Artículo publicado en RyN nº 379 de junio

FUNCIONES DE LOS ATENEOS LIBERTARIOS

1. Crear lazos de sociabilidad positiva.
2. Conseguir una educación emancipadora, antiautoritaria y autogestionaria.
3. Generar una cultura revolucionaria alternativa al sistema capitalista.
4. Ser un ensayo del Comunismo Libertario.

1. SOCIABILIDAD POSITIVA

Para los anarquistas esta era la base de todo lo demás y entendían que para el buen funcionamiento del ateneo era necesario un clima de confianza, identidad y cohesión entre sus miembros. Por ello, cuidaban mucho la sociabilidad creando lazos de fraternidad y apoyo mutuo en los que se basaría la sociedad nueva.
Practicaban la solidaridad. Por ejemplo, cuando en 1932 la CNT lanzó una huelga de alquileres en Barcelona por la gran subida de los productos básicos: en los barrios obreros no se pagaba alquiler, luz ni agua; si las compañías cortaban el suministro, los compañeros del Sindicato de Agua, Gas y Electricidad restablecían el suministro; si se producía un desahucio, los vecinos acudían en bloque, consiguiendo impedirlo.
Y es que estos Ateneos eran centros de barrio, con una clara vocación comunitaria y unas bien organizadas secciones de ayuda mutua (apoyo continuado a huelguistas y presos, etc.).

2. EDUCACIÓN LIBERTARIA

En los Centros Libertarios no sólo se enseña a leer y a escribir a los trabajadores y trabajadoras analfabetas, sino que se crean auténticas universidades populares. Todas las acciones de los anarquistas van encaminadas a conseguir la revolución social y creen que esta no puede ser solo económica y social, sino que es necesaria una evolución cultural basada en la transformación de las personas. Por eso buscan todas las formas posibles de educar para crear esta cultura para la revolución. Yo destacaría 6 vías fundamentalmente:
a. Accediendo al conocimiento y la ciencia como herramienta del progreso de la humanidad.
b. Este conocimiento es autogestionado, interviniendo expertos y no expertos.
c. Se crean Escuelas Racionalistas para niños por las mañanas.
d. Instrucción de adultos tardes y noches.
e. Educación de las Mujeres.

a.- Para los libertarios el acceso al conocimiento de los afiliados y afiliadas era prioritario. Estaban al tanto de lo que se descubría. Eran personas muy cultas y en sus bibliotecas estaban también los libros y revistas que se publicaban en ese momento. Hasta tal punto que en el acta de 11-3-1933 del Ateneo Racionalista de Castellón se recoge la queja de que, por no recibir revistas y libros internacionales, los afiliados/as se van a otros sitios.
El movimiento libertario tenía gran cantidad de publicaciones propias. Dentro de la prensa, destacaban periódicos como Solidaridad Obrera o revistas de gran prestigio: Estudios, La Revista Blanca, Generación Consciente, Mujeres Libres… (hay diversas investigaciones sobre este tema).
No olvidemos, que había personas científicas, escritoras, filósofas, “sabías” que simpatizaban con el socialismo libertario como el anarquista Eliseo Reclus que escribió la Geografía Universal, de la cual Julio Verne se servía para sus libros. Kropotkin era zoólogo, geógrafo, filósofo… y amigo de Darwin. Einstein estuvo en Barcelona en 1923 visitando la CNT; y la misma Federica Montseny elaboró la ley de sanidad más avanzada del mundo porque supo rodearse de un gran equipo científico.
b.- El conocimiento que se aspira a obtener en los ateneos libertarios, no es cualquiera, sino el que se construye con la enseñanza mutua entre expertos y no expertos y se puede resignificar y utilizar para poner en marcha la Revolución Social.
Es decir, el conocimiento no es el que transmiten unidireccionalmente unos pocos que saben. Cuestionan el papel superior concedido a los intelectuales. Para ellos todos somos iguales, el trabajo manual tiene su dignidad. Desconfían también de técnicos y expertos por considerar que no socializan sus conocimientos y son parte del engranaje del sistema capitalista. Nos plantea Carlos Tabernero que “el autodidactismo y la autogestión de los conocimientos posibilitaron la existencia de grupos de obreros libertarios con un gran conocimiento de los temas que preocupaban al proletariado o que tenían un fuerte impacto social”.
En definitiva, tienen un nivel igual o superior a muchos titulados y sienten rabia de que se presente a los anarquistas como criminales despiadados e ignorantes. Esta anécdota ilustra del alto grado de formación que poseían: en octubre de 1935 se celebró la conferencia en el ateneo de Palafruguell: “¿Debe el hombre preocuparse por las enfermedades venéreas?” a cargo de un médico (Torra y Bernal) y estos trabajadores de espíritu crítico mandaron, junto a un resumen, una reseña al periódico Solidaridad Obrera en la que hacían las siguientes objeciones: “Deficiente explicación anatómica y fisiológica, tanto masculina como femenina. Ausencia de explicación de métodos profilácticos para evitar contagios y el hecho de que el mercurio y el nitrato de plata recomendados por el orador, producen desastres en el organismo, tanto peores que la propia enfermedad”. ¡En el año 1935!
c. Creación de escuelas racionalistas para los hijos e hijas de la clase trabajadora por las mañanas.
Había una amplia red; en el caso de Madrid, por ejemplo, en 1938 se escolarizaron más de 6000 niños/as en estas escuelas. La Federación de Ateneos madrileña regulaba los contenidos educativos mediante circulares y contrataba al profesorado por oposiciones. Fueron fundadas por Ferrer y Guardia y recogemos varios de sus principios para dar unas pinceladas, aunque nos llama la atención que algunos todavía no se han conseguido en nuestras escuelas actuales:
– Se basan en la libertad, la autogestión y coeducación.
– Extinción de premios, castigos, exámenes, titulaciones y diplomas.
– Aprendizaje a través de la experimentación, por medio de talleres, laboratorios, huertos escolares…
– El trabajo es diario y libre; usando el método científico.
– Las decisiones se toman en asamblea.
d. Instrucción para adultos por las tardes y noches con diversas modalidades. En la adquisición de los aprendizajes básicos se adapta la metodología de la enseñanza racionalista. Se organizaban infinidad de cursos referidos a los diferentes aspectos de la cultura libertaria y en muchos casos relacionados con los oficios, que también se impartían en los sindicatos y tuvieron gran auge a raíz de las colectivizaciones.
e. La educación de las mujeres. Los ateneos brindaron muchas oportunidades a las mujeres y la educación se convirtió en su mejor arma de emancipación.
Un amplio número de mujeres aprendió a leer y escribir en ellos, se estima un 60% de analfabetismo femenino. También se preparaban para acceder al Instituto, para aprender oficios, algunos adjudicados a los hombres, como peritaje (mecánica y electricidad), conductoras de tranvías, ambulancias o de camiones para fortalecer la retaguardia durante la guerra. Y sobre todo para gestionar su propia salud, su cuerpo, su vida. Había mucha formación en medicina, sexualidad, (defensa del amor libre, libertad sexual), maternaje, anticoncepción, cuidados en el embarazo, parto, lactancia, educación de los hijos…
Las mujeres participaban en las actividades dirigidas a ellas en los ateneos, pues tenían una cultura de barrio. Este era su elemento, lo conocían y controlaban. En este intercambio de ideas se iba transformando su mentalidad; su toma de conciencia de que debían escoger la vida que querían vivir y hacerlo plenamente.
Desde el ateneo se insistía en que cuidados y tareas domésticas debían ser compartidos. Y al principio, para poder ir a estudiar se turnaban entre ellas en el cuidado de los hijos, pero con el tiempo, se habilitaron guarderías y comedores colectivos, sobre todo a raíz de la creación de Mujeres Libres en 1936. Estas vieron la necesidad de una organización específica, porque tenían que ser las propias mujeres las que tomaran la iniciativa de su emancipación y estaban en lo cierto, pues en 3 años llegaron a tener 20.000 afiliadas y 147 agrupaciones.

Isabel Cobos Lorente
Ateneo Libertario Utopía de Motril


Fuente: Rojo y Negro