En la ceremonia en honor al dictador Pinochet, el cardenal Medina coincidió con algunos de los más estrechos colaboradores del tirano chileno, así como seguidores, algunos de los cuales ostentan aún cargos en el Parlamento y en el Senado chileno. Un gesto condenable, que supone un nuevo respaldo de ciertos sectores de la Iglesia católica al régimen que acabó con la vida de más de 3.000 personas, sin contar los miles de exiliados, torturados y desaparecidos entre 1973 y 1990.