Artículo de opinión de Rafael Cid

El invento del “tripartito” (pásalo incluido) ha tenido un efecto taumatúrgico determinante. Sirvió para centrifugar a la derecha, pero también para concentrar el voto de la izquierda en el PSOE. Aunque este segundo elemento se ha visto solapado por el descalabro sin paliativos del PP casadista, lo cierto es que el segundo gran damnificado del 28-A fue Unidas-Podemos, en condición de daño colateral. La coalición electoral de Iglesias y la Izquierda Unida (IU) de Alberto Garzón, se dejó en la estacada 1.316.809 votos respecto a los comicios de 2016 (tic-tac; tic-tac).

El invento del “tripartito” (pásalo incluido) ha tenido un efecto taumatúrgico determinante. Sirvió para centrifugar a la derecha, pero también para concentrar el voto de la izquierda en el PSOE. Aunque este segundo elemento se ha visto solapado por el descalabro sin paliativos del PP casadista, lo cierto es que el segundo gran damnificado del 28-A fue Unidas-Podemos, en condición de daño colateral. La coalición electoral de Iglesias y la Izquierda Unida (IU) de Alberto Garzón, se dejó en la estacada 1.316.809 votos respecto a los comicios de 2016 (tic-tac; tic-tac). Pero de no haber funcionado la “alerta antifascista” podía haber sido una auténtica debacle para UP (quedó el penúltimo de cinco, sorpassado por Ciudadanos). Pleno para Pedro Sánchez y tunda para sus flancos.

Ahora hay que hacer política con todos los palos de la baraja. Mantener sin más que Vox es un apéndice del Partido Popular cuando precisamente se constituyó tras ser sus promotores concienzudamente marginados por el equipo de Mariano Rajoy, al que acusaban de demasiado blando y moderado, supone deslocalizar la racionalidad en el alero de los prejuicios. En Galicia, la aldea gala del marianismo, Vox no consiguió ningún escaño, a pesar de la mayoría absoluta del PP de Feijóo. También tiene su aquél incluir a Ciudadanos en el estigmatizado grupo, cuando el PSOE gobernó la última legislatura en Andalucía gracias al apoyo de los de Rivera. Sobre todo porque en adelante, el PSOE tendrá que llegar a pactos y acuerdos (aunque sea bajo cuerda) con alguno de ellos. ¿Trifachito o fake-news?

Los analistas del Régimen del 78 ya han empezado a desandar ese camino de demonización indiscriminada pret a porter. Y lo han hecho improvisando una justificación a esos 2.635.728 votos logrados por Santiago Abascal. De la misma manera que no era creíble que en España hubiera 11 millones de “fachas” (el total de los votos de PP, C´s y Vox en números redondos), se hace muy cuesta arriba para el partido que lleva la “O” de obrero en sus siglas aceptar que Vox cuenta con dos millones y medio de trabajadores a su lado. La solución para resolver esa anomalía ha sido tirar por la calle de en medio. Según esos magos del escrutinio, a Vox no le votaron ni los parados ni las rentas bajas. Tal cual.

Entonces la pregunta sería saber de dónde salió esa nueva extrema derecha institucional que, sin embargo, durante cuarenta y dos años solo en una única ocasión consiguió un escaño, y para eso tuvieron que unirse todos los grupos “fachas” existentes bajo palio del líder de Fuerza Nueva Blas Piñar. A no ser que se pretenda insinuar que la cantera de Abascal está mayoritariamente entre las vapuleadas clases medias. Entonces sería peor el remedio que la enfermedad. Si por el contrario lo que ese discurso intenta sugerir es que Vox no tiene el arraigo popular que Salvini o Le Pen, dicen bien, pero solo en parte.

El sesgo xenófobo de Vox, al igual que ocurre con la italiana Liga o el francés Reagrupamiento Nacional, ha dejado huella indeleble en las pasadas elecciones generales.  Los ultras han sido con avaricia los más votados en localidades con notoria presencia de inmigrantes como El Ejido y Nijar, en la comarca de los invernaderos de Almería. Y en la ciudad autónoma de Ceuta, de parecidas características demográficas, fue el segundo partido en número de votos, por delante del PP, Ciudadanos y Unidas-Podemos. Pero la causa del subidón de la extrema derecha desde su rampla de lanzamiento en el latifundio socialista andaluz, tras décadas sin comerse un rosco, tiene una lógica más doméstica que la del contagio populista. Su vórtice es fundamentalmente endógeno antes que exógeno.

Vox es neo-franquismo sin complejos, un fruto tardío del pacto de olvido y renuncia de la Transición. Ese legado consensuado de ¡todo por la patria! que abrazaron los últimos de la dictadura y los primeros de la democracia sobre la base de amnistiar el pasado criminal, haciendo que la ley de punto final alcanzara tanto a víctimas como a verdugos, a partes iguales, para que en adelante imperara la desigualdad. Sin posibilidad de justicia transicional futura, atado y bien atado. Impunidad que hizo posible la pervivencia en la sociedad española de un franquismo sociológico del que ahora se nutre un partido como Vox encarnado en el humus reaccionario de la cultura dominante. Voceros de la tradición (procesiones, toros, caza, etc.) y de cuanto se identifique con la “España eterna” nacionalcatolicista (centralismo, unitarismo, confesionalismo, casticismo, autoritarismo, machismo, clasismo, trazas de antisemitismo y mentalidad casa-cuartel). Una en esencia y trino en persona (¡Dios, Patria, Rey!).

Vox es lo más parecido a lo que en épocas pasadas los historiadores llamaban “partido militar”, hasta el punto de haber llevado cuatro generales y mandos del Ejército como cabezas de lista el 28-A (práctica inaugurada por Podemos con el fichaje del ex JEMAD Julio Rodríguez). Y por si quedara alguna duda de su arraigo castrense, esa extrema derecha ha sido la más votada en destacamentos y centros de Defensa de todo el país (Dirección General de la Guardia Civil y Campamento de El Goloso en Madrid, este último de donde salió la Acorazada Brunete el 23-F; el Centro Nacional de Adiestramiento San Gregorio en Zaragoza; la Base Militar Cid Campeador en Burgos o el Campamento de Paracaidistas en Alcalá de Henares, entre otras muchas demarcaciones donde impera el espíritu de milicia,  que privilegiando a Vox renovaron la espada de Damocles del ¡a por ellos!).Es la  cultura del franquismo rediviva que el Régimen del 78 puso en valor al aceptar el continuismo de la Segunda Restauración borbónica echando por la borda las constantes laicas, federales, progresistas y democráticas de la etapa republicana. El pacto de silencio y renuncia urdido en la Transición por la misma izquierda institucional que ahora nos moviliza al grito “¡que vienen los fachas!”.

El vivero intelectual de Vox es  la fundación DENAES (Defensa de la Nación Española), fundada en 2006 Gustavo Bueno Sánchez y Santiago Abascal, de la que este último es secretario. Ambos son autores del libro En defensa de España. Razones del patriotismo español, obra en la que reflejan la posición del filósofo ya fallecido Gustavo Bueno Martínez, padre del primero citado, un curioso caso de sabio marxista obsesionado con la amenaza de “ruptura de España”, que sigue una línea de pensamiento político de confluencia entre marxismo y ultranacionalismo. Bueno senior (nuestro verdadero Steve Bannon), en línea con las ideas de su maestro y preceptor Santiago Monteno Díaz, que hizo carrera-vaivén entre el PCE y las JONS, había exigido la “inmediata supresión de las autonomías”, y como Abascal hoy oponía el concepto de “nación” al de “pueblo”. Tesis que pretende sintetizar un totalitarismo de derechas y de izquierdas en un solo registro.  En esa senda de afinidad rojiparda hay que situar la presencia al frente de la manifestación de Sociedad Civil Catalana contra el procés del ex secretario general del PCE, Francisco Frutos, y la declaración a favor del Decreto Dignidad de Matteo Salvini del ex coordinador general de IU Julio Anguita y el ideólogo comunista de cabecera de Pablo Iglesias, Manuel Monereo.

Como colofón, ahí van varias perlas de la impúdica cosecha que legó una transición sin ética ni estética. Basada en el pedestrismo moral y en el gongoriano ande yo caliente:

-Valeriano Gómez, uno de los dirigentes de la Unión General de Trabajadores (UGT) que encabezó la huelga general del 2010 contra la regresiva reforma laboral del PSOE de Rodríguez Zapatero para pasar una semana después a ocupar la cartera de ministro de Trabajo en el mismo gobierno antes repudiado, acaba de ser nombrado asesor ejecutivo de la patronal catalana Foment del Treball.

-Julio Segura, expresidente de la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) y autor en su día del programa económico del VIII Congreso del PCE  de Santiago Carrillo, ha declarado ante la comisión de investigación que trata de esclarecer lo ocurrido en la antigua Cajamadrid “que la CNMV autorice un folleto (de salida a bolsa de la entidad financiera) no quiere decir que sea correcto”. El “caso Bankia” ha costado más de 26.000 millones de euros a todos los españoles para su rescate.

-Dolores Delgado, ministra de Justicia y notaria general del Reino, ha dado la espantada en un acto en recuerdo de los republicanos españoles asesinados en el campo de exterminio nazi de Mauthausem (Austria) porque la delegación catalana mencionó a los presos del proces. El berrinche de la colega del comisario Villarejo (festejó en parranda con el ex juez Baltasar Garzón y El Gordo la concesión de una medalla pensionada al policía y figura en la tangentópolis de la pieza Pit del caso Tándem) no tiene límites ni decencia. No solo usa el acto como autobombo y promoción personal (montó el cirio con publicidad de su ministerio en la prensa la víspera de conocerse la detención de los empresarios de la causa de marras), sino que insulta a la inteligencia de los ciudadanos con memoria. El parlamento catalán aprobó una declaración derogando los juicios de la dictadura, cosa que ni su ministerio ni su gobierno han hecho. Más allá de marear mediáticamente la perdiz con la tabarra del traslado de los restos de Franco y la reversión de los galones concedidos al torturador Billy el Niño.

Vox ha venido y nadie sabe cómo ha sido.

Rafael Cid


Fuente: Rafael Cid