"Nos sentimos tratadas como si fuéramos estúpidas"
La psicóloga del colegio salió de la habitación con el libro de familia en la mano. Fue cuando vio que las mellizas de casi dos años tenían dos madres : Julia y María. "Al poco volvió a entrar algo apurada : ’Perdonen que no se lo haya dicho antes, no hay plazas para esa edad". Fue el 18 de julio. Y aunque han pasado casi dos meses, Julia lo recuerda aún con angustia.
«Nos sentimos tratadas como si fuéramos estúpidas»

La psicóloga del colegio salió de la habitación con el libro de familia en la mano. Fue cuando vio que las mellizas de casi dos años tenían dos madres : Julia y María. «Al poco volvió a entrar algo apurada : ’Perdonen que no se lo haya dicho antes, no hay plazas para esa edad». Fue el 18 de julio. Y aunque han pasado casi dos meses, Julia lo recuerda aún con angustia.

  •  «Nos quedamos paralizadas. Nunca habíamos sufrido una discriminación así»

    Julia y María -nombres ficticios, para conservar su anonimato, ya que trabajan de cara al público- están casadas desde el 30 de septiembre de 2006. Cuando ocurrió el episodio llevaban más de una hora recorriendo las instalaciones del Colegio SEK-El Castillo, un centro privado situado en las afueras de Madrid, en el que la cuota mensual de infantil es de 590 euros. No les pusieron ningún pero. Además, la visita se había concertado después de haber cruzado diversos correos electrónicos con el centro en el que se les aseguró que sí había plazas libres para sus hijas. El último, el 7 de julio. En las semanas siguientes, dos parejas de amigos llamaron al colegio preguntando si había plazas para esa misma edad y a todos les contestaron por escrito que sí. Al último, el 29 de agosto. A ellas les siguen diciendo (la última respuesta es del pasado lunes) que están en lista de espera.

    «Aquel día nos quedamos calladas y paralizadas. No nos lo esperábamos, nunca habíamos sufrido una discriminación así». De hecho, tardaron en reaccionar. «Nos sentimos tratadas como si fuéramos estúpidas. Necesitábamos salir de la duda de inmediato», recuerda Julia. Por eso, nada más dejar el centro, ya en el coche, Julia llamó a Marta, su secretaria, y le pidió que telefoneara al colegio para preguntar si había plazas para niños de dos años. «Me contestó al poco. Le dijeron que sí. Me quedé hecha polvo».

    El Colegio San Estanislao de Kostka (SEK) defiende una «educación en libertad y para la libertad y la ausencia de discriminación por razón alguna», según figura en su ideario. Es lo que les gustó a estas madres. El SEK tiene 7.000 alumnos y seis centros en España, así como una universidad privada, la Camilo José Cela. Se declaran defensores de valores «personales, biólogicos», del «pluralismo social, la veracidad, la conducta ética y la libertad». El director de Comunicación de la Institución SEK, José Luis Málaga, no se explica lo ocurrido. Asegura que los valores que tienen publicados son «su ideario y lo mantienen». «Bajo ningún concepto somos discriminatorios», defiende. «Tenemos que comprobar si estas niñas están en lista de espera. En educación infantil para 1 y 2 años la matrícula suele cerrarse muy pronto, hay mucha demanda». No sabe por qué a otros padres se les dijo en los mismos días que sí había plazas. ¿Admitirían a estas niñas si se quedan plazas libres ? «No habría ningún problema», asegura.

    Julia y María son profesionales de alto nivel y llevan escasos años viviendo en Madrid. La primera es empresaria autónoma y la segunda tiene un restaurante que frecuentan actores, periodistas, políticos… Sus mellizas, una muy rubia y otra muy morena, van a hacer pronto dos años. Les costó mucho tenerlas. «No creas que ha sido fácil crear esta familia», dice María. Julia dio a luz el 31 de octubre de 2006 después de haberse sometido a varias inseminaciones y tener diversos abortos. Llevaban siete años juntas y se querían. Se siguen queriendo. «Por eso teníamos que casarnos. Nos hacía falta. Y nunca nos peleamos», aseguran al fotógrafo mientras posan.

    María se arranca contando su historia. Se casaron cuando Julia estaba embarazada de ocho meses para poder inscribir a las niñas a nombre de las dos. Pero no les dejaron en el Registro Civil de la calle Pradillo de Madrid, a pesar de que ya estaban casadas. Acudieron cinco veces. Al final, María ha tenido que adoptar a las niñas y pasar incluso una prueba psicosocial. «Hay un vacío legal enorme, un hombre puede registrar a un hijo sin que le pidan nada y a nosotras, estando casadas, no nos dejan».

    Las niñas están bautizadas. Las madres son creyentes, sobre todo María. «La Biblia no dice nada en contra de estas situaciones. Dice ’amaos los unos a los otros como yo os he amado», señala María. «O se pone un poco más moderna la Iglesia católica o se van a quedar solos». Ellas rezan con sus hijas todas las noches. Una amiga monja les dijo que el bautismo no se le puede negar a nadie. Las bautizó Monseñor Clemente en la Iglesia de San Andrés, en el barrio de La Latina. Ahora bien, les dijeron que «para que no hubiera problemas iban a poner que eran hijas de madre soltera». Y así lo hicieron.

    La historia de su libro de familia es surrealista. De sus libros, para ser exactos. Tienen dos y pronto recibirán el tercero. En el primero figuran las dos como matrimonio legal. En el segundo está sólo Julia como madre soltera de las niñas, «cuando era mentira». «Es el que nos hicieron cuando nacieron, a pesar de que estábamos casadas», explican. Esperan el tercero, una vez concluida la adopción de las niñas por parte de María, en el que ya figurará la familia al completo. Julia estuvo muy grave tras el parto. Esto pudo provocar que su mujer perdiera a las niñas. En ese momento no estaban registradas como hijas suyas.


    Fuente: SUSANA PÉREZ DE PABLOS | EL PAIS