Parecía casi imposible que a estas alturas de la legislatura, con las Cortes disueltas y los candidatos vendimiando el voto del 20-N, el gobierno socialista nos deparara más sorpresas desagradables. Pero estábamos equivocados. No habíamos calibrado bien su capacidad de engaño y de doblez. En contra de lo pensado, Zapatero y su talante guardaban aún un as de bastos en la manga para amargarnos la existencia, llevando su desfachatez hasta el paroxismo.

¿Qué diferencia hay entre el PSOE de Zapatero y el PP de Aznar? Con la
presunción de credibilidad que da la experiencia realmente vivida, podemos
afirmar que la única gran discordancia es que el PSOE y Zapatero en el sprint
han superado por la derecha al PP y al propio Aznar. Una política de seguridad
sometida al ordeno y mando de Bush y una política económica enfeudada a la
doctrina neoliberal de “los halcones del gasto”, fueron las señas de identidad
de la era Aznar.

¿Qué diferencia hay entre el PSOE de Zapatero y el PP de Aznar? Con la
presunción de credibilidad que da la experiencia realmente vivida, podemos
afirmar que la única gran discordancia es que el PSOE y Zapatero en el sprint
han superado por la derecha al PP y al propio Aznar. Una política de seguridad
sometida al ordeno y mando de Bush y una política económica enfeudada a la
doctrina neoliberal de “los halcones del gasto”, fueron las señas de identidad
de la era Aznar. Ahora ambas marcas las acaba de mejorar Zapatero, con el
agravante añadido de que el dirigente socialista fue aupado a La Moncloa por
verbalizar enfáticamente su rechazo a la una y a la otra.

En estos momentos ya sabemos que salir de la guerra de Irak tenía un
precio. Que la promesa que Zapatero fió con Estados Unidos para desembarazarse
del Trío de las Azores no
sólo consistió en mancharnos las manos de sangre en Afganistán y Libia. Sino
que, sobre todo, el pago en especies fue garantizar al Pentágono una mayor
integración en la estructura militar de la OTAN, convirtiendo a España en
baluarte del escudo antimisiles desplegado por Norteamérica en la misma boca
del mediterráneo. Posiblemente para asegurar a costa de nuestra integridad la
supervivencia de las dictaduras árabes amigas llamadas estratégicamente a
sofocar el contagio de las revueltas populares de Túnez y Egipto.

Engaño y doblez son características históricas del sedicente Partido
Socialista Obrero Español refundado, aunque para ello haya contado con la ayuda
interesada de las cúpulas del sindicalismo oficial pretendidamente
representativo, de los medios de comunicación pretendidamente progresistas y de
una buen parte de significados dirigentes políticos pretendidamente rojos,
sobre todo provenientes del PCE añada de Santiago Carrillo, que con su
pragmatismo vital ayudaron a mantener la ficción de la existencia de una
izquierda en el poder. Burdo argumento, cuando todos ellos, juntos y revueltos,
nacen a la política real tras aceptar la monarquía del 18 de Julio y al
heredero de Franco como Jefe de Estado del nuevo régimen.

Engaño y doblez, dos atributos sin los que difícilmente el PSOE, con
sus propios méritos, hubiera podido llegar nunca al gobierno o recuperarlo
cuando la había perdido en las urnas. Su entrada triunfal en 1982 la hizo a
rebufo del 23-F y del consiguiente miedo al fascismo redivivo que el oscuro
golpe, a cuyo conjuro garabatearon algunas biografías socialistas de nueva
planta, produjo en buena parte de la población despolitizada. Y algo parecido
sucedió en el año 2004, tras el brutal atentado terrorista del 11-M que desnudó
de toda legitimidad democrática al reaccionario y cutre aznarismo en el poder.

Engaño y doblez concienzudamente programados a lo largo de todos estos
años en los que, desde el gobierno o la oposición, el PSOE ha ostentado
vicariamente la representación de la única izquierda posible. Desde aquel referéndum-trampa
hecho al grito de “OTAN, de entrada NO”, que luego llevaría a la secretaria
general de la Alianza Atlántica a uno de sus clarividentes mentores, Javier
Solana, hoy muñidor del candidato Rubalcaba (¿qué premio de consolación
aguardará a ZP?). Hasta ese solemne elenco de promesas contenido en su último
programa electoral, con ofertas que iban desde el pleno empleo hasta la
moratoria nuclear pasando por el relanzamiento del Estado de Bienestar, que se
ha concretado en la más soez, ruin, reaccionaria, antisocial y grave involución
sistémica sufrida por la sociedad española desde la transición.

Por eso, al ver que el lobo pretende volver a ponerse la piel de
cordero y apadrinar una movilización popular exculpatoria – incluso fagocitar
flecos de la marca 15-M- con la excusa de que puede ganar la derecha, conviene
recordar a qué demencial ruleta rusa nos convocan de nuevo esos cantos de
sirena. Afortunadamente hoy, tantas veces fue el cántaro a la fuente, la
funesta seducción lo tiene más difícil que nunca. Quien quiera engañarse que se
engañe, pero no nos suicidemos como pueblo. No existe derecha ni izquierda en
el sistema. Ni tampoco un PP y un PSOE distintos y distantes, enfrentados y
adversarios. En el escenario de la farsa iniciada en 1978, sólo figuran en nómina
defensores del statu quo troquelados con las habilidades cainitas propias de su
misión.

Si eso lo tenemos claro, hemos resuelto una parte del problema. Ahora
falta pasar de la indignación a conformar una masa crítica capaz de promover la
ruptura democrática y sentar las bases para un proceso realmente constituyente.
Siempre hemos sabido que los de abajo éramos más. Ahora también sabemos que
además podemos ser mejores.

Rafael Cid


Fuente: Rafael Cid