CGT se une a las numerosas voces que denuncian el incumplimiento de la Unión Europea de las más elementales normas de asilo y de los derechos humanos, al no acoger a las miles de personas que están llegando a Europa procedentes de países sumidos en conflictos armados. Convocando a la concentración en la Plaza del Cid, de Burgos, que bajo el lema "POR UN PASAJE SEGURO AHORA - POR LOS DERECHOS DE LAS PERSONAS REFUGIADAS", tendrá lugar el Sábado, 27 de febrero, a las 7 de la tarde.
El Mediterráneo ahora es un nuevo mar muerto, una fosa colectiva en la que nadie tiene capacidad de saber a ciencia cierta el número de personas muertas y asesinadas, desde el Estrecho de Gibraltar a Lampedusa, Malta e islas de Grecia, desde los barcos chatarra a los camiones patera.
El Mediterráneo ahora es un nuevo mar muerto, una fosa colectiva en la que nadie tiene capacidad de saber a ciencia cierta el número de personas muertas y asesinadas, desde el Estrecho de Gibraltar a Lampedusa, Malta e islas de Grecia, desde los barcos chatarra a los camiones patera.
Muertas y asesinadas doblemente: primero por los poderes locales de sus países de origen (guerras, represión, violencia, hambre, etc.), y segundo por las políticas migratorias de asilo y refugio de la U€, que violan tanto legislaciones internacionales como la propia legislación europea sobre derechos humanos, asilo y/o refugio y derechos de los migrantes no comunitarios.
Quizás desde la segunda guerra mundial no habíamos asistido a esta diáspora, esta larga marcha histórica de personas fugitivas, desplazadas, gente obligada a dejar sus hogares y sus países bajo la muerte armada.
Ahora, desde Afganistán, Irak o Siria, Somalia o Sudán, Senegal o Nigeria, entrando por Italia o Grecia y cruzando los Alpes o Macedonia y Serbia, entremezclándose migrantes que reclaman pan y trabajo con personas que buscan más «…reencontrarse con algo remotamente parecido a la paz».
La «vieja» Europa, la U€ del austericidio, con sus ciudadanos y ciudadanas de «propio derecho», y el Estado Español, el primero, viene negando sistemáticamente «el pan y la sal desde hace mucho tiempo». Sólo se abrieron puertas a las personas migrantes para ser explotadas en los años del «crecimiento y de acumulación de beneficios insostenibles, económica y medioambientalmente hablando».
Con la crisis se destapó el racismo, la discriminación y la violación de derechos humanos fundamentales (refugio, sanidad, asilo…).
En el actual sistema, las políticas migratorias europeas e internacionales son estrictamente represivas y policíacas. El estado fortaleza de la U€ ha demostrado su inutilidad: frente al parapeto del argumento de la seguridad -que tampoco es capaz de frenar la barbarie del terrorismo islámico-, se han llevado por delante las más elementales libertades, los más elementales derechos humanos y, no solo de los «no ciudadanos» (los y las migrantes), sino también de las personas consideradas «ciudadanas de pleno derecho».
Gran parte de todas estas migraciones son obligadas, sea por el hambre y la falta de recursos, sea por la violencia física, la represión y la guerra: el 62% de los migrantes que llegan a Europa durante los últimos meses no huyen del hambre o la miseria, sino de la guerra y las dictaduras de Libia, Afganistán, Siria, Eritrea, Darfur, Iraq, Somalia o Nigeria. Tanto del hambre como de las guerras, los «líderes» de los países autodenominados desarrollados tienen un altísimo, sino total, grado de responsabilidad. Además, la U€, conjuntamente con EEUU, son los responsables de la mayor parte de las sangrías que se producen en esos países.
Tenemos que tener memoria histórica, por justicia social, para que la acción del capitalismo sobre la humanidad no quede impune. Hubo un tiempo en que los europeos íbamos a África a robar personas, las metíamos en un barco y las convertíamos en esclavas al otro lado del océano. Luego vino un tiempo en que los europeos del sur nos fuimos a hacer las américas (del norte o del sur) y allí fuimos obreros y obreras explotadas. Ahora África y Oriente vienen a Europa…y no las queremos.
Estos «migrantes» no suponen algún problema que desestabilice el sistema de protección, de trabajo y de convivencia. Estos migrantes suponen solamente el 0,027% de la población de la U€. A esta U€ hace tiempo que se le acabó el humanitarismo y todo se mide en función de los balances bancarios y del capital financiero.
Los terroristas, los traficantes, los ilegales, son unos gobiernos que, de manera premeditada y sistemática, han planificado este genocidio de una gran parte de la humanidad. Ninguna persona es ilegal y todas las personas, sean de donde sean, tienen que tener garantizados los Derechos fundamentales: la vida, la libertad de movimiento y establecimiento, la protección social y el trabajo.
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Fuente: Sindicato Único de Burgos-CGT