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Francia recuerda el compromiso de Sartre

Eventos Galerías 14/03/2005
Francia recuerda el compromiso de Sartre

ENTENARIO DEL PENSADOR ’TOTAL’ / Una exposición en la Biblioteca Nacional de París se adelanta a la avalancha de actos de cara al 21 de junio, la fecha en que se cumplen 100 años de su nacimiento / Se muestran escritos inéditos


El filósofo y escritor francés Jean-Paul Sartre, en una imagen de 1970 tomada en el Palacio de Justicia de París. / ROGER VIOLLET


ENTENARIO DEL PENSADOR ’TOTAL’ / Una exposición en la Biblioteca Nacional de París se adelanta a la avalancha de actos de cara al 21 de junio, la fecha en que se cumplen 100 años de su nacimiento / Se muestran escritos inéditos


El filósofo y escritor francés Jean-Paul Sartre, en una imagen de 1970 tomada en el Palacio de Justicia de París. / ROGER VIOLLET


PARIS.- Filósofo pero también novelista, dramaturgo e incluso periodista, activo en todos los combates políticos de su época, Jean-Paul Sartre encarna la figura del intelectual comprometido del siglo XX. Francia, que le tenía un poco olvidado en comparación con el fervor que aún suscita en otros países, conmemora ahora el centenario de su nacimiento con una gran exposición en la Biblioteca Nacional, cuyo departamento de manuscritos cuenta con un fondo excepcional sobre el autor.

Más de 400 piezas recrean las etapas de la vida de Sartre y los acontecimientos sociales y políticos más importantes de su tiempo, a los que su obra está estrechamente ligada. La mayoría de los objetos son manuscritos, fichas preparatorias, borradores, cartas, portadas de periódicos, cuadernos, carteles, ediciones originales.La exposición reúne también obras de los artistas que frecuentaba el escritor (Giacometti, Wols, Brassaï, Cartier-Bresson) o que le inspiraron (Tintoretto), así como numerosos testimonios audiovisuales.

Entre los documentos inéditos, sobresalen algunos escritos sobre el arte, su correspondencia con su prima Simone Jollivet, que le inspiró el personaje femenino de La náusea, o con el director de teatro Jean Vilar, con quien mantuvo una tormentosa relación.La escenografía resuelve con acierto la siempre difícil tarea de hacer visualmente atractiva una muestra en la que predomina la palabra escrita, utilizando vitrinas a distintas alturas e intercalando pequeños gabinetes tapizados de terciopelo rojo, en los que se destaca la creación teatral de Sartre.

El recorrido está dividido en cuatro partes. La primera, de 1905 a 1944, comienza con la infancia feliz de niño huérfano de padre a los 11 meses, criado por sus abuelos maternos y su madre, hasta las segundas nupcias de ésta, consideradas como una traición.Siguen la adolescencia difícil en La Rochelle, los años de formación en París, la emergencia de su vocación, tal como la expuso a Simone de Beauvoir, a la que conoció preparando el examen de profesor de Filosofía y de la que nunca más se separaría : « Quiero ser Spinoza y Stendhal ».

Sartre comienza a enseñar en Le Havre y continuará luego en varios liceos de París. Las editoriales rechazan varias obras suyas hasta que, en 1938, se publica La náusea, que casi gana el premio Goncourt y en la que se revela ya en su doble faceta de filósofo y novelista. Su experiencia de la guerra es breve y poco dramática : en 1939, el soldado Sartre se dedica a una misión meteorológica que consiste en lanzar globos para medir la velocidad del viento.Prisionero, aprovecha para leer y escribir un misterio de Navidad, Bariona, antes de regresar a París en 1941.

Pero, si antes era un individualista entregado a su obra, la guerra lo transforma y « le mete lo social en la cabeza », en palabras de su editor, Michel Contat. Su « resistencia » será intelectual, a través de escritos en publicaciones clandestinas, como Lettres Françaises, y obras de teatro como Las moscas. Es en esta época cuando se estrena como periodista, escribiendo reportajes sobre la liberación y como enviado especial a Estados Unidos durante cuatro meses para Combat y para el diario Le Figaro.

Entre 1945 y 1951, florece el intelectual comprometido. « Comprendió que al vivir, no en lo absoluto sino en lo transitorio, debía renunciar a ser y decidir hacer », escribe Simone de Beauvoir en La fuerza de las cosas.

El autor de El ser y la nada y La crítica de la razón dialéctica lanza su ofensiva existencialista, que tendrá de inmediato un gran eco, y entra en el Reagrupamiento Democrático Revolucionario (RDR), un movimiento que busca una tercera vía entre comunismo y socialismo, entre el estalinismo del Partido Comunista francés y el reformismo de los demócratas sociales.

En la tercera etapa del recorrido, de 1952 a 1964, se pasa revista a sus relaciones con el Partido Comunista, del que será un « compañero de ruta » entusiasta hasta 1956, cuando la URSS aplasta la insurrección de Budapest. Adalid de la independencia, la guerra de Argelia le empuja a radicalizar su oposición al sistema colonial y, a partir de 1955, se convierte en una especie de embajador del pensamiento contestatario.

Cuando en 1964 rechaza el Premio Nobel, asegura que lo habría aceptado agradecido años antes, en el momento de su toma de posición contra la guerra de Argelia. « Lo habría considerado un acto político », puede oírsele decir en un testimonio de la exposición.

A partir de 1965, y hasta su muerte en 1980, lo mismo vende el periódico maoísta La cause du peuple y funda Libération que arenga a los trabajadores de Renault o visita en prisión a Andreas Baader, el jefe de la Fracción del Ejército Rojo, en Alemania. Después de haber inspirado el Mayo del 68 contra un viejo orden que él mismo fustigaba, Sartre es indiscutiblemente el « intelectual total », abogado y portavoz de todas las causas que, a su juicio, merecen ser defendidas, aval de todas las peticiones.

Cuna existencialista

De regreso del campo de prisioneros, Jean-Paul Sartre desertó del barrio de Montparnasse, foco tradicional de artistas e intelectuales, para instalarse en Saint-Germain, que se convirtió así en la cuna del existencialismo.

Poco después, llegarían el jazz y el movimiento ’zazou’, impulsado por jóvenes de buena familia, anarquistas y apolíticos que exhibían una provocadora anglofilia como reacción al ’petainismo’ de sus mayores. « La palabra ’existencialismo’ apasionó a la prensa del corazón de la época porque se trataba de un modo de vida ligado a una música, el jazz », explica Michel Contat, próximo al filósofo.« Todo eso contribuyó a hacer de Sartre una figura esencial de la posguerra ».

En 2000, la mítica plaza de Saint-Germain-des-Près fue rebautizada Plaza de Jean-Paul Sartre y de Simone de Beauvoir, adelantándose al centenario del nacimiento del pensador, que se cumplirá el próximo 21 de junio. Por el momento, los homenajes han sido, sobre todo, mediáticos, con cuadernillos especiales en los principales periódicos. La Pléiade publica, a partir del día 17, el teatro completo de Sartre y, en los próximos meses, están previstos un buen número de conferencias y coloquios en todo el mundo, incluido uno en la Universidad de Zaragoza sobre Sartre y su tiempo, del 14 al 18 de noviembre.

CRISTINA FRADE. EL MUNDO

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