Furia en la familia del brasileño asesinado por la policia en Londres.»

Gonzaga es una villa de apenas 6.000 almas en Minas Gerais (Brasil). De allí salió Jean Charles de Menezes de 27 años con su mochila llena de ilusiones hace más de 9 años. Vivió primero en San Pablo ; pero su etapa paulista sería apenas un tránsito para abordar Londres, otra metrópolis. Emigró como muchos de varios de sus primos hacia la capital inglesa. En su pueblo de origen hay muchos que hablan inglés fluidamente, por la alta proporción de jóvenes que viajan para Inglaterra o Estados Unidos.

Gonzaga es una villa de apenas 6.000 almas en Minas Gerais (Brasil). De allí salió Jean Charles de Menezes de 27 años con su mochila llena de ilusiones hace más de 9 años. Vivió primero en San Pablo ; pero su etapa paulista sería apenas un tránsito para abordar Londres, otra metrópolis. Emigró como muchos de varios de sus primos hacia la capital inglesa. En su pueblo de origen hay muchos que hablan inglés fluidamente, por la alta proporción de jóvenes que viajan para Inglaterra o Estados Unidos.

En viernes pasado, Jean Charles había salido de su casa en un barrio londinense para su trabajo de electricista. Al jefe lo llamó por teléfono para avisarle que estaba atrasado. Poco después de las 10 de la mañana, la policía británica descerrajó cinco tiros sobre el joven, a quien describieron inicialmente como de aspecto afro-asiático-caribeño. No se ajusta a las facciones del muchacho, de piel blanca. Pero esa caracterización responde a la tipología del brasileño, donde justamente conviven esas mezclas raciales.

En Gonzaga, la noticia de la muerte paralizó al pueblo de espanto. Los padres de Jean, Matozinhos Otoni da Silva y Maria Otoni de Menezes, viven en medio del campo a 20 minutos del poblado. Para avisarles, sus parientes tuvieron que ir con médico. Fue la prima del muchacho asesinado, Vivian, la que desde Londres tuvo que avisar por teléfono a los familiares de Gonzaga : eran las 13 del sábado. Pero recién al anochecer tuvieron la confirmación oficial de la Embajada brasileña.

Cleber Rabelo de Menezes, de 33 años, convivía con Jean Charles. «Pasamos juntos la infancia, uno en la casa del otro» declaró. «No entiendo cómo pudieron matar a Jean de esa manera tan cruel».

Ayer, el dolor de la familia se vio acentuado. La madre, María Menezes, se enteró que deberá esperar muchos días antes de dar sepultura al cadáver de su hijo. El gobierno británico, que defendió el accionar homicida de sus fuerzas policiales, se niega a liberar el cuerpo para su repatriación. Afirma que es un elemento clave para la investigación

«Estoy totalmente furiosa con la Policía. ¿Cómo pueden matar trabajadores ?», sollozó la mujer. «Este dolor nada lo va a curar».

El desconsuelo era por partida doble. El padre de Jean le había sugerido al joven que regresara a Brasil. Fue durante una estadía de cuatro meses que el muchacho se tomó aquí. Recién en abril regresó a Inglaterra. Los Menezes temían por la vida de su hijo. Pero este los confortaba : «Allí no hay violencia. Nadie anda armado».

Jean Charles tenía previsto regresar definidamente a Brasil en medio año. Tanto era así que había comprado una camioneta, que dejó a su hermano. Confesó extrañar mucho el país y la familia. Pero en Londres consiguió la muerte.

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