El ruido de los cubiertos, de los platos chocando, de las conversaciones, de las voces, de los cánticos... todo llegaba junto al olor de la comida. Cómo también llegaban sus proyectiles en el curso de los combates y el viento traía sus insultos provocadores en el fragor de la batalla.
Los soldados del Tercio eran ruidosos y pendencieros. Estos veteranos de pasadas guerras rifeñas eran los nuevos conquistadores del Espolón de Vaciamadrid, un pronunciado saliente montañoso que se alza cercano a la confluencia del río Jarama con su afluente el Manzanares. Duros enfrentamientos sostuvieron con las fuerzas gubernamentales en su avance desde la Marañosa, expulsándolas hasta el pico Coberteras, para terminar su avance en la estratégica cota desde la que se dominaba la carretera de Madrid a Valencia, vía que se mantendría en manos republicanas durante toda la guerra.
Los soldados del Tercio eran ruidosos y pendencieros. Estos veteranos de pasadas guerras rifeñas eran los nuevos conquistadores del Espolón de Vaciamadrid, un pronunciado saliente montañoso que se alza cercano a la confluencia del río Jarama con su afluente el Manzanares. Duros enfrentamientos sostuvieron con las fuerzas gubernamentales en su avance desde la Marañosa, expulsándolas hasta el pico Coberteras, para terminar su avance en la estratégica cota desde la que se dominaba la carretera de Madrid a Valencia, vía que se mantendría en manos republicanas durante toda la guerra.
Tomaron la posición en los primeros días de enero de 1937, en el comienzo de la Batalla del Jarama, guarneciendo esta atalaya rocosa ante previsibles contraataques. Los curtidos legionarios llegaron para quedarse y se aprestaron para la defensa.
A este convite volvieron de nuevo las tropas republicanas para hacerles frente, encarándolos, alertas en sus posiciones defensivas construidas apenas unas decenas de metros de las trincheras enemigas.
También habían llegado para quedarse. Y les costó llegar. El ascenso hasta el Espolón, después de atravesar el río Manzanares por el puente cercano a la finca de Casa Eulogio, les costó muchas bajas, heridos y vidas.
Después de la batalla, las posiciones de ambos bandos se mantuvieron en lo alto de los cantiles, separadas en muchas ocasiones por pocos metros unas de otras. Las trincheras de primera hora, excavadas con prisa por nerviosos soldados republicanos, dieron paso a otras más elaboradas edificadas tras finalizar la batalla. En las alturas del crestón que domina la carretera de Valencia, estas construcciones alojaron tropas que resistieron al borde de los barrancos -dando la espalda a los cortados- hasta el final de la guerra.
En el primero de los vídeos que a continuación os presentamos, nos acercamos al ESPOLÓN DE VACIAMADRID en busca de una línea de trincheras escondida en una ladera de tupida vegetación. Se encuentra cercana al borde de los cortados yesíferos, dominando desde las alturas los meandros que forma el río Manzanares en este singular paraje del sureste de Madrid.
ESPOLÓN de VACIAMADRID 04
CANTILES Y TRINCHERAS
Enfrente de estas posiciones, en cota más elevada, la ruta nos dirige a una red de trincheras franquistas, que acompañan al camino por el que transitamos y que finalmente lo cruza bajo tierra mediante un túnel ahora cegado.
ESPOLÓN de VACIAMADRID 05
POSICIÓN FRANQUISTA
Proseguimos bajando hacia el valle, encontrando en la base de los farallones las abandonadas cuevas que sirvieron a los soldados de la república de albergue y refugio, a cubierto de balas y metralla, durante la guerra.
ESPOLÓN de VACIAMADRID 06
CUEVAS EN LOS CANTILES
SALUD y trincheras
Cazafortines
Fuente: Cazafortines