Grupo Antimilitarista Tortuga - Lunes.21 de marzo de 2011

Por que si no resultara una realidad tan dramática para tanta gente, habría que reirse ante tan burdo sainete.

Leer también Si la resolución sólo hablaba de “exclusión aérea”, ¿por qué bombardean cada noche las posiciones del ejército libio?

Primer acto.

Primer acto.

Insignes propietarios norteamericanos de
la industria de los hidrocarburos, junto a los principales dirigentes
políticos de La Potencia y sus principales aliados, durante alguna
cumbre, o en conversaciones de vete y ven en oscuras embajadas de EEUU,
debieron considerar en su día lo bonito que sería que las protestas a
favor de la democracia sucedidas en el mundo árabe se dieran también en
Libia. Allí, haber habíalas, pero en evidente menor magnitud que en
otros países como Egipto, Túnez o Báhrein. De menor magnitud y también
con pinta de tener menor proyección y posibilidades de éxito. No
obstante los servicios de inteligencia norteamericanos siempre tienen
sus “recursos” para echar leña al fuego y alimentar mucho o poco los
“vientos de la libertad”, sobre todo en lugar de tanta riqueza
petrolífera y gasística no controlada por los colosos empresariales
norteamericanos.

Segundo acto.

Siembra que te siembra anhelos de
libertad y cambio, “alguien” logró poner de acuerdo en la necesidad de
acabar con la siniestra y terrible dictadura de Gaddafi a una parte
significativa de la propia gobernación del estado libio. Porque como
uds. quizá sepan, aunque no sea dato preferente en la divulgación que
hace en estos días nuestra independentísima e imparcialísima prensa, no
se trata de una revuelta de parias y desheredados, sino de altos
funcionarios y miembros del ejército. Es decir, quienes ahora dicen ser
poco menos que los estandartes de la democracia y reciben nuestra
justísima “ayuda” militar, hasta ayer eran conspicuos miembros de la
diabólica y descarnada dictadura que hoy tanto se delata. Éstos se las
han arreglado para colocarse a la delantera y tomar en sus manos las
banderas de los grupos populares que, efectivamente y de forma sincera,
realizaban en las principales ciudades libias, y a imitación de lo
sucedido en los países vecinos, protestas de eminente carácter
noviolento para reivindicar un sistema político similar al de los
estados europeos. Y tal cosa es interpretable, claro, pero por aquí
pensamos que su motivación tenía, o tiene, tanto de esperanza en vivir
en un sistema político más democrático, como de esperanza en salir de la
pobreza y de la crisis. Cosas ambas que desde luego no obtendrán
cambiando a Gaddafi por estos otros. Pero bueno…

Tercer acto.

Esta inyección externa para multiplicar
la protesta social y para incluir en ella a buena parte del propio
régimen podía haber hecho caer a la familia Gadaffi. La realidad mostró
que los apoyos que ésta tenía dentro del propio estado, pero también
entre la población, eran mayores de lo previsto. Tras unas jornadas de
incertidumbre y extraños rumores pareció quedar claro que Gaddafi no era
Mubarak y que simples protestas en calles y plazas no solo no iban a
provocar su renuncia sino que podían desencadenar una fuerte represión.
Los grupos organizados en la desde ya denominada “oposición” movieron
ficha y, materializando una especie de golpe de estado, trataron de
hacerse con el control de determinados órganos de gobierno e
instalaciones del estado. La revuelta triunfó en algunas ciudades,
especialmente Bengasi, pero tampoco logró la renuncia o huída del
dictador.

Cuarto acto.

Nuevamente en acción esa mano que mueve
la cuna en las sombras, el grupo de burócratas y militares que se
autoconstituyen en Bengasi como “gobierno” de los sublevados comienza a
recibir apoyo internacional por parte de países desde un primer momento
intevencionistas, como Francia o como España, y de forma más disimulada
por EEUU. Las instituciones mundiales controladas por La Potencia se van
posicionando paulatinamente en su favor, y grandes cantidades de dinero
procedentes de diversas fuentes del exterior van afluyendo hacia la
parte de Libia no controlada por Gadaffi. Tras el fracaso de la
“revolución pacífica” ahora se apuesta por la vía militar. Para ello se
procede a financiar, alimentar, legitimar y también armar a la facción
rebelde para que se encargue de “hacer el trabajo” (esta opción suele
ser preferida antes de involucrar a los propios ejércitos en largas y
costosas guerras). Las operaciones militares se ponen en marcha y el
ejército rebelde “milagrosamente” improvisado en cuestión de unos días,
obtiene claras victorias sobre las tropas gubernamentales que hacen
prever un rápido desenlace.

Quinto acto.

Sin embargo queda en evidencia un nuevo
error de cálculo de los agresores, y las tropas gubernamentales no solo
resisten sino que emprenden una fulgurante reconquista que amenaza a su
vez con provocar también un rápido desenlace. Como resulta más que
evidente que tal tipo de desenlace no es el deseado por los agentes que
han puesto en marcha toda la dinámica, toca correr, quitarse a toda
prisa la careta, e improvisar de urgencia todo el argumentario que
justifique la agresión bélica extranjera que logre el objetivo
pretendido y que impida que se escape la presa. Batiendo records de
rapidez, las instituciones internacionales controladas por EEUU se ponen
de acuerdo entre sí y acuerdan la creación de la “zona de exclusión
aérea”. Tal fórmula es el recurso “técnico” para poder hacer papilla el
potencial militar y económico de la parte que desean destruir e inclinar
la balanza bélica hacia el otro lado, y hacerlo además con la excusa de
que se pretende proteger a la población civil. Triste excusa que
consiste en bombardear para evitar bombardeos. De hecho la actualidad
demuestra que las tropas agresoras no se han limitado a impedir vuelos
de la aviación libia sino que han procedido a la destrucción también del
material militar terrestre, dejando intacto el arsenal de los rebeldes e
incumpliendo flagrantemente su propia resolución. Por supuesto se
mentirá lo necesario para hacer creer que tales bombardeos son
quirúrgicos y que no alcanzan víctimas civiles. Es sabido que tal cosa
no se cumple jamás.

Sexto acto.

En caso de que ni aún así la facción
rebelde lograra vencer militarmente, el sexto acto vendría ser la
invasión terrestre del país, a imitación de lo sucedido en Bosnia, Iraq,
o Afganistán y el establecimiento permanente de tropas extranjeras. La
función de tales contingentes militares permanentes es detentar el
control político y económico del país hasta que sea exprimida su última
gota de riqueza o hasta que la propiedad de la misma en manos de
multinacionales haya quedado consolidada de forma irreversible.

Epílogo.

- Las
protestas sociales y prodemocráticas en Libia son propias, pero es
indudable que la fuerte alimentación externa es la que las ha llevado a
la exacerbada dimensión bélica que solo en este país, con respecto a su
entorno, han llegado a cobrar.

- Hay
suficientes datos anteriores y actuales para adquirir, más allá de la
sospecha, la fundada certeza de que intereses económicos de los países
occidentales en relación con las materias primas de Libia son una vez
más la causa del desarrollo de un conflicto social que ha desembocado en
guerra civil y finalmente en agresión militar extranjera.

- Esta
nueva guerra promovida por los países occidentales en procura de sus
intereses calca en todo su guión algunas de las anteriores. Nos recuerda
mucho al caso de Kosovo. En aquella ocasión EEUU financió secretamente
una guerrilla independentista que se enfrentó al ejército de Serbia.
Dicha guerrilla fue reclutada entre elementos mafiosos y, entre otras
actividades paralelas y posteriores a la guerra, se dedicó al asesinato
para el tráfico de órganos. Los países europeos que finalmente
irrumpieron militarmente en Kosovo, tal como hoy hacen en Libia, en
apoyo de la insurgencia por ellos creada conocían perfectamente estas
circunstancias, pero se guardaron muy mucho de que llegaran a la opinión
pública. Kosovo fue finalmente ocupado por tropas “internacionales”,
segregado de Serbia y colocado definitivamente bajo el patrocinio
estadounidense. Por cierto que su actual presidente, en su día líder de
la guerrilla financiada por EEUU, está señalado como el máximo
responsable de la red de tráfico de órganos.

- El
régimen del coronel Gadaffi desde luego es indefendible y sumamente
criticable se mire por donde se mire. Sin embargo cabe mantener en
marcha todas las alarmas con respecto a la autodenominada “oposición, la
cual está liderada por antiguos miembros de ese régimen y financiada
por fortunas ajenas al país. Además existen documentos gráficos
que han podido sortear estos días la censura que evidencian el nulo
respeto a los derechos humanos por parte de dichas fuerzas opositoras.

- Como
ha sucedido en guerras anteriores (Iraq, Afganistán, Kosovo…) la
campaña de intoxicación a nivel de medios de comunicación es descomunal.
La parte a la que se desea agredir (Gaddafi) es demonizada hasta el
paroxismo y su oposición es bendecida, al tiempo que se oculta de forma
deliberada cualquier tipo de dato o de argumento que ponga en cuestión
la supuesta justicia y necesidad de la agresión bélica. Se llegan
incluso a inventar informaciones falsas, que se divulgan masivamente y
sin pudor. La más corriente, es la de explicar que todo se hace por el
pueblo y para protegerle. Para ello se deforma y exagera interesadamente
la descripción de la situación que se desea supuestamente paliar, al
tiempo que se esconde de forma no menos exagerada el alcance del daño
sobre civiles que provocan las operaciones militares “benefactoras”.
Prueba de ello es que en este caso el simple “no hacer nada” por parte
de terceros países parecía apuntar a un inminente final de la guerra, y
por ende, de las consecuencias soportadas por la población civil a causa
de ella. En Iraq se hablaba de «destruir los arsenales de destrucción
masiva». Aquí se habla de «detener la masacre». No hay datos claros para
saber si la «masacre» es como nos cuentan quienes dicen querer
detenerla o si acabaremos por descubrir que es tan irreal como lo fueron
las armas de destrucción masiva. En todo caso era una supuesta masacre a
la que le restaban unas pocas horas, las que tardara Bengasi en ser
tomada o en rendirse a las tropas estatales.

- Tal
como sucede siempre con esta estrategia, ya varias veces empleada por
EEUU y sus aliados, quien resulta gravísimamente perjudicada es la
población civil, la cual, a todas sus penurias ha de añadir el tener que
soportar una guerra. Ella es quien muere en los bombardeos de los unos y
los otros, ella es quien pierde sus hogares, se ve obligada a
desplazarse, queda mutilada etc. Y todo ello sin razón y sin sentido,
puesto que pase lo que pase al final, seguirá alejada del nuevo poder y
del nuevo sistema de propiedad de la riqueza que resulte de la guerra.


No a la guerra. Otra vez:
http://www.grupotortuga.com/No-a-la…

Enlace imprescindible para conocer qué está pasando exactamente en la parte Libia bajo control gubernamental:
http://leonorenlibia.blogspot.com/

Documentación sobre la génesis del conflicto e interesante debate:
http://dizdira.blogspot.com/2011/03…