Un sindicalista, en coma tras un enfrentamiento con la policía
Un axioma en el que creen firmemente todos los políticos franceses, de cualquier color, es que un muerto en la calle lo cambiaría todo. Por eso, la noticia de que un manifestante de 39 años, militante del minoritario sindicato izquierdista SUD de Correos, se encontraba ayer en estado de coma en un centro hospitalario de París, enturbió el trajín del día de ayer.
Un sindicalista, en coma tras un enfrentamiento con la policía

Un axioma en el que creen firmemente todos los políticos franceses, de cualquier color, es que un muerto en la calle lo cambiaría todo. Por eso, la noticia de que un manifestante de 39 años, militante del minoritario sindicato izquierdista SUD de Correos, se encontraba ayer en estado de coma en un centro hospitalario de París, enturbió el trajín del día de ayer.

Esta persona, identificada sólo por su nombre de pila, Cyril, habría sido víctima de una violenta paliza propinada por los agentes antidisturbios de las Compañías Republicanas de Seguridad (CRS) la noche del sábado en la plaza de la Nación, en París, tras la manifestación contra el CPE, según su sindicato. Sufre traumatismo craneal y los médicos califican su estado de reservado. Se ha abierto un expediente judicial y los servicios internos de la policía investigan los hechos.

La credibilidad del ministro del Interior, Nicolas Sarkozy, que esta semana ha dado ordenes estrictas a las CRS para que aguanten las provocaciones y sólo actúen contra los reventadores una vez que los han identificado, podría ponerse en duda. Sarkozy se vanagloria de que el pasado mes de noviembre, durante la rebelión de las barriadas que vio como ardían miles de vehículos, así como escuelas, bibliotecas y tiendas, no hubo ni una sola víctima pese a la espectacularidad de las imágenes que difundían las televisiones de todo el mundo.

La creciente violencia de los grupos marginales, que acuden a las manifestaciones y entablan auténticas batallas campales con los agentes, podría provocar víctimas muy graves. Sin embargo, el hecho de que este militante, un padre de familia de 39 años, no responda en principio al perfil de los casseurs (reventadores) pone en duda la supuesta limpieza quirúrgica de los CRS. En la memoria popular permanece la muerte del joven Malik Oussekine, en 1986, arrollado por la policía en una manifestación estudiantil contra una reforma educativa, que fue inmediatamente retirada.


Fuente: J. M. M. F./EL PAIS