En la imagen un grupo de zapatistas muestra la camiseta de Zanetti, que sujeta el enviado del Inter, Bruno Bartolozzi. En sus 96 años de vocación internacionalista, el Inter de Milán dio el verano pasado un paso muy largo. Entró en territorio zapatista, allí donde habita el movimiento insurgente que defiende los derechos de los indígenas mexicanos desde 1994. Allí donde "el pueblo manda y el Gobierno obedece", según el mojón que recibió a Bruno Bartolozzi, director organizativo del club italiano, cuando llegó en agosto a Oventic, a una hora de San Cristóbal de las Casas, cargado de balones y de camisetas interistas. Los líderes insurrectos, sin embargo, le dejaron las cosas claras desde el principio : "Esto del fútbol está muy bien, pero nuestras prioridades son la sanidad y la cultura".
El club italiano desarrolla un proyecto de ayuda al movimiento indígena mexicano
En la imagen un grupo de zapatistas muestra la camiseta de Zanetti, que sujeta el enviado del Inter, Bruno Bartolozzi.
En sus 96 años de vocación internacionalista, el Inter de Milán dio el verano pasado un paso muy largo. Entró en territorio zapatista, allí donde habita el movimiento insurgente que defiende los derechos de los indígenas mexicanos desde 1994. Allí donde «el pueblo manda y el Gobierno obedece», según el mojón que recibió a Bruno Bartolozzi, director organizativo del club italiano, cuando llegó en agosto a Oventic, a una hora de San Cristóbal de las Casas, cargado de balones y de camisetas interistas. Los líderes insurrectos, sin embargo, le dejaron las cosas claras desde el principio : «Esto del fútbol está muy bien, pero nuestras prioridades son la sanidad y la cultura».
El Inter respondió enviando 5.000 euros procedentes de las multas de los jugadores : las cantidades con las que el técnico, Roberto Mancini, los penaliza por infracciones como llegar tarde a los entrenamientos o hablar a deshora por el teléfono móvil. Poco le costó a Bartolozzi convencer a su capitán, el argentino Javier Zanetti, que lleva un intenso recorrido en ayudas sociales. «Ya construimos un hospital en Colombia y en el verano compramos una ambulancia para los zapatistas», dice Zanetti.
No es la primera iniciativa solidaria del Inter. Se nota la impronta del dueño del club, Massimo Moratti, un petrolero con fama, pese a su profesión, de progresista y antifascista radical. Su esposa, Milli Moratti, pertenece a los Verdes del Ayuntamiento de Milán. «No es para limpiarnos la conciencia», advierte Bartolozzi ; «la UEFA está contra la discriminación y el racismo y en Chiapas, hace poco, los indios no podían subir a las aceras, que eran para los blancos, o no podían entrar en las tiendas y pedían a gritos, desde fuera, lo que querían comprar. Desarrollaremos un proyecto sanitario con organizaciones no gubernamentales y católicas».
Javier Aguirre, mexicano y entrenador de Osasuna, acoge la iniciativa con entusiasmo. Y explica su compromiso con la causa indígena. «Al poco de nacer, los zapatistas entraron en contacto conmigo como representante del mundo del deporte», recuerda ; «me preguntaron en qué podía ayudarles y les dije que organizando un partido entre viejas glorias del Mundial de 1986 e insurgentes». El partido se disputó el 15 de marzo de 1999 en el estadio Martínez Palillo, de Ciudad de México. «Un primo de mi mujer les diseñó los uniformes, negro y blanco, con la imagen del subcomandante Marcos [el líder zapatista] y cuatro estrellas doradas», relata ; «pero llegaron al campo sin botas de fútbol, con botas militares, por lo que tuvimos que prestárselas nosotros y el público. No quisieron desprenderse de los pasamontañas para jugar. Fue muy emotivo». Aguirre no descubrió ningún talento secreto bajo ellos. «En la Sierra Lacandona hay poco espacio para el fútbol. Más bien, practican el baloncesto pese a que son bajitos. La mayoría es gente del campo acostumbrada a sufrir, gente marginada durante siglos que necesita ser escuchada y que se le dé un espacio legal y social. Y es admirable que Zanetti se haya volcado en el proyecto», sentencia el técnico del club navarro.
En Chiapas, enclave de 74.000 kilómetros cuadrados, hay unos 400.000 zapatistas : 300.000 indígenas y 100.000 entre mestizos y blancos. Controlan un 40% de la zona, cinco territorios -llamados caracoles- en los que se reconoce a una Junta del Buen Gobierno. El subcomandante Marcos, poco aficionado al fútbol, agradeció, en su discurso de agosto, la ayuda a «los futbolistas del equipo que se llama Inter» y les deseó suerte en su nuevo curso.
Nadie mejor que Ramon Mantovani, interista y profundo conocedor de los zapatistas -se entrevistó cinco veces con Marcos-, para explicar la acción del Inter. «En Italia, el movimiento zapatista tiene una gran popularidad», dice este parlamentario de Rifondazione Comunista y de origen catalán ; «yo recogí 275 firmas de diputados y senadores italianos en las que pedíamos que el Gobierno mexicano atendiera la ley indígena, que luego traicionó. El Inter, con seis millones de seguidores en Italia, siempre ha apoyado a las comunidades que sufren». En efecto, el club nerazzurro es un gran mantenedor de Emergency, la asociación del médico milanés Gino Strada, que ha prestado socorro en las guerras de Irak, Afganistán y Kurdistán.
CAYETANO ROS – Valencia
EL PAÍS