«Ha entrado la Guardia Civil y el Ejército del Aire, con pistolas, y nos han obligado en este estado de ansiedad y de nervios a sentarnos ahí, a separar aviones. Eso es lo que ha hecho el Gobierno». A punto de romper a llorar, la controladora aérea Blanca Uriarte explicaba ante los medios por qué los controladores están regresando a sus puestos de trabajo, tras casi 24 horas de huelga ilegal, pese a que consideran que su estado físico no es el adecuado para dirigir el tráfico aéreo.
’En este estado de ansiedad, es imposible dirigir aviones’
La postura de Uriarte es la predominante entre el colectivo, pese a que los controladores aéreos se están incorporando prácticamente con normalidad al turno de tarde del sábado, después de que el Gobierno decretará el estado de alarma, convirtiéndoles en personal militar, y les pusiera bajo mando del Ejército, con penas de hasta seis años de prisión y pérdida de empleo si desobedecen a los militares.
«Hemos pedido ayuda al Gobierno, le hemos explicado que nos pasamos de horas, que no podemos trabajar más por ley, y ha sacado una ley antes del puente diciendo que puedo trabajar ilimitadamente», ha insistido Uriarte ante los periodistas.
Una plantilla «muy castigada»
En la misma idea han insistido los responsables de la Unión Sindical de Controladores Aéreos (USCA), el sindicato que agrupa al 95% de los trabajadores de este colectivo. Su portavoz, César Cabo, ha comentado que ha sido «muy difícil convencer a una plantilla muy castigada a lo largo del último año» para que regresara a sus puestos, aunque ha confirmado que «se está recuperando la normalidad» en «muchos» de los aeropuertos y centros de control.
Cabo ha explicado a la prensa que la junta directiva del sindicato «ha conseguido a última hora de la mañana que los trabajadores vuelvan a sus puestos», pero ha vuelto a justificar la actitud de sus compañeros. A su juicio, los controladores han sido objeto de «otra provocación en forma de decreto ley en la víspera de uno de los puentes más importantes del año», lo que, en su opinión, «no fue casual».
«Entendemos -ha asegurado- el perjuicio causado a pasajeros y compañías aéreas, pero ha de valorarse la virulencia de la provocación hecha desde AENA», a la que Cabo ha hecho única responsable de la situación, argumentando que no contrata a controladores suficientes y extiende en demasía su jornada laboral con la nueva normativa.
Cansancio
Esa es la opinión generalizada entre los trabajadores, pese a que comprenden a los ciudadanos. Merche Canalejo, una de las controladoras aéreas que ayer abandonó su puesto en Madrid, ha pedido «un millón de disculpas» a los ciudadanos porque les da una «pena horrorosa», pero ha asegurado que su colectivo no es el «origen del problema», sino las condiciones de «esclavitud» en las que desempeñan su trabajo.
En este estado de ansiedad es imposible separar aviones ahí arriba
Blanca Uriarte ha asegurado que «nadie ha abandonado su puesto de trabajo», defendiendo la veracidad de sus bajas médicas : «En el estado de ansiedad que tenemos todos y de nervios, es imposible separar aviones ahí arriba».
Otra controladora, Cristina Antón, lo expresa de forma mucho más cruda en su blog, ante los comentarios acusadores de muchos internautas : «Es muy fácil imaginar mi curro desde vuestros sofás, durmiendo ocho horitas cada noche. Si venís a currar conmigo a turnos un mes en una semana no podéis con vuestros huevos», escribe.
«No somos controladores suficientes y es lo que hay. No damos abasto -asegura-. No os queréis enterar. Nos exigís currar todos los días para tener vuestros putos puentes y vuestras putas vacaciones. ¿Dónde cojones dice que seamos vuestros esclavos ? ¿Por qué vosotros tenéis todos los derechos del mundo y nosotros NINGUNO ?».