Exposición de fotografías de Josu Gastón, en el Centro de Arte Moderno.

Exposición de fotografías de Josu Gastón, en el Centro de Arte Moderno.

Exposición

CÁRCEL DE CARABANCHEL : LA MEMORIA EN RUINAS

Del 7 de abril hasta el Sábado 8 de mayo

Visitas : de Lunes a Viernes de 10 a 14 y de 17 a 21 h.
Sábados : de 10 a 14 h.
entrada libre y gratuita

Centro de Arte Moderno,
Galileo, 52 – 28015 Madrid

Metro :

  •  Línea 2 : Quevedo

  •  Líneas 3, 4 y 6 : Argüelles – Moncloa

  •  Línea 7 : Islas Filipinas

  •  Autobuses : 1-2-202-3-12-16-21-37-40-44-46
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    CARABANCHEL, LA MEMORIA EN RUINAS

    La última vez que visité la cárcel de Carabanchel fui en compañía de antiguos presos políticos. Una visita para rememorar, para reconocer aquéllas viejas y siniestras estructuras y para intercambiar recuerdos. Nos acompañaba una periodista que, conversando con unos y con otros, en un momento dado me preguntó qué me parecía ver la cárcel en ruinas, desmantelada, con sus muros cubiertos de grafittis. Le respondí que me parecía bien. La ruina, los escombros, las rejas arrancadas y las paredes repletas con esa iconografía de libertad que constituyen los grafittis (por eso se les persigue) nos mostraban un excelente destino para una cárcel.

    La tragedia no es la desaparición de una cárcel sino el hecho de que, por cada una que desaparece, se construyen al menos dos.

    En el caso de Carabanchel, las ruinas y su corolario de inmigrantes ocupas, saqueo de sus rejas e instalaciones metálicas de todo tipo, convertidos en medios de sobrevivencia para los que menos tienen, constituyeron una forma de victoria sobre los muros tras los cuales el fascismo encerró a tantos y tantos luchadores por la libertad. Por otro lado, esta misma lucha, su recuerdo y reconocimiento, exigía la conservación, como así lo expresó la ciudadanía madrileña, de al menos la cúpula central, destinándola a la memoria de una historia que a todos nos incumbe. Se trataba de crear un Centro para la Paz y para la Memoria.

    Pero los intereses de los especuladores y políticos a su servicio se impusieron. El porcentaje, que junto con la bolsa del dinero público, constituyen los ideales de todo político institucional, se impusieron con facilidad. El resto, lo hicieron la policía y las escavadoras.

    Un poco de historia

    En 1939, el nuevo estado fascista andaba necesitado de cárceles y decidió comprar 200.000 metros cuadrados en el municipio de Carabanchel Alto, por entonces con ayuntamiento propio hasta su incorporación a Madrid en 1948, al objeto de construir una nueva cárcel con capacidad para dos mil presos. Los terrenos elegidos pertenecían al duque de Tamames y Galisteo, José Messía y Stuart. La compra por parte del Estado, que pagó unas 700.000 pesetas de la época, se llevó a cabo el 16 de enero de 1940. La cárcel comenzó a construirse el 20 de abril del mismo año ; en ella trabajaron mil presos republicanos, muchos de ellos procedentes del convento de Santa Rita, que había sido habilitado como prisión igualmente en Carabanchel.

    La inauguración oficial del nuevo centro tuvo lugar el 22 de junio de 1944 y en el acto estuvo presente el ministro de Justicia, Eduardo Aunós (Lérida, 1894 – Lausana, 1967), mediocre y redicho escritor y articulista soporífero.

    Antes de esa fecha, sin embargo, Carabanchel estaba ya ocupado por presos políticos. Así hemos pudimos recoger hace unos años el testimonio de Alejandro Pacheco Moya que, a finales de enero del 44 fue trasladado a la nueva prisión :

    “A un grupo de condenados a muerte nos llevaron a la cárcel de Carabanchel, que ni siquiera estaba terminada. La inauguramos nosotros”.
    Si nos atenemos a los planos iniciales, la cárcel quedó inacabada. Las aspiraciones carcelarias del franquismo resultaron tan ambiciosas que una de sus proyectadas galerías no llegó a construirse nunca.

    Medio siglo después

    Tras más de medio siglo de tenebrosa historia, tras tanto sufrimiento y crimen perpetrado entre sus muros, la prisión de Carabanchel fue desmantelada en 1998 y abandonada por completo en 1999.

    Entre una y otra fecha, pudo visitarse, cual si se tratase de un museo y hasta había un guía bien aleccionado que afirmaba que jamás había existido la especialmente siniestra galería de CPB o Celdas de Prevención Bajas, en las que, entre otros muchos, estuvieron incomunicados los tres últimos antifascistas fusilados en Madrid el 27 de septiembre de 1975, Xosé Humberto Baena, José Luis Sánchez-Bravo y Ramón García Sanz.

    El desalojo de las diversas dependencias terminó el 29 de octubre del 98.
    Una inmensa cantidad de documentación, expedientes, informes, fotografías y objetos de todo tipo fueron abandonados en las galerías, en los despachos y archivos, gran parte de lo cual fue pacientemente recuperado, analizado y seleccionado por algunos curiosos y coleccionistas y que hoy podría constituir por sí solo un muy interesante fondo documental. Algunos de estos documentos figuran a modo de muestra en la presente exposición.

    Manuel Blanco Chivite

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