Presentación del libro «La Iglesia furiosa», jueves 21 de febrero a las
19,30 h. en la Sala Maldonado 53 (c/ Maldonado, 53, Madrid). Con Beatriz
Gimeno (miembro de la Federación Internacional de Ateos, FIdA) y los autores
del libro (Luis M. Sáenz, Enrique del Olmo, Juan Manuel Vera, José M. Roca y
José Luis Redondo).
Obispos y cardenales han encabezado manifestaciones para pedir la abolición
de derechos de personas que no piensan ni viven como ellos. Han acusado al
gobierno de las peores iniquidades porque no ha ajustado su programa a la
interpretación eclesiástica de la doctrina moral. Han sido punta de lanza de
la derecha más reaccionaria.
La Iglesia Católica considera intocables sus privilegios. Apela al derecho
natural para reclamar más dinero y más presencia social. Aspira a que lo
religioso invada los ámbitos públicos y privados, sin respetar los derechos
del conjunto de los ciudadanos, creyentes o no. Exige, en nombre de una
supuesta verdad revelada, la subordinación de la sociedad a sus dogmas.
Este libro, que aborda el significado del retorno a la tradición católica y
el reforzado integrismo que han supuesto Juan Pablo II y Benedicto XVI,
presta especial atención a sus manifestaciones en España, donde, todavía,
parte del clero parece añorar el régimen franquista. Los autores desean
contribuir a que se establezca en España un régimen de plena igualdad para
todas las convicciones, religiosas o no, tal y como exigen los valores
radicalmente laicos propios de una democracia.
Queremos que crezca el número de personas que rechacen sus absurdas normas y
que éstas no influyan sobre el sistema legal común. Que las Iglesias no
tengan privilegios frente a otras formas de asociación humana.
Las consecuencias de la creencia en la vida eterna afectan a la construcción
de la sociedad humana democrática. El reconocimiento de la mortalidad supone
asumir la naturaleza imperfecta y mortal de toda solución humana y, por
tanto, al negar toda verdad absoluta, establecer la condición esencial de la
epistemología pluralista y democrática.
Si la Constitución recoge privilegios para la Iglesia católica, en el
Concordato se reconoce a la Iglesia competencias enormes, de tal forma que
todos los intentos de separar la enseñanza religiosa de la escuela se han
movido en un marco muy estrecho por el predominio jurídico del Concordato.
La conclusión de todo lo dicho no puede ser otra que señalar la incoherencia
de mantener vigente el Concordato de 1953 con el Vaticano. Urge, también,
derogar la Ley Orgánica de Libertad Religiosa de 1980, que debería
sustituirse por una ley que amparase la libertad de conciencia…
Contra el privilegio y la arrogancia clerical
Laicismo YA, democracia y derechos civiles
Información y reservas del libro : trasversales@trasversales.net
http://www.trasversales.net
Fuente: FIdA