El desalojo de un centro cultural okupado en Copenhague, capital de Dinamarca, provocó ayer una auténtica batalla campal entre las fuerzas policiales y centenares de jóvenes que bloquearon durante horas la capital danesa con barricadas y contenedores. Cerca de 190 personas fueron detenidas por su participación en los disturbios y otras tres resultaron heridas.
La magnitud de los altercados obligó a la policía de Copenhague a pedir refuerzos a los municipios cercanos. Los agentes tuvieron que recurrir al uso de helicópteros, cañones de agua y vehículos blindados para sofocar la revuelta en el céntrico barrio de Noerrebro. Los jóvenes arrojaron adoquines a la policía, y levantaron barricadas a las que prendieron fuego.
El edificio de la Ungdomshuset, una antigua casa del pueblo, fue cedida por el Ayuntamiento de Copenhague a grupos de jóvenes en 1982 para que fuera utilizada como centro cultural y de ocio. En 2000 las autoridades municipales decidieron vender el inmueble a una secta cristiana, lo que provocó las primeras protestas. Tras un proceso que ha durado varios años, un tribunal dictaminó en diciembre que los jóvenes debían ser desalojados.
Cuando parecía que el Ayuntamiento estaba dispuesto a ofrecer un edificio alternativo a los jóvenes, se rompieron las negociaciones. Entonces, las autoridades dieron la inesperada orden a la policía de desalojar el inmueble. El abogado de un fondo privado constituido en apoyo de los jóvenes, Knud Foldschack, se mostró ayer «sorprendido» por el desalojo policial y señaló que sólo quedaban «pequeñas formalidades» para cerrar un acuerdo de compra de otro local.
Un portavoz del colectivo de okupas culpó a los políticos locales de la situación y anunció movilizaciones de protesta. En la tarde de ayer, un millar de personas se manifestaban en contra del desalojo. A primeras horas de la noche, los disturbios se reprodujeron. La capital danesa ha sido una de las ciudades con más presencia de movimientos alternativos de Europa.
Sofía, una joven de 18 años con aire punk, resumía la pregunta que lanzaban en voz alta muchos de los okupas de Copenhague. «¿Por qué no podemos tener el derecho de contar con un centro juvenil diferente ?».
Los responsables municipales de la ciudad hicieron ayer un llamamiento a la calma para restablecer la normalidad. Entretanto, la policía ha puesto en marcha un operativo para prevenir la llegada a la capital danesa de comandos autónomos y alternativos desde Alemania. El pasado mes de diciembre se registraron disturbios en torno a la casa del pueblo desalojada ayer y, en aquella ocasión, la policía de Copenhague practicó cerca de 300 detenciones, muchas de ellas de ciudadanos alemanes.