¿Arte o herejía ? Lo que para algunos es un atentado contra la moral y los principios católicos, para otros es una obra de arte que se debe contemplar eliminando la lente de las creencias y dentro de su contexto : la exposición Vamos a Ibiza, una muestra organizada por el Museo de Arte Contemporáneo de la ciudad que recoge piezas de artistas holandeses que han pasado por la isla en el último medio siglo. La muestra, que surgió como iniciativa del Groninger Museum de Holanda, donde se inauguró el pasado 13 de julio, no ha gustado al Obispado de Ibiza, que ha anunciado que emprenderá acciones judiciales contra el museo si no retira una de las obras, que fusiona iconografía religiosa y sexual.
La pieza de la polémica, de Ivo Hendriks (1976), es un tríptico sobre pantalla en el que se puede observar al Papa Juan Pablo II manteniendo relaciones sexuales con otro hombre. El collage, que la diócesis encabezada por el Obispo Vicente Juan Segura ha calificado de ofensivo para los sentimientos de los católicos, se inscribe en una muestra que el comisario portugués José Mikel Bizcaya ha elaborado a partir de las obras nacidas del contacto de artistas holandeses con Ibiza en los últimos 50 años y que incluye pintura, fotografía, literatura, proyecciones de vídeo y arte digital.
El origen de la disputa nace de la ubicación de la muestra, la iglesia del Hospitalet, que la diócesis cedió a la Fundación Diocesana Isidor Macabich y ésta al Patronato Municipal del Museo de Arte Contemporáneo de Ibiza en 1997. Según ha difundido el obispado, «dicha cesión comprende realizar allí las actividades establecidas en los estatutos rectores de dicho acuerdo entre los que no se contempla la ofensa a los sentimientos de los católicos y la injuria a las personas». Las obras de reforma del Museo obligaron a usar esta infraestructura para montar la exposición, que contó con la aprobación del Ayuntamiento de Ibiza.
Para Elena Ruiz Sastre, directora del museo, su «papel profesional al frente de la galería conlleva el respeto absoluto por la libertad de creación, expresión y por el trabajo del comisario que hace la elección de la pieza» al mismo tiempo que defiende la riqueza de una sociedad plural con derecho a contemplar el arte desde su propia perspectiva y, por lo tanto, a reaccionar, lo que excluye «la visión unidireccional de la obra». La responsabilidad del director de un museo es, según Ruíz, «ser puente entre la sociedad y el arte de su época».