A Mahrab Akmal le cambiaron su nombre cuando llegó al hospital : "Desde ahora, te llamas Zahid Hussain. Si dices algo sobre tu verdadera identidad, nadie te ayudará y te echarán a la calle", le dijo R. A. CH., el empresario para el que trabajaba, cuando recuperó la conciencia, un día después de caerse desde un andamio el pasado 21 de enero. Una caída de cinco metros de la que nunca podrá levantarse. Ahora tiene parálisis en medio cuerpo, desde el abdomen hasta la punta de los pies.

A Mahrab Akmal le cambiaron su nombre cuando llegó al hospital : «Desde ahora, te llamas Zahid Hussain. Si dices algo sobre tu verdadera identidad, nadie te ayudará y te echarán a la calle», le dijo R. A. CH., el empresario para el que trabajaba, cuando recuperó la conciencia, un día después de caerse desde un andamio el pasado 21 de enero. Una caída de cinco metros de la que nunca podrá levantarse. Ahora tiene parálisis en medio cuerpo, desde el abdomen hasta la punta de los pies.

Durante tres meses, Mahrab fue Zahid para los doctores del Hospital Universitario Marqués de Valdecilla, en Santander (Cantabria). Pero no para el empresario, ni para la persona encargada por éste para vigilarle. Ambos temían ser descubiertos por suplantar la identidad de terceros para encubrir el trabajo de decenas de inmigrantes sin papeles.

«El jefe sólo nos decía que él se ocuparía de todo y nos ayudaría a tramitar el permiso de trabajo con su empresa», explica desde su silla de ruedas el hombre, un paquistaní de 37 años que malvivía en un piso de tres habitaciones junto a otros diez trabajadores. Al menos, siete de ellos se encontraban en su misma situación.

Como ganado al matadero, eran trasladados en una furgoneta. Del piso a la obra y viceversa. Una veintena de extranjeros repartidos en otros pisos patera por un puñado de billetes. Cobraron 520 euros en tres meses, descontando alquiler y transporte. «Ni siquiera me alcanzaba para enviar dinero a mis tres hijos», explica Mahrab, quien emigró de Rawalpindi -al norte de Pakistán- hace año y medio.
Un empresario holandés

No debió ser poca cosa lo que cobraba R. A. CH. por la faena que realizaban los trabajadores. Era una obra nueva en la localidad de Ontaneda encargada a una constructora, que a su vez subcontrató a Goma Rioja SL, domiciliada en Logroño. El sindicato , que ha hecho la denuncia en Barcelona a la Inspección de Trabajo, cree que las medidas de seguridad no eran las ideales. Prueba de ello, aseguran, es que Mahrab no cayó solo. Las planchas del andamio se vinieron abajo con otro obrero más, un español que pasó dos meses recuperándose de las lesiones. Este testigo habría confirmado que la estructura fue retirada al día siguiente y cambiada por otra.

Hasta ahí, la Inspección de Trabajo porque del resto de irregularidades ya se ocupa la Policía. Público conoció de una fuente cercana a la investigación que el empresario paquistaní, nacionalizado holandés y presunto autor del delito de suplantación de identidad, tiene antecedentes en Holanda y es buscado por Interpol. «La lucha contra la inmigración ilegal no sólo es blindar las fronteras ; el enemigo es el empresario, no el inmigrante», explicó esta fuente.

La misma persona que pagaba a la mutua la cuota de un fantasma, la del otro Mahrab, fue quien le comunicó el diagnóstico de invalidez. También autorizó su traslado a un centro de rehabilitación en Barcelona, donde llegó el 12 de marzo. «Desde entonces, no me ha llamado ni se ha preocupado por mí», dice decepcionado por haber confiado en alguien que, como él, era en un inmigrante. Solo y con palabras de un idioma que ningún sanitario entendía -la entrevista requirió los servicios de un traductor-, esperó una semana hasta encontrar a dos paisanos que visitaban a un familiar. Así llegó su historia hasta una asociación y luego, al sindicato.

El 23 de junio, recibirá el alta médica. Estar vivo es una conquista para él. Sin embargo, la contienda contra su nueva vida comenzará en la calle. «Ya no puedo regresar a mi país porque soy dependiente y tengo tres hijos. Allá era pobre pero feliz, con una vida normal. Vine a España buscando un sueño y encontré esta pesadilla».

La difícil protección de las víctimas

1. Un delito invisible

No existen estadísticas precisas sobre la suplantación de identidad en inmigrantes porque es un fenómeno difícil de detectar. Por lo general, se descubre cuando ocurre un accidente grave. También cuando se realiza una inspección, lo cual no ocurre con la frecuencia que desean los sindicatos debido a la falta de inspectores. El Gobierno prevé incorporar próximamente a 1.000 más, para alcanzar un total de 3.000 al final de la legislatura. Otro de los requerimientos solicitados es la creación de un sistema informático que permita trabajar de forma coordinada a la Inspección de Trabajo, los sindicatos y los cuerpos policiales.

2. Víctimas con derechos

Con la reforma de la Ley de Extranjería en 2003, los trabajadores sin papeles tienen derecho a compensaciones y reconocimiento de su condición. Mahrab accederá a la residencia permanente por causas humanitarias. “El sindicato cumple su labor al hacer la denuncia. Pero los trámites para la regularización y las ayudas son dispendiosos para un disminuido. ¿Dónde vivirá cuando salga del centro médico ? ¿Quién se encargará de hacer sus gestiones ?”, se preguntan desde la Federación de Industrias de la Construcción de CCOO en Catalunya.

3. Los antecedentes

El 27 de julio de 2002, tres albañiles paquistaníes murieron en una obra en Poblenou, en la Ciudad Condal. Dos de ellos no tenían papeles y el otro estaba registrado como empleado de un locutorio. Surgió entonces la iniciativa de Comisiones Obreras de crear un Pacto Nacional contra la Precariedad y la Siniestralidad en la construcción en Catalunya. Esa propuesta sigue hoy pendiente de aprobación y sus términos se siguen negociando.

4. La siniestralidad

Entre enero y mayo de este año, sólo en el campo de la construcción, se han registrado un total de 120 víctimas mortales en España.


Fuente: http://www.publico.es/