Las dictaduras tienen la puñetera costumbre de necesitar más tiempo para concluir que para comenzar. En el caso de Jánovas, que con sus cuarenta años de oscuridad se equipara a la duración del régimen de aquel señor que sacó a muchos a pasear mientras él lo hacía bajo palio, no fue suficiente la declaración negativa de impacto medio ambiental de 2001 para urgir a la resurrección del territorio. La dinamita y la patada en la puerta actúan con más rapidez que los fárragos de la justicia y los despachos. La post-dictadura es un eco que tarda mucho a retirarse de allí donde las cacicadas instauraron su rancho. Y es que cuesta más levantar un muro que derribarlo. Hasta la ley de la gravedad obra en contra de los vecinos de Jánovas.
Ahora se da un paso más en esa resurrección. La reversión de los terrenos llega. Mejor dicho, va llegando, que los gerundios gustan bastante a la administración. Y en ese compás de espera, hay sorpresivas conversiones, como la de aquellos personajes del cuento de la gallina Marcelina, dispuestos a sumarse al festín del pan cocido. Me gustaría a mí saber cuándo el PSOE ha mostrado su condena a lo sucedido en Jánovas. Me gustaría a mí saber –y esto podría saberse y detallarse- cuántas veces ese partido ha manifestado su afán pantanero, su desprecio por los problemas de los territorios afectados por embalses, su línea dura en pro del desgastado interés general. Me gustaría a mí saber cuál es su posición ante las declaraciones de José Luis Alonso, presidente de la Confederación Hidrográfica del Ebro -CHE-, acerca de que la devolución de tierras expropiadas se realizará a precio actualizado, como si hubiera sido voluntad de los habitantes de Jánovas, Lacort y Lavelilla salir de allí y aguardar tantos años para ahora hacer su pelotazo. ¡Qué corta es la memoria fluvial de algunos y qué grande su atrevimiento… !
Pero las hemerotecas están para recordar a la sociedad quiénes ocupaban los sillones del poder cuando fue volada la casa de los Garcés, quiénes fraguaron y siguen apoyando el Pacto del Agua, quiénes -solos o en coalición- están haciendo de la montaña su corralito, quiénes acallan con discursos de mermelada las voces críticas, quiénes hablan de reservas hídricas y de blindajes de caudales disfrazados de falso antitrasvasismo.
Que no nos vengan con bobadas, que ya llevamos muchos pantanos a las espaldas. Y este pantano de papel de Jánovas, como bien lo llama Marisancho Menjón en su libro Jánovas, víctimas de un pantano de papel, ha hecho mucho daño como para aceptar en silencio la neoecología de bolsillo de la izquierda menos comprometida. ¡Y, por favor, que no pinten en la CHE a la hidroeléctrica como hada benefactora y dispuesta a colaborar, que sabemos cómo turbinan los corazones de estas entidades !
Jánovas, cuarenta años de dictadura. Ahora, el largo camino de paños calientes de la post-dictadura.
Fuente: Mª. Victoria Trigo Bello
Asociación Ebro Vivo – Coagret (Zaragoza)