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Un hombre observa los restos de su taller destruido por una bomba rusa durante la breve guerra entre Georgia y Rusia del pasado mes de agosto. “Era todo lo que tenía. Fabricaba piezas de acero. Tenía maquinaria y mucho trabajo. Me han dejado sin nada”, nos dice. “Los rusos son mala gente, disparaban contra la comisaría que está aquí al lado y han destruido medio barrio (la comisaría sigue intacta)”. Y continúa : “Si Rusia no fuera un país tan grande los...
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Un hombre observa los restos de su taller destruido por una bomba rusa durante la breve guerra entre Georgia y Rusia del pasado mes de agosto. “Era todo lo que tenía. Fabricaba piezas de acero. Tenía maquinaria y mucho trabajo. Me han dejado sin nada”, nos dice. “Los rusos son mala gente, disparaban contra la comisaría que está aquí al lado y han destruido medio barrio (la comisaría sigue intacta)”. Y continúa : “Si Rusia no fuera un país tan grande los…
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Un hombre observa los restos de su taller destruido por una bomba rusa durante la breve guerra entre Georgia y Rusia del pasado mes de agosto. “Era todo lo que tenía. Fabricaba piezas de acero. Tenía maquinaria y mucho trabajo. Me han dejado sin nada”, nos dice. “Los rusos son mala gente, disparaban contra la comisaría que está aquí al lado y han destruido medio barrio (la comisaría sigue intacta)”. Y continúa : “Si Rusia no fuera un país tan grande los hubiéramos derrotado fácilmente. Su armamento es viejo y están mal entrenados. Y nosotros tenemos soldados valientes y armas modernas, de Israel y de los americanos”.
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Este niño se llama Yura y tiene 12 años. Frente a la casa en la que vivía nos cuenta : “Las bombas cayeron de dos en dos, la primera cayo ahí detrás, en el centro de la calle. La segunda en mi casa, en el tejado”. Murieron un adulto y cuatro niños. Los conocía a todos. “Estaban destrozados, de alguno sólo encontraron la cabeza o un brazo”. En la explosión también resulto herida una mujer a la que han tenido que amputar una pierna, y una niña que ha perdido un ojo. “A la niña la oíamos gritar y entre todos la sacamos de debajo de los escombros”. La familia de Yura ha sido alojada temporalmente en un colegio cercano.
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Esta familia, junto con otras doce, ha sido realojada por las autoridades georgianas en un edificio que estaba abandonado. Sus casas fueron destruidas por las bombas rusas el pasado agosto. Tienen luz pero no agua y todas utilizan un solo grifo que hay en la calle. No hay duchas, ni puertas y muchas ventanas no tienen cristales. Comen y cenan en el campamento de refugiados que la ONU y Cruz Roja han instalado aquí cerca, a las afueras de Gori. Hasta el 2006 Vivian en Abjacia pero tuvieron que marcharse. La mujer, que se llama Sopo, nos dice :” Nosotros siempre habíamos vivido en Abjacia, pero últimamente los rusos no querían allí a los georgianos. Hace dos años la cosa se puso peor y tuvimos que venir aquí. Solo pudimos traer lo que cabía en el coche”. La bomba que destruyo su casa cayo en la calle y arraso dos edificios enteros. “No pudimos recuperar nada, lo poco que tenemos ahora nos lo han dejado nuestra familia o nuestros amigos”. “Los rusos ya nos echaron de Abjacia y ahora nos quieren echar de aquí. Donde quieren que nos vallamos ?”
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“Nadie nos aviso de que podían venir los aviones. Era mediodía y estaba en casa preparando la comida, oí gritos en la calle y después ya no recuerdo nada.”. Esta mujer resulto gravemente herida en la cabeza el 11 de agosto por una bomba rusa. Salio del hospital el 17 de septiembre aunque aun presenta graves secuelas.
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Este hombre tiene 46 años y se llama Nino. Su casa estaba al norte de Gori y fue destruida por una bomba rusa. Su hijo menor, de trece años murió dentro. “ Yo estaba trabajando cuando se oyeron las primeras explosiones. Cuando llegue a casa ya se habían llevado a mi hijo. Murió en el hospital. No me dejaron verlo”