Telefónica, primera empresa española por capitalización bursátil, con el 60% de sus accionistas fuera de España y segunda operadora de telecomunicaciones del mundo, afronta el próximo 31 de mayo su junta de accionistas, que amenaza con convertirse, un año más, en una lugar de encuentro de todo tipo de reivindicaciones.

Telefónica, primera empresa española por capitalización bursátil, con el 60% de sus accionistas fuera de España y segunda operadora de telecomunicaciones del mundo, afronta el próximo 31 de mayo su junta de accionistas, que amenaza con convertirse, un año más, en una lugar de encuentro de todo tipo de reivindicaciones.

El problema principal es que la mayoría de las intervenciones no buscan una solución a los planteamientos sino convertir la junta en un circo, y que cada vez sean menos los accionistas que se atreven a acudir a las larguísimas juntas.

Esto sucede en un momento muy especial para Telefónica, que afronta, como todo el sector, la convergencia de las tecnologías y una auténtica revolución en las comunicaciones con la irrupción de la voz sobre IP, que comienza a desarrollarse en la telefonía fija pero que también afectará a la móvil.

En esta junta se debatirá la fusión con Terra que, sin querer entrar en el fondo del debate entre minoritarios y Telefónica sobre las razones reales de la propuesta, si aparece como una decisión con todo el sentido en el actual momento tecnológico.

Beneficios de más de 2.800 millones

El presidente de Telefónica, Cesar Alierta, aparecerá en la junta con unos beneficios que crecieron un 30% en 2005, hasta los 2.877 millones de euros y un atractivo dividendo para el accionista, ya que propondrá que éste se incremente un 25%, con un total de 3.955 millones de euros, al que hay que sumar la propuesta de reparto de una acción por cada 25, y que se mantiene el plan de recompra de acciones.

En el debate de la fusión con Terra, que se repetirá el día 2 en la junta de accionistas del portal de Internet, la Asociación de Accionistas de Terra y la Asociación de Usuarios de Bancos, Cajas y Seguros (ADICAE), que representan a los accionista minoritarios, acuden a la junta para defender su postura contraria a la fusión.

Lo que será su actuación en la junta, que se anuncia como numerosa, ha tenido como paso previo la aportación de Accter a la CNMV de 30 documentos para que el órgano regulador actúe contra la fusión, mientras que Adicae se ha personado en las diligencias previas abiertas por la juez de la Audiencia Nacional Teresa Palacios para analizar la fusión de la filial de Telefónica.

Sindicatos

Pero la junta de Telefónica también sirve para que los sindicatos minoritarios presenten su visión de la compañía a la sociedad, en una empresa en la que UGT y CC.OO tienen el 70 por ciento de representatividad, la CGT, ha anunciado ya su intervención y también se espera la de Cobas (escindidos de CC.OO.), AST y los vascos ELA LAb y ESK-CUIS.

Para completar el panorama, también se espera la plataforma «anti moving» (acoso en la empresa) y, un año más, alguna intervención de trabajadores procedentes de la antigua Sintel.

El año pasado fueron cuatro horas de intervenciones en las que los accionistas de «toda la vida» fueron abandonado la sala y dejando sus quejas ante la mesa por permitir que se utilizará la junta para acciones que no tienen nada que ver con Telefónica.

Telefónica insiste en que no se puede hacer nada contra las intervenciones con temas que no tienen mucho que ver con la junta : en una ocasión un individuo comenzó a leer una serie de noticias de telecomunicaciones que hizo que le sacarán a rastras otros accionistas.

Lo cierto es que si tienen derecho a hablar lo lógico sería que también tuvieran derecho a recibir respuesta, pero en la última junta el presidente de Telefónica respondió en 10 minutos las intervenciones de cuatro horas.

La utilización de la junta de Telefónica como plataforma para las quejas se inició en 1992 cuando Cándido Velázquez ocupaba la presidencia, pero entonces, las intervenciones, de contenido sindical, eras más ruidosas -incluían petardos- y tenían como objetivo que se suspendiera el discurso del prÿesidente. Las juntas duraban minutos.

El siguiente presidente, Juan Villalonga, dividió la junta en dos salas para evitar este problema, y con ello se iniciaron las juntas interminables.


Fuente : EFE