Expropiador, rebelde, sindicalista, militante, revolucionario…muchas son las etiquetas que desde diferentes ámbitos han querido definir a Durruti. Más allá de la vida aventurera, de sus múltiples vicisitudes, la existencia de Durruti no es sino la de otros miles de revolucionarios españoles que empeñaron sus vidas en la conquista de una sociedad más justa. Recordando a Durruti, lo hacemos también a los demás que no por ser anónimos tienen menos importancia. Su trascendencia no radica en su excepcionalidad, sino en ha...

Expropiador, rebelde, sindicalista, militante, revolucionario…muchas son las etiquetas que desde diferentes ámbitos han querido definir a Durruti. Más allá de la vida aventurera, de sus múltiples vicisitudes, la existencia de Durruti no es sino la de otros miles de revolucionarios españoles que empeñaron sus vidas en la conquista de una sociedad más justa. Recordando a Durruti, lo hacemos también a los demás que no por ser anónimos tienen menos importancia. Su trascendencia no radica en su excepcionalidad, sino en ha…

Expropiador, rebelde, sindicalista, militante, revolucionario…muchas son las etiquetas que desde diferentes ámbitos han querido definir a Durruti. Más allá de la vida aventurera, de sus múltiples vicisitudes, la existencia de Durruti no es sino la de otros miles de revolucionarios españoles que empeñaron sus vidas en la conquista de una sociedad más justa. Recordando a Durruti, lo hacemos también a los demás que no por ser anónimos tienen menos importancia. Su trascendencia no radica en su excepcionalidad, sino en haber sido uno más entre muchos. Si no hubiera sido así, ni el Estado hubiera tenido interés en manipular su figura para traicionar todo aquello que defendía, ni su personalidad hubiera salido de las páginas de sucesos periodísticos. Además, su vida, como la de tantos otros, transcurrió mayoritariamente en la clandestinidad y las cárceles, no en el frente de guerra ni en los sindicatos.

Buenaventura Durruti, anarquista relata la preparación de una obra de teatro de Albert Boadella, que representa la vida del leonés a cuyo entierro acudieron más de medio millón de personas. Bien se vio que la bala que había matado a Durruti también había dado de lleno en el corazón de Barcelona. Se ha calculado que de cada cuatro o cinco habitantes, uno de ellos desfiló detrás del ataúd (…). Uno de los principales problemas con los que Boadella se encuentra a la hora de adaptar la figura de Durruti, es, sin duda, la enorme complejidad de un individuo que ha sido convertido en un mito, y la incapacidad del actor de encarar dicho personaje, lo cual pone a Boadella al borde del fracaso personal.

Viernes 13 de febrero, 19:00 horas
C/Quero, 69 (Local A.V.A)
Metro Aluche/Empalme
Biblioteca Popular La Candela

(…)Las ruinas no nos dan miedo. Sabemos que no vamos a heredar más que ruinas porque la burguesía tratará de arruinar el mundo en su última fase de la Historia. Pero a nosotros no nos dan miedo las ruinas porque llevamos un mundo nuevo dentro de nuestros corazones. Ese mundo está creciendo en este instante.

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