En una semana, los siete mayores museos nacionales iraquíes fueron saqueados y la Biblioteca Nacional incendiada. El Estado más antiguo del mundo fue desposeído de sus principales tesoros arqueológicos y artísticos bajo la mirada impasible de las fuerzas de la Coalición. Sin embargo, mientras las agencias de prensa estadounidenses presentaban estos sucesos como consecuencia del caos que reina en el país, personalidades internacionales no tardaron en denunciar una amplia operación de expoliación organizada por un grupo de mercaderes de arte occidentales.
R. N.
La UNESCO lanzó un llamamiento para prohibir la comercialización de las obras robadas. El presidente Chirac calificó estos robos de « crímenes de lesa humanidad » insinuando que pudieron ser ordenados por un gobierno. Para evitar que el escándalo salpicara a la Casa Blanca, el asesor de Asuntos Culturales del presidente Bush presentó su dimisión.
Los saqueos se produjeron en ciudades « liberadas » por la Coalición. Asif Mohammed, conservador del museo de Mosul, que forma parte de la lista de las instituciones culturales saqueadas, afirmó a nuestros colegas del Guardian que tropas estadounidenses estaban presentes en la ciudad cuando se produjo el pillaje.
No obstante, no se tomó ninguna medida para proteger el museo. Algo similar ocurrió durante el saqueo del Museo Nacional de Bagdad. En opinión de Moayyed Said al-Damergi, asesor del ex ministro de Cultura, el 80% de las 150 000 piezas de la institución fueron sustraídas. Un cable de AFP señala que, según el testimonio del señor Damergi, profesor de arqueología de la universidad de Bagdad, « los tanques estadounidenses estaban estacionados ante la entrada principal del museo mientras que los ladrones lo saqueaban bajo las narices de los soldados, les pedimos ayuda para enfrentar a los ladrones pero respondieron que no habían recibido instrucciones de intervenir ».
Los arqueólogos más eminentes habían advertido a la Coalición de los riesgos de robo cuyas consecuencias serían desastrosas. Especialistas estadounidenses fueron recibidos en el Pentágono mucho antes de que se iniciaran los combates con el fin de sensibilizar a los militares respecto de la « probabilidad de saqueo de los sitios históricos ». Estos especialistas señalaron además los sitios que debían ser protegidos. « Estaban informados. Todo pudo ser evitado », denuncia Jeremy Black, especialista del Irak antiguo en la universidad de Oxford.
Pero de forma paradójica, a pesar de las advertencias de expertos internacionales, no se hizo nada para impedir el atraco a mano armada a los museos.
En un primer momento, la Coalición arguyó que esta misión no le incumbía. Luego, ante la efervescencia internacional, se erige en valeroso defensor del patrimonio cultural iraquí. El secretario de Estado estadounidense, Colin Powell, declaró el 14 de abril en Washington : « Estados Unidos exhorta a la población a devolver cualquier objeto robado y da instrucciones sobre la forma de actuar. La Oficina de Reconstrucción y Asuntos Humanitarios ayudará a los iraquíes y a los expertos internacionales a restaurar los objetos, y a reconstituir los catálogos dañados por los ladrones. » Lamentablemente era demasiado tarde.
Sólo nos queda lamentar que el ejército estadounidense no haya dado pruebas de la misma premura a la hora de proteger los museos como lo hizo con los pozos de petróleo.
En Bagdad, el único edificio oficial protegido por las fuerzas de la Coalición durante los saqueos era el ministerio del Petróleo. Por lo general, se admite que Estados Unidos codicia el petróleo iraquí. Pero otros hechos hacen pensar que su codicia no se detiene ahí.
El profesionalismo de los saqueos demuestra que no pueden ser obra solamente de la población iraquí. Si bien ciudadanos ordinarios participaron con toda probabilidad en los hechos, todo parece indicar que profesionales del mercado del arte antiguo también tomaron parte. Donny George, director de investigaciones y estudios del Museo Nacional Iraquí de Bagdad, está convencido de que los ladrones eran profesionales.
En declaraciones a AFP afirma « que [los ladrones] no tocaron las copias sino que robaron los originales. Es una operación de robo organizado ». El director de ese mismo museo se refiere por su parte a complicidad interna ya que los ladrones se hicieron de las obras más valiosas aunque éstas habían sido guardadas en cajas fuertes al iniciarse los bombardeos sobre Bagdad.
Según el diario The Independent, las computadoras del Museo Nacional de Bagdad, que contenían el inventario de las colecciones, fueron objeto de actos de vandalismo a tal punto que en estos momentos se ignora si las informaciones almacenadas en disco duro podrán ser recuperadas.
La desaparición de dicho inventario complicaría de manera particular los dispositivos destinados a impedir la reventa de las obras en el mercado internacional. En otras palabras, los profesionales no podrían haberlo hecho mejor.
En carta dirigida a los Estados miembros de la Coalición, publicada en el Guardian, nueve arqueólogos eminentes reclaman la protección de las instituciones culturales y la vigilancia internacional para impedir la reventa de objetos de arte iraquíes robados. Dichos expertos denuncian asimismo con indignación a una agrupación creada en 1994, el American Council for Cultural Policy (ACCP), el cual, según el diario New York Times, entró en negociaciones con el Departamento de Estado y el Departamento de Defensa estadounidenses antes de que se iniciara el conflicto con el objetivo de suavizar la legislación que protege a Irak de la expoliación de su patrimonio histórico.
El objetivo sería poder exportar antigüedades desde Irak, operación prohibida desde que concluyera el mandato británico en 1924 por medio de una ley fortalecida en 1975. El temor de estos arqueólogos es que Estados Unidos se aproveche del gobierno de tutela instaurado en Irak para modificar y suavizar la legislación local sobre la exportación de obras de arte y antigüedades, y acceder de esta forma a la solicitud del ACCP.
¿Se encuentra amenazado el patrimonio cultural iraquí ? Oficialmente, la Coalición expresa su interés en proteger los sitios históricos de los bombardeos. Ha declarado incluso que ha creado una sección encargada « de la protección del patrimonio iraquí », dirigida por un oficial de la reserva, antropólogo en la vida civil, y da muestras de su preocupación por evitar una catástrofe arqueológica.
Sin embargo, las negociaciones de la Coalición con el ACCP y la no intervención de sus soldados reafirman la tesis de que se trata de un saqueo organizado que se enmarca en la más pura tradición colonial.
El principal objetivo admitido por el presidente del ACCP, Ashton Hawkings, abogado especializado en el comercio de obras de arte, es unir a sus miembros influyentes y actuar como un contrapeso ante las legislaciones « proteccionistas » de los países que poseen un rico patrimonio arqueológico.
El ACCP desea asimismo que se revise el Cultural Property Implementation Act (convención estadounidense de 1983 destinada a frenar el saqueo cultural e histórico), para invalidar completamente los esfuerzos realizados por naciones extranjeras para impedir la importación de sus antigüedades en Estados Unidos.
El tercer combate oficial del ACCP consiste en desalentar el recurso a la jurisprudencia conocida como 1977 US v McClain, que se apoya en el National Stolen Property Act (ley estadounidense que sanciona tanto al ladrón como al receptador en virtud de la cual Frederick Schultz, gran comerciante estadounidense de antigüedades, ex presidente de la National Association of Dealers in Ancient, Oriental and Primitive Art, fue condenado en febrero de 2002 por haber aceptado de un negociante inglés, con conocimiento de causa, antigüedades egipcias robadas.)
Convencido por la doctrina liberal del gobierno de Bush, Ashton Hawkings insiste en precisar que para el ACCP, « la dispersión del material cultural a través del mercado es uno de los mejores medios de protegerlo ».
Desde que la comunidad arqueológica comenzó a denunciar en la prensa sus maniobras, el ACCP ha desmentido toda acusación de querer modificar la legislación iraquí en materia de antigüedades. Por el contrario, insiste en la oferta que hiciera al Pentágono de brindar ayuda financiera y material para conservar las obras y reconstruir las instituciones culturales iraquíes.
Sin embargo, antes de que se iniciaran los saqueos, las negociaciones con el gobierno estadounidense con miras a liberalizar el mercado del arte antiguo fueron consideradas como « alentadoras ».
Profesor McGuire Gibson.
Por instrucciones del Secretario General de la ONU, Kofi Annan, el Director General de la UNESCO, Koichiro Matsuura, multiplicó las iniciativas. Con la ayuda del British Museum envió una misión sobre el terreno para evaluar la magnitud de los robos. Esta mañana organizó en París una consulta de expertos para definir una estrategia.
Al salir de esta reunión, uno de los participantes, McGuire Gibson, profesor de la universidad de Chicago, declaró : « Los saqueos fueron planificados fuera de Irak ». Koichiro Matsuura anunció la creación de un fondo especial para el patrimonio cultural iraquí. Luego, exhortó a declarar el embargo internacional sobre los objetos de arte iraquíes.
Reclamó en especial que el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas adoptara una resolución ad hoc señalando de esta forma que la responsabilidad de los saqueos corresponde a ciertos Estados.
Sin esperar más, Martin Sullivan, presidente del Comité Consultivo de Asuntos Culturales, presentó su dimisión al presidente Bush para que el escándalo no salpicara a la Casa Blanca.