Desde mayo pasado, la gente volvió a ocupar espacios que habíamos abandonado en las últimas dos décadas: asambleas generales empezaron a organizarse en todas las ciudades retomando las plazas públicas.
Fotos: Mariana Fotinú
Ya no dialogamos, ni pedimos nada de ellos
Después de dos décadas durante las cuales la gente había perdido la
capacidad a organizarse y en las que la voz de la televisión fue más
fuerte que la del vecino, nos encontramos otra vez uno con el otro.
– No la pasamos mal, ¿o sí?
– ¡Claro que no! ¡Además caminamos, que es buen ejercicio!
Los tres teníamos los ojos rojos por los gases lacrimógenos. Estábamos sentados en la escalera del edificio histórico de la Universidad de Atenas, en el centro de la ciudad.
Ya no dialogamos, ni pedimos nada de ellos
Después de dos décadas durante las cuales la gente había perdido la
capacidad a organizarse y en las que la voz de la televisión fue más
fuerte que la del vecino, nos encontramos otra vez uno con el otro.
– No la pasamos mal, ¿o sí?
– ¡Claro que no! ¡Además caminamos, que es buen ejercicio!
Los tres teníamos los ojos rojos por los gases lacrimógenos. Estábamos sentados en la escalera del edificio histórico de la Universidad de Atenas, en el centro de la ciudad.
– ¿Llegaron ustedes con algún grupo organizado?, les pregunté a los dos hombres que estaban junto a mí después de charlar un poco.
– Somos completamente independientes, me respondieron.
Al mismo tiempo los granaderos que nos habían perseguido hasta allá pasaron por la avenida que está frente al edificio. Estaban cazando a un grupo de jóvenes. Más abajo, pocos de los muchos trastes de Atenas ardían en una fogata, pues es bien sabido que los fuegos ayudan contra los gases.
– Siempre olvido que me causan dolor de cabeza los químicos, dijo uno de los dos hombres. ¿Alguien tiene un paracetamol?
Eran alrededor de la cinco de la tarde. Hacía unas dos horas que los granaderos ya no lanzaban químicos, tratando de vaciar la plaza Sintagma, frente al parlamento. La gente estaba decidida a quedarse. Ya se habían ido los sindicatos y el partido comunista tradicional, pero los demás no. Las manifestaciones de los últimos meses se quedarán en la historia como marchas y huelgas generales históricas. No solamente en Atenas en donde hubo entre 300 y 400 mil participantes, sino en toda Grecia.
Tres, según yo, fueron los puntos centrales de esta huelga y manifestación. El primero es que no fue una huelga con demandas diferentes de cada sector, sino con una demanda central: el retiro del gobierno socialista de PASOK (Partido Panhelénico Socialista) y su política. Ya no dialogamos, ni pedimos nada de ellos. ¡Queremos que se vayan! El segundo fue la disminución de poder de decisión de los sindicatos, pues todos tienen líderes del partido gubernamental. En esta huelga participaron grupos de base de cada profesión, tomando decisiones independientes con asambleas generales en cada ciudad pequeña o en las diferentes secciones de las ciudades grandes. Con ellos participaron también las asambleas populares de las ciudades pequeñas y los barrios de Atenas que se crearon con el movimiento de los Indignados. El tercero fue que la gente llegó a la marcha decidida. Pero esto último fue el resultado de un proceso más largo.
El 4 de octubre fue el aniversario de los dos años del gobierno socialista de PASOK. En estos dos años el pueblo de Grecia ha vivido el peor tiempo de su historia contemporánea después de la caída de la dictadura el 1974. Su economía hace algunos meses flirtea seriamente con el colapso total. Con ella está cayendo también el sueño de una abudancia capitalista basada en préstamos de vacaciones y consumo. Esta caída rápida se está llevando de paso también la lucha de los trabajadores del siglo XX y el estado de bienestar, un “accidente histórico” del capitalismo européo después de la Segunda Guerra Mundial que ya va siendo hora de corregir en toda Europa.
Poco a poco los términos económicos difíciles fueron entrando en nuestra palabra cotidiana. Aprendimos cómo funcionan los mercados financieros y qué significa por estas tierras la política de neoliberalismo. Nos dimos cuenta el nivel de falsedad de la abundancia de esa Grecia orgullosa de los Juegos Olímpicos de 2004. Muchos ya sabemos que el camino en que andamos no era la única opción para salvar la economía como trataron a convencernos al principio de esta crisis.
La reacción no fue rápida. Nos quedamos viendo al gobierno no sabiendo qué pensar, ni cómo reaccionar. El gobierno tomó el poder con un 44 por ciento de aprobación en el 2009, prometiendo un programa completamente diferente al que ha implementado. Poco después “reveló” que los gobiernos anteriores (de derecha) habían manejado mal la economía y además habían falcificado sus datos: el déficit y la inflación fueron más grandes de lo que habían dicho. Grecia fue presentada por su mismo gobierno como un Estado poco fiable. Lo que no sabíamos entonces fue que todos los Estados piden prestados para cubrir sus deudas. Pero sólo los Estados fiables pueden seguir en este camino, y Grecia ya no estuvo entre éstos. Con la primavera de 2010, la llamada “tróika” llegó al país: el Fondo Monetario Internacional, la Unión Europa y el Banco Europeo. Ya no podíamos poner en orden nuestra casa. Necesitábamos supervisión internacional para hacerlo…
Fue como una inundación que poco a poco iba llenando todo: los salarios, las jubilaciones, la educación pública primaria y secundaria, las universidades, los gastos de salud, la seguridad laboral y de propiedad. Al mismo tiempo que el porcentaje de desempleo subió del 11 por ciento a 15 por ciento en un año, han subido también todos los impuestos. Las nuevas medidas que votaron los legisladores en el parlamento el 20 de octubre incluyen el cambio de los acuerdos de negociación colectiva.
El plan para salvar a Grecia parece más bien estarnos precipitando en una devaluación interna: bajar los salarios para bajar los precios. De esta manera el país podrá competir con el extranjero. Pero ¿cómo se puede hacer esto en un país que ya no produce nada y todo lo debe importar, incluso los productos agrícolas ya que trabajar en el campo produce bajísimos ingresos? El plan para salvar a Grecia parece más bien un plan para matarnos de hambre. Hace poco, los maestros en Atenas denunciaron que en las clases hay niños que se desmayan porque no han comido.
En mayo pasado, la gente volvió a ocupar espacios que habíamos abandonado en las últimas dos décadas: asambleas generales empezaron a organizarse en todas las ciudades retomando las plazas públicas. En Atenas algunas semanas después de las asambleas que diariamente se organizaron en la plaza de Sintagma siguió la organización de asambleas populares en barrios que ya tienen logros importantes. Después de dos décadas durante las cuales la gente había perdido la capacidad a organizarse y en las que la voz de la televisión fue más fuerte que la del vecino, nos encontramos otra vez uno con el otro. El gobierno respondió con gases lacrimógenos y golpes de granaderos a la población, pero fue muy importante la reacción de la gente ante lo que difundían los medios de comunicación. La gente empezó a dar más confianza a los vecinos “que estuvieron allá” que a las noticias.
Muchos ministerios, servicios públicos y edificios de administración en toda Grecia fueron ocupados por sus trabajadores, superando la participación de los sindicatos. Ya hay muchos grupos en toda Grecia que trabajan con metas diferentes. Las protestas de los meses pasados fueron el resultado de este trabajo de base. Aparte del partido comunista tradicional que parece que juega un papel desconocido junto con el gobierno, en las marchas estuvieron asambleas populares, bloques de anarquistas, grupos de muchísimos profesiones, juntos con estudiantes de universidad y de secundaria. Y todos estaban preparados para resistir a la represión del Estado: había viejitas con máscaras y con medicinas para el estómago que ayudan contra los químicos, aplaudiendo cada vez que escuchábamos el lanzamiento de los gases. ¡La solidaridad fue grande y no perdimos nuestro humor! La gente llegó decidida a quedarse en la plaza. Sí, esta vez con los lacrimógenos y los granaderos lograron a disiparnos. Pero las demandas y las formas de lucha se han radicalizado. Ya logramos la caída del pasado gobierno, pero la lucha no termina y ahora debemos tratar de retomar nuestras vidas.
http://desinformemonos.org/2011/12/%E2%80%9Cel-plan-para-salvar-a-grecia-parece-ser-un-plan-para-matarnos-de-hambre%E2%80%9D/