«Soy de hierro, colegas», dice A. C., un adolescente sonriente de 16 años. El aire despeina los remolinos solitarios que le atraviesan el cráneo. Lleva las sienes rapadas. Mientras, se cierra la cazadora sobre la delgada tela azul de su uniforme de convaleciente. Está en una terraza del hospital Clínico San Carlos, paseando por la quinta planta.
Pero el pasado viernes fue operado de urgencia en ese mismo centro con una «cuchillada profunda en el tórax izquierdo», según fuentes hospitalarias. Un joven neonazi, según la versión policial, le dio una puñalada por la espalda que le causó daños en el pulmón y neumotórax (aplastamiento de este órgano por la entrada de aire en la pleura). «Reparación quirúrgica del bazo y el pulmón», especifica el parte médico. Estado : «Muy grave». Pero A. ya ha salido de la UCI, donde permaneció hasta el domingo, y a finales de semana estará en su casa, en Aravaca. «Me han dicho que el viernes o el sábado», dice suspirando de impaciencia antes de comenzar su relato.
«Estábamos por la tarde en la zona de Tribunal yo y otros tres amigos y unos neonazis empezaron a insultarnos sin motivo», explicaba ayer por la tarde A. Después, los dos grupitos se volvieron a cruzar. Los jóvenes cabezas rapadas «eran mayores», recuerda. «Cerca de 18 años y seguro que mayores de edad». En la segunda ocasión, poco después del primer encontronazo, en los alrededores del metro de Alonso Martínez, tres de los skinheads salieron de una discoteca cercana -«aunque dentro del local había como 10 o 12»- y la emprendieron a golpes con A. y sus tres amigos. Sin mediar palabra. «Pero les salió mal y les pegamos nosotros a ellos». Eso, hasta que uno de los ultraderechistas clavó su navaja en el costado de A. Entonces, los agresores salieron corriendo.
«¡Me salvó la chupa de cuero !», se ríe A., mientras bromea con media docena de sus amigos. Una pandilla común de chicos, en su mayoría estudiantes, que muestra en su vestimenta algunos de los signos de identidad de los autodenominados grupos antifascistas.
La policía aún no ha detenido a nadie, aunque la Brigada Provincial de Información encuadra la búsqueda en los grupúsculos de neonazis. «Se está creando una espiral muy peligrosa de acción-reacción entre grupos de neonazis y antifascistas. Es un tema muy grave que afecta a chicos muy jóvenes», diagnostica Esteban Ibarra, presidente del Movimiento contra la Intolerancia e insistente denunciante de «los crímenes del odio».
Hace poco más de un año otro chico de 16 años ligado a los grupos antisistema, Carlos Palomino, falleció al recibir un navajazo de un ultraderechista.
Fuente: DANIEL BORASTEROS | EL PAIS