Estos días los recordaremos a lo largo de nuestras vidas. Los recordaremos porque son los últimos que viviremos en democracia formal tal como hasta ahora lo entendemos. Democracia formal no es democracia y mucho menos democracia directa, pero es la forma que hasta ahora teníamos y quizás nos habíamos acostumbrado. Claro que para que los poderosos nos roben aún más con total impunidad hay que ir un paso atrás. Está claro que democracia formal no es sólo votar cada cuatro años, y sin libertad de expresión democracia no hay. Sin libertad de reunión, tampoco. Y tampoco sin libertad de manifestación. A dónde vamos la disidencia es considerada como criminal independientemente de los métodos que utilice.

Felip Puig ha decidido encabezar el camino hacia la negación de derechos democráticos básicos y como si se hubiera leído «1984» de un tirón y lo estuviera digiriendo apresuradamente. Es así que ha pasado a aplicar cada una de las recomendaciones que los totalitarios pueden llegar a ext

Felip Puig ha decidido encabezar el camino hacia la negación de derechos democráticos básicos y como si se hubiera leído «1984» de un tirón y lo estuviera digiriendo apresuradamente. Es así que ha pasado a aplicar cada una de las recomendaciones que los totalitarios pueden llegar a extraer del libro para mantener y extender su poder o, en este caso, su podercito. Lo hablé en un artículo reciente pero el tema da para mucho y no quiero dejar de comentarlo aunque hacerlo acelere mi detención.

Una de las normas del totalitarismo que describe Orwell es la referencia constante y perseverante por parte del poder en una guerra lejana que si no se gana acabará con la sociedad que el Gran Hermano gobierna con mano dura y que es vista por los que viven como confortable «si no te pones en política», que decía Franco.

Aquí no hay guerra como la entendemos, por eso se han montado esta supuesta guerra de baja intensidad en que la quema de un contenedor por parte de quien quiere cambiar el sistema es considerada peor que un asesinato y la violencia física o económica es buena si quien la hace es un policía o un banquero. Para ello se ha inventado unas supuestas manifestaciones contra la reunión del Banco Central Europeo que tendrá lugar estos días en Barcelona. Se las ha inventado, lo repito otra vez. Y para dar dimensión al «peligro» que los «antisistema», «vándalos» o como les digan suponen para la sociedad cataluñesca, sus amigos del Grupo Godó y su apéndice de última hora, la Teletrès, insisten y insisten. E insisten en una mentira. Lo repito, las movilizaciones contra el Banco Central Europeo de que hablan se las han inventado. No hay ninguna manifestación convocada …

Me parecería muy extraño que yo no me hubiera dado cuenta y se estuviera preparando una gran manifestación contra los golpistas del Banco Central Europeo, responsables en buena parte del empobrecimiento y la miserabilización de nuestras condiciones de vida, pero no es el caso. Lo podéis hacer vosotros mismos si miráis por Internet o contemplais las paredes de sus barrios si sois de Barcelona. ¡No hay ninguna manifestación convocada!

Entonces, si no hay este «peligro», ¿por qué no paran de gritar y amenazar que perseguirán «las ratas» y no sé cuántas frases más de sabor, digámoslo claro, más bien fascistoide? La respuesta sigue siendo en las páginas de «1984» y de hecho Puig nos lo dijo bien clarito hace unos meses: la gente ha perdido el miedo y así no hay quien gobierne. Gobernar aquí quiere decir recortes, recortes y recortes.

Vamos pues, buena dosis de miedo. Fronteras cerradas (150.000 personas identificadas), controles ideológicos (los Mossos preguntan por Barcelona, ​​después de identificar gente, qué pensamiento político tienen), amenazas día sí y día también (a quien participe en una asamblea, a quien disienta desde la Universidad …), jueces que siempre tienen su turno cuando «hay que» detener a alguien, detenciones a montones con acusaciones ridículas … y los «bienpensantes» mirando hacia otro lugar.Y los «pensadores» del país callando no sea que «como» dado «los fueran a cazar a sus poltronas universitarias (que ya les avisaron) …

Y así vamos y así nos tendrán si no hacemos nada. Por eso lo hacemos y lo haremos. Pensamos, hablamos y lo hacemos en voz alta. Y no callaremos, faltaría más. Porque callar es aceptar la dictadura, la censura impuesta por otros y la propia, la autocensura. Y algunos no nos resignamos a ser montones de carne en manos de los ricos. Nacimos con cabeza, boca, voz y palabras y mientras no produzcan humanos que no tengan estas características pensaremos como «V»: «aunque las porras puedan sustituir el debate, las palabras se siguen haciendo sentir, las palabras comunican y los que quieren escuchar, si son pacientes, acaban descubriendo la verdad «porque» Las palabras siempre conservarán su poder … las palabras hacen posible que algo tome significado y, si se escuchan, enuncian la verdad «. Y tal como decía aquel, no hay nada más revolucionario que la verdad, por eso no quieren que hablemos. Y por eso hablamos y hablaremos …

Jordi Martí es periodista, escritor, docente, activista social y afiliado a la CGT de Tarragona

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Fuente: Jordi Martí