En un abrir y cerrar de ojos, llorando por el agua bendita que les caía por el cuerpo, José Luis Tarrío, Salvador Luna y Paquita Alberola recibieron el bautismo. Su ingreso en la Iglesia católica. Los tres eran recién nacidos cuando sus padres decidieron la fe que iban a profesar. Pero todos son ahora ateos convencidos y quieren que la Iglesia deje de contarlos como católicos. Sólo Salvador lo ha conseguido, en el Arzobispado de Málaga. Paquita y José Luis, de Valencia y Madrid, están en ello. No es fácil. La Iglesia católica se resiste.
Ante la imposibilidad de que algunas diócesis acepten sin más, con una mera solicitud, inscribir la pérdida de la fe junto al bautismo, 135 bautizados han acudido a la Agencia de Protección de Datos en el último año y medio para pedir ayuda. Y han ganado. Pero los arzobispados, sobre todo los de Valencia y Madrid, están haciendo caso omiso de las resoluciones de la Agencia y las están recurriendo ante la Audiencia Nacional, que todavía no ha dictado sentencia en ninguno de estos casos. Otros arzobispados, sin embargo, no plantean problemas a los fieles para que dejen de serlo y anotan la apostasía junto al bautismo. Eso sí, lo que no hace ninguna es borrar los datos de los bautizados, como piden algunos.
¿Cuántos católicos hay en España ? Es un dato difícil de determinar, pero las encuestas dan cuenta de un cada vez menor interés religioso. El 94% de la población está bautizada, pero sólo el 77% se declaraba católico en el barómetro del CIS (Centro de Investigaciones Sociológicas) de julio de 2007. Un 6% menos que hace ocho años. Y, de ellos, más de la mitad casi nunca asiste a misa. Sólo 15 de cada 100 personas que se autodefinen como religiosas van a misa casi todos los domingos y festivos, como mandan los cánones. Las bodas también están dejando de ser católicas. En 2006 fueron un 55% del total, frente al 76% de hace diez años. Los españoles que marcan la casilla de la Iglesia católica en su declaración de la renta -para ceder el 0,52% de su aportación, que será el 0,7% a partir de 2008- han pasado de un 41% en 1991 a un 34% en 2005.
El ejercicio de la apostasía está creciendo, y ya se han hecho varias entregas masivas de solicitudes. Sobre todo en Valencia y Madrid, donde se han presentado casi 5.000 desde 2004. Hay hasta foros especializados en Internet, con formularios y todo tipo de consejos, como apostasia.es. La Conferencia Episcopal dice desconocer el número de apóstatas. Señala que es un tema que llevan directamente las distintas diócesis.
«Yo llevaba mucho tiempo con la idea y finalmente, en enero, me decidí a hacerlo», señala José Luis Tarrío, de 58 años, una de las personas que ha recurrido a la Agencia de Protección de Datos y que ha logrado una resolución favorable. «Soy un ateo convencido y no quiero que digan que hay un 90% de católicos cuando no es así. A mí, que no me cuenten». La Agencia -que señala que los libros de bautismo son bases de datos y que los reclamantes tienen derecho a que se anote al margen de su bautizo que han abandonado la fe-, dio diez días al Arzobispado de Madrid para que lo hiciera. «Pero ha pasado más de un mes y no sé nada. Me imagino que habrán recurrido a los tribunales y yo no tengo dinero para abogados, así que lo dejaré en manos de los de la Agencia. Esto es más difícil que salir de una empresa de telefonía».
Hay grandes diferencias en función de los arzobispados. Jesús González, por ejemplo, no tuvo especiales problemas para apostatar en Zamora. Y en Málaga, por lo general, acceden a anotar la apostasía cuando la persona presenta la solicitud, el nombre de la parroquia del bautismo y una fotocopia compulsada del DNI -«lo que ya retrae a algunas personas, porque cuando vas a compulsar al Ayuntamiento o a la Policía te preguntan que para qué es», se queja el malagueño Salvador Luna-.
«Estas diferencias en función del territorio no tienen sentido», señala la diputada de Izquierda Unida por Valencia, Isaura Navarro. Ella presentó un escrito de apostasía hace tres años y todavía no ha obtenido respuesta. También ha pedido la excomunión, como otras personas que deciden exponer sus pecados para ver si así la Iglesia católica les expulsa. Su grupo presentó una proposición no de ley el año pasado para instar al Gobierno a reformar la ley para que los ciudadanos se puedan dar de baja en las confesiones religiosas de forma rápida y con garantías. «Es parte del derecho constitucional a la libertad religiosa», señala Navarro. La proposición fue rechazada en el Congreso.
«No queremos constar como católicos», concluye Salvador Luna. «Estoy casado con otro hombre y los obispos hacen constantemente declaraciones que me ofenden. No estoy dispuesto a seguir perteneciendo a un club que me rechaza. Tenemos derecho a apostatar y debería ser tan fácil como mandar una carta. No sé por qué quieren tener en sus registros a ateos y homosexuales». Pero la Iglesia católica sigue intentando que los fieles no abandonen. Ante las peticiones el Arzobispado de Madrid responde : «Sentimos su decisión, y lo encomendamos al Señor para que lo ilumine y guíe por el recto camino».
Fuente: MÓNICA C. BELAZA