La tarde del sábado, miles de personas a lo largo del Estado, 12.000 en el caso de
Madrid, han vuelto a manifestarse por el derecho a la vivienda digna.
Reivindicando la intervención de los pisos vacíos o la creación de un
parque publico social de alquiler jovenes, y no tan jovenes, han vuelto a
hacer sonar su voz en la calle sobre la demagogia de estos momentos
electorales.
Reproducimos el comunicado leído al final de la manifestación :
Muchas manifestaciones suelen terminar con un comunicado en el que se da las gracias a los asistentes. Pero en esta ocasión no va a ser así. Los que estáis aquí no sois simplemente los asistentes. Vosotros sois mucho más, sois los protagonistas, los auténticos protagonistas de este día. Por eso no os vamos a dar las gracias, pero sí os queremos felicitar, porque os aseguramos que vuestra voz se está escuchando hoy más fuerte que nunca.
Esta noche estamos exigiendo simplemente nuestros derechos, como son el derecho a la vivienda y a un trabajo digno. Sólo estamos pidiendo lo que es nuestro. Las subastas demagógicas las dejamos para los partidos políticos. Sus bochornosos espectáculos propagandísticos nunca podrán tener la belleza de este día, porque hace tiempo decidieron vender su dignidad ; esta es la causa de que no entiendan lo que queremos decir cuando hablamos de vivienda digna o de trabajo digno. Por eso tenemos que gritar lo que queremos más alto y más fuerte que nunca, para que no les queden dudas.
Para solucionar el grave problema de la vivienda hacen falta medidas más profundas que garanticen que la vivienda sea un derecho, no un negocio, y que impidan la especulación, que es el gran cáncer de este país, como el relator de las Naciones Unidas ha adelantado en un informe sobre el problema de la vivienda que presentará esta primavera en Bruselas. En el encuentro estatal de asambleas V de Vivienda, celebrado durante el primer fin de semana de febrero, todas las asambleas participantes elaboramos un programa con estas 7 exigencias, que queremos que sean conocidas por todos los presentes :
1. Moratoria en la ejecución de planes urbanísticos mientras estos no sean guiados por el interés general, concretado este en una efectiva participación de la ciudadanía.
2. Transparencia en los datos relativos al derecho de acceso a la vivienda : censo de pisos vacíos, censo único de solicitantes de vivienda, censo de propietarios del suelo.
3. Inversión del proceso de depredación del espacio medioambiental y del tejido social de los espacios urbanos.
4. Creación de un amplio parque de vivienda pública en alquiler social capaz de responder a la demanda real de la población excluida por el mercado. Para ello, se dará prioridad al uso de los pisos vacíos sobre el de nueva construcción.
5. Despenalización de la reutilización de espacios en desuso.
6. Asunción por parte de las empresas financieras de su responsabilidad en el elevado e insostenible endeudamiento de las familias.
7. Medidas fiscales que penalicen efectivamente la especulación.
Estas son las medidas que proponemos para que se garantice el derecho al alojamiento. Sabemos que además es necesario actuar sobre otro problema que está claramente ligado a la dificultad para acceder a una vivienda. Nos referimos al problema de la precariedad laboral y de la carestía de la vida. Creemos que los bajos salarios y el alto precio de la vivienda son circunstancias vitales que están íntimamente relacionadas y constituyen juntas la más grave amenaza para nuestra dignidad y nuestra independencia como personas.
El alto endeudamiento de las familias españolas, principalmente ligado a los préstamos hipotecarios, se está viendo agravado en los últimos meses por la imparable escalada del precio de los productos básicos. Este círculo vicioso lo completa la creciente precariedad de los puestos de trabajo En la Comunidad de Madrid, el 48% de los asalariados no llega a los 1.000 euros al mes, y en el resto del país las cifras no son mucho mejores.
Para terminar con esta lacra, exigimos una renta social básica universal que nos aleje del mileurismo y rompa así el chantaje del mercado laboral, que siempre trata de imponernos unas condiciones cada vez más miserables. También pedimos una subida significativa del salario mínimo interprofesional, para que éste sea equiparable al de nuestros vecinos europeos. El trabajo debe repartirse siempre sin reducción salarial, para que todos los trabajadores participemos de la riqueza que generamos con nuestro esfuerzo. En este sentido, apoyamos fórmulas como el autoempleo y las cooperativas de trabajadores, que dan un valor social a la actividad económica.
Consideramos que los poderes públicos no tienen excusa para seguir sin actuar contra las formas más graves de precariedad, y en concreto exigimos el fin de los contratos temporales y de las ETT, de las subcontratas, de la lamentable sangría de muertes en el tajo y de la discriminación laboral por razones de sexo o procedencia.
Cuando hablamos de precariedad, no sólo nos referimos a nuestras condiciones laborales ; otra forma de precariedad que nos afecta profundamente es la pérdida de calidad de los servicios públicos, que están siendo víctimas de un galopante proceso de privatización. Los servicios públicos es el otro salario que percibimos los trabajadores, y su precarización siempre supondrá un menoscabo de nuestros derechos. Por otra parte, denunciamos que las cajas de ahorro han dejado de desempeñar la función social que tuvieron en su origen, ya muy remoto, y se han asimilado por su organigrama de funcionamiento y sus intereses empresariales a la banca comercial. En este sentido, apostamos por la banca ética y las cooperativas financieras autogestionadas
Por último, queremos referirnos especialmente a un colectivo que también está presente en la manifestación, y cuya participación es muy importante en estos momentos en los que está sufriendo una dura campaña por parte de algunos sectores políticos y económicos. Nos referimos a nuestros hermanos los trabajadores inmigrantes, que han sido doblemente víctimas de la especulación inmobiliaria. En los tiempos del boom inmobiliario, se estimulaba su llegada para contribuir al crecimiento desmesurado de la construcción ; ése ha sido el auténtico “efecto llamada”, y no la aplicación de ninguna ley ; ahora ya ha terminado el boom y los días de miel y rosas para los constructores y la banca y es necesario buscar un chivo expiatorio, y quién mejor que el que viene de fuera y está completamente desprotegido. Después de escuchar las sandeces del poder, ahora es justo darles la palabra también a ellos.
Las mujeres y hombres inmigrantes, que tan decisivamente hemos contribuido con nuestro esfuerzo a la situación de prosperidad relativa de los últimos años, estamos siendo los primeros en sufrir los efectos de la crisis desatada por la locura especulativa del capital financiero.
Son nuestros empleos los primeros que desaparecen, y la consiguiente merma de nuestros ingresos nos hace todavía más indefensos frente al aumento de la carestía de la vida, y muy en particular, de los alimentos y de la vivienda. Desde la UE y con la participación del actual gobierno, se prepara una ofensiva contra los inmigrantes destinada a sumirnos en una posición aún más subordinada a los intereses de los grupos beneficiarios de la prosperidad que hoy toca a su fin. Grupos que son los responsables de la crisis que se avecina. Para ello se está levantando un monstruoso dispositivo de racismo institucional que va desde las brutales prácticas policiales legalizadas por el protocolo de repatriaciones aprobado por el gobierno, hasta la proliferación de la infamia de los centros y campos de internamiento en los que, con una nueva Directiva europea, podrá prolongarse la retención de los inmigrantes irregulares de 40 días a 18 meses.
En este momento vamos a dar por concluida nuestra manifestación, la manifestación de todos los que pensamos que tenemos no el derecho, sino la obligación de vivir dignamente. Queremos y debemos ser los protagonistas de nuestra propia vida. Se ha terminado el tiempo de bajar la cabeza y cerrar los ojos a la espera de que el poder se apiade y nos deje respirar. Nadie nos va a salvar si no nos salvamos nosotros ; nadie va a defender nuestros derechos si no lo hacemos nosotros. En esta lucha todos tenemos que estar unidos. Jóvenes y mayores, hombres y mujeres, nativos e inmigrantes. Todos sufrimos los mismos problemas y todos, absolutamente todos nosotros, sabemos cuáles son las causas y cuál es el camino. Empecemos entonces a hacer este camino, atrevámonos a soñar despiertos para construir entre todos un mundo en el que merezca la pena vivir.
Por una vivienda, por nuestra dignidad, por nosotros