L@s trabajador@es y el conjunto de la sociedad tenemos numerosos motivos para movilizarnos. La crisis ha resultado un robo. El dinero público ha ido a enriquecer más a los ricos, y desde la posición de ventaja adquirida han iniciado un ataque a todas las condiciones laborales y derechos sociales.
Los resultados son los más de cuatro millones de parad@s, el ataque a las pensiones y al conjunto del estado de bienestar, la precarización y degradación del empleo y los aumentos de las desigualdades. Ellos se enriquecen y la sociedad se empobrece, de modo especial los sectores sociales más débiles.
Todo ello viene ocurriendo en un clima de ignominiosa paz social. No reaccionamos cuando daban el dinero a las entidades financieras, tampoco lo hicimos cuando el paro empezó a crecer afectando a los sectores más vulnerables, y esa nuestra falta de reacción y presión social es lo que les ha permitido crecerse y aumentar sus exigencias.
Bien está que el 29 de septiembre hagamos huelga, pero no creamos que va a ser suficiente si no implica un cambio de actitud que nos saque de la pasividad en la que estamos instalad@s y nos implique más, mucho más, en la defensa de nuestros derechos, los derechos de tod@s.
Por eso CGT convocó anteriores huelgas y por eso convocamos con todas nuestras fuerzas el 29 de septiembre, al margen de nuestras diferencias profundas con otras organizaciones sindicales convocantes, diferencias que, además, no podemos ni queremos aparcar. Pero tenemos numerosas razones para movilizarnos y esas diferencias no pueden ser excusa para no hacerlo, ni para nosotr@s ni para nadie.
Una razón es la reforma laboral, que va a precarizar y degradar más el empleo. Una segunda razón es que, sin acabar de aprobar esa reforma, ya están amenazándonos con modificar a la baja el sistema de pensiones, y no pararán con eso, su objetivo es el desmantelamiento y privatización de toda garantía social y pública. Pero la razón fundamental para movilizarnos, la que tenía que habernos empujado a hacerlo hace ya dos años, son los más de cuatro millones y medio de parad@s, la mayoría de l@s cuales no van a alcanzar un empleo, ni sin degradar ni degradado, ni van a acceder al derecho a una pensión, se reforme o no se reforme el sistema. Acabar con el paro es la razón más poderosa, el objetivo central que debe regir nuestra movilización.
Y el paro no va a solucionarse, como nos dicen, reactivando la economía, acometiendo obras públicas, incentivando el consumo, etc. Dado el componente ecológico de la actual crisis, de agotamiento de recursos naturales por el despilfarro de nuestro modelo de sociedad, la reactivación económica no va a generar bienestar social ni ahora ni en un futuro lejano.
El paro sólo puede atajarse por medio del reparto y, junto a la movilización que frene la rapiña y las exigencias que tratan de imponérsenos, debemos impulsar medidas de reparto, estando dispuest@s a repartir de lo nuestro y a exigir que los que más tienen más repartan. Lo primero que hay que repartir es el trabajo. Bajo ningún concepto es lógico que mientras unas personas trabajan 8 horas diarias y más, otras estén condenadas a ver truncado su proyecto vital por falta de trabajo. Para ello hay que erradicar, por supuesto, las horas extras y disminuir la jornada laboral tan drásticamente como sea preciso, incluso con recortes salariales que deberán pagar más los salarios más altos.
Nuestro objetivo debe ser una sociedad garantista e igualitaria. Con ese propósito iremos a la huelga el 29 de septiembre y animamos a trabajadoras y trabajadores, al conjunto de la sociedad, a participar activamente en ella.
Txema Berro, CGT Nafarroa