Marcar un punto, representar una etapa de nuestra poesía, no es de poca valía, no tiene poco relieve, advierte de la presencia de un poeta capaz de la síntesis.

Marcar un punto, representar una etapa de nuestra poesía, no es de poca valía, no tiene poco relieve, advierte de la presencia de un poeta capaz de la síntesis.

UNA REFLEXION ACERCA DEL ECLECTICISMO DE LA POESIA CUBANA
A propósito del libro Lejos de la corriente, de Edel Morales

VIRGILIO LÓPEZ LEMUS

Es un hecho curioso en el desarrollo histórico de la poesía cubana, este que se ha ido produciendo desde la década de 1990 hasta hoy, y que podría caracterizarse por la ausencia de una corriente dominante, incluso por la presencia de varias líneas temático-formales relacionables, pero sin que ninguna prevalezca. Aquel momento de crecimiento cuantitativo y cualitativo de los años ochenta del pasado siglo XX, hicieron descender considerablemente al antaño predominante Coloquialismo ; entonces vimos abrirse paso seguro una corriente que podríamos llamar “Neorigenista”, dado la influencia que sobre un grupo notable de poetas tuvieron los principales autores de famoso grupo de la revista Orígenes, sobre todo José Lezama Lima, Eliseo Diego, Virgilio Piñera y Gastón Baquero, quizás en ese orden. Además, se abría paso una corriente de poesía “experimental”, de muchos rasgos formalmente innovadores dentro del ámbito de la palabra poética, que iba desde derivaciones del Surrealismo a cierta adopción discreta de códigos de la “poesía visual”. Asimismo, las formas clásicas con multitudes temáticas se desplazaron con fuerza desde el grupo generacional de poetas nacidos entre 1946 a l950, a otro grupo entre los nacidos en la década de los 60 y primeros años de los 70, en algunos casos de revitalización neorromántica del soneto y la décima.
El “período especial” de la década siguiente trajo consigo cierto grado de dispersión, que se reflejó en el ámbito de la poesía, a mi juicio interrumpiendo el mejor desarrollo de estas corrientes in situ ; entonces no hubo condiciones para que ninguna se hiciese predominante, no se puso “definitivo” fin al Coloquialismo, al menos en su característica esencial del tono conversacional, quizás por la necesidad que muchos poetas seguían teniendo de ofrecer testimonio personal o hasta social, de su circunstancia ; y la corriente de ruptura, que se había ido separando mucho de la influencia lezamiana, siguió siendo más bien una fuente de experimentación grupal no dominante.
Tal panorama continuó al cambiar el siglo (y el milenio), y ya entrados en su primera década, puede caracterizarse a la evolución actual de la poesía cubana por una carencia de orientación hacia una o varias corrientes de carácter mayoritario, si bien pudiéramos decir que esa “mayoría” expresiva se halla aún en un atenuado tono conversacional, directamente vinculado con la subsiguiente necesidad testimonial que aun presentan los jóvenes poetas y la mayor parte de los poetas residentes o no en el territorio cubano.
Yo creo que esto lo representa bastante bien un poemario de título tan significativamente ¿casual ?, como lo es Lejos de la corriente (Ediciones Unión, 2004), de Edel Morales. Por supuesto que este poeta nacido en 1961 en la provincia espirituana, no pretendió con su título ejemplificar la demasiado rápida caracterización de corrientes que ofrecí en los tres párrafos anteriores, pero hay que advertir que los títulos de los libros suelen ir mucho más allá de las intenciones de los propios autores (V. Gr. Vísperas de Vitier o Últimos días de una casa, de la Loynaz…), y que Edel Morales no es de ninguna manera un poeta “ingenuo” o al margen del acontecer lírico de la Nación cubana, todo lo contrario, por sus conocidas funciones de trabajo en el Instituto Cubano del Libro, ha tenido una relación más que directa, francamente participacional, con las líneas de desarrollo multigeneracionales de la poesía cubana coetánea.
Usted solo tiene que tomar en sus manos, aun sin leer, Lejos de la corriente, y hacer una revisión visual de las estructuras poemáticas y del tono y léxico utilizados por el poeta, para advertir que su versolibrismo o semimetría versal, o sus estructuras de las páginas 14 o 101, o hasta la discreta presencia de la propia métrica castellana (página 105), ofrecen un alejamiento de cualquier corriente única, definida, mayoritaria, que es lo que hemos planteado acerca de su ausencia en nuestra poesía. O sea, quizás la corriente que podamos subrayar, observando bien a este libro representativo, sea la del eclecticismo formal y de contenidos, que es lo que vengo a observar realmente como mayoritario entre los poemas de poetas cubanos publicados en los últimos años, incluso más allá de nuestros límites insulares.
En Lejos de la corriente ocurre un encabalgamiento entre tradición y ruptura muy común de nuestro tiempo cubano. Usted no puede decir que Morales, que agrupa en este libro “casi toda la poesía publicada (…) a lo largo de veinte años”, según reza la nota de contracubierta, sea un poeta coloquial, ni neorromántico (pese a la crecida dosis de los sentimientos de sus versos), ni experimental, ni neorigenista, ni siquiera que la influencia de un solo poeta mayor eche su sombra sobre sus páginas. Y, a mi juicio, esto es bastante representativo del cauce lírico cubano de nuestro tiempo, o sea, que en lugar de situarse lejos de la corriente ecléctica de la poesía actual, el libro de Edel Morales se halla en medio de esa avanzada cuantitativa y cualitativa de la poesía cubana, que progresa hacia un horizonte ahora impredecible, pero que ha de dar quizás más pie a un acercamiento a tonos más especulativos y hasta metafísicos o a ciertas formas de rupturas de lenguaje, si algún diagnóstico o pronóstico se quisiera hacer.
Considero que aún dentro de una valoración (muy) positiva de este poemario de Edel Morales, su Lejos de la corriente entraña una visión bastante de conjunto del acontecer lírico cubano. Su voz testimonial, su atenuado tono conversacional, pero evidente en muchos poemas (“Los textos escogidos”…), su acercamiento sutil a las formas clásicas y a veces no tan sutil (la espinela de “El doble dolor”), su afán de exaltar otras estructuras para el poema (“El tiempo blanco”, o las escaleras de las décimas de “La luna eclipsa”…), su “sentimentalidad” (valga el neologismo, para inclinar la balanza del término hacia el neorromanticismo, visible en casi todo el libro), y sobre todo su lirismo desde un sujeto lírico en primera persona del singular, que desea francamente participar en la vida ciudadana, o su sutil tendencia metafísica o de poesía especulativa (“Antes del Big Crunch”), son un conjunto de elementos personales de su poesía, pero asimismo compartidos con una gran cantidad de poetas de varias generaciones literarias, que hoy escriben o transcriben su manera aprehensiva de la poesía expresada por cubanos.
Edel Morales ha hecho, pues, una contribución de interés al tractus lírico nacional. Lejos de la corriente está lejos de las corrientes líricas más frecuentes, porque las suma, y se adentra en una corriente ecléctica, que, como he dicho, quizás sea lo que hace la mayoría actual de los poetas cubanos dentro y fuera de nuestro archipiélago. Marcar un punto, representar una etapa de nuestra poesía, no es de poca valía, no tiene poco relieve, advierte de la presencia de un poeta capaz de la síntesis. El “después” pertenece por entero a ese tiempo inexistente llamado futuro, cuya existencia solo es comprobable por el presente. Después de Lejos de la corriente Edel Morales seguirá siendo muy probablemente un poeta de síntesis ; “luego” advendrán una o dos corrientes nuevas o de las actuales, que se harán tal vez mayoritarias, pero los poetas de síntesis seguirán entonces diciendo su palabra, situados lejos de la corriente, es decir : entre la tradición y la ruptura.


Par : Edel Morales